Prólogo

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Dolor, culpa, angustia, ira.

Tantos sentimientos revoloteando en mi ser, hundiéndome cada vez más y más en un vacío oscuro y sin fondo, sintiéndome abandonada por aquella persona en la que más confiaba y amaba.

¿Por qué me dejaste?
Yo solamente quería ayudarte y mejorar las cosas, pero cómo siempre, yo, Powder, arruino todo. Nunca he hecho nada bien por más que me esfuerzo o intento, termino arruinando todo.

Mis sollozos son lo único que mis oídos pueden alcanzar a escuchar y la lluvia cae directamente por todo mi cuerpo, empapando por completo mis ropas. Me aferro al frío suelo en un charco de agua en el que quisiera ahogarme en ese preciso momento para no sentir nada.

No me dejes sola, no te vayas, no me abandones, por favor.

¿Acaso la promesa que alguna vez me hiciste no significaba nada o es que me odias? Te has ido, te marchaste y me abandonaste.

Todos mienten, nadie es sincero. 

Lloré lo suficiente para que mi alma dejara de doler, pero no funcionaba, no se detenía, seguía lastimando en lo más remoto de mi interior, me estaba quemando sin prender fuego. Era como tratar de comer cristales rotos. Hería. Hería tanto que quería sacarme el corazón para acabar con esta maldita mierda, y no tenía palabras para poder describir con una exactitud lo que estaba sintiendo en ese momento.

—Hola, pequeñita. ¿Dónde está tu hermana?

Frente a mí estaba ese hombre, justo el mismo que había ocasionado todo. ¿Pero realmente quién era el verdadero culpable? Tal vez lo sabía muy en el fondo.

¡LA CULPA ES TUYA!.... Ella ya no está y no regresará jamás.

Fue un impulso de desesperación, me sentía tan sola que no me detuve a pensar en mi reacción. Me lancé directamente hacia él  aferrándome tanto a su cuerpo que podía sentir su respiración entrecortada a causa de la sorpresa, sus ropas mojadas al igual que las mías y un ligero olor a almizcle. Y extrañamente me resultaba tan cálido.

—Me abandonó —solté con voz quebrada y en un casi inaudible susurro.

Sus músculos se relajaron y la tensión que percibí en un inicio desapareció.

—Ella ya no es mi hermana —afirmé con enojo.

Las llamas del fuego aún ardían con poca intensidad, pero lo suficiente para observar su sombra reflejada en el suelo. Se removió un poco en su lugar y sus brazos me aprisionaron en un cálido abrazo.

—Está bien —su voz sonó tan suave que logró relajarme—. Les mostraremos —su agarre en mí se volvió un poco más fuerte.

Ese simple abrazo daba inicio a sucesos que nadie podría evitar. Nadie es dueño de su destino ya que para algunos ese mismo tiene puesto el nombre de la persona menos esperada.  

Los brazos masculinos y el cálido abrazo trajo paz y desvaneció la soledad, con tales simples palabras la calma comenzó a invadirme.

—Les mostraremos a todos.

Quería creer en sus palabras y pensar que todo estaría bien, pero aún tenía miedo y bastante ira. ¿Qué pasaría ahora? No lo sabía y sinceramente ya no me importaba. Sólo una cosa era clara.

Algún día se los demostraría.

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El monstruo más fuerte nace de la persona más débil.

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Paralelo Imperfecto. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora