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【 J l N X 】


¿Qué si estaba enojada? Para nada más bien estaba furiosa. Había pasado por un mal momento, llegue a él buscando apoyo pero sin embargo lo único que recibí fueron regaños y órdenes ¿Quien demomios se creía? Ya estaba cansada de que me vieran como una cría, pero que podría hacer para conseguirlo.

Entre tantos líos en mis pensamientos no me di cuenta que ya me encontraba en mi habitación, al parecer esta fue la dirección que tomaron por si solos mis pies, no era hora de estar en los carriles y no me apetecía volver a mi taller. Aún así seguía muy ansiosa y molesta. Miré toda mi habitacióna, todo alrededor en busca de algo que me ayudara a calmarme y después de unos minutos lo encontré. En mi escritorio estaba un pequeño muñeco de hule el cual tome de inmediato y comencé a apretarlo repetidas veces en mí mano derecha. No me juzguen, es lo único que de momento puede calmar mi ansiedad. mientras me tiraba con toda rudeza sobre mi tan cómoda cama, tal vez así conseguiría algo de calma.

-Agh, pero que estresante puede ser ese hombre -me queje fuertemente.

No estaba funcionando en lo absoluto.

Lance el muñeco contra la puerta y su sonido chillante fue más grueso por el impacto, pero sinceramente eso no me importaba. ¿Tal vez dormir un poco me serviría? por lo que inconscientemente miré el reloj. Dormiría por algunos minutos o hasta el día de mañana, así que al final relaje mi cuerpo y trate de ignorar cualquier pensamiento que tratará de perturbarme.

Algunos varios minutos después al fin logré conciliar el sueño y todo se volvió tranquilo. Al menos por unas horas, ya que una pesadilla se hizo presente. Fue exatamente lo de siempre en realidad, aquella noche en la fábrica, la explosión, el fuego, mi hermana y el cuerpo inerte tirado en el cemento del hombre que nos había cuidado en aquellos años, el abandono, la ira y la locura mezclándose en todo mi interior. No me quedaba nada y a nadie le importaba hasta que él apareció.

Desperté de un salto sobre la cama con la respiración agitada y el sudor escurriendo en mí frente. Vivir ese día en mis sueños nuevamente no era nada gratificante.

Es tu castigo Jinx.

Lo sabía, era plenamente conciente.

Dormir de nuevo ya no era una opción por lo cual decidí salir a despejarme. Termine por cambiar mí atuendo no era una mala idea, me divertiría un poco, ya que lo merecía. Tomé una blusa gris de mangas a juego con un shorts negro y unas medias de red del mismo color junto a mis zapatos favorito y uno que otro accesorio para completar mi atuendo. La pasaría bien lo que quedaba de la noche, sin más enojos ni malos momentos o pensamientos.

Eso quisieras.

Maldita vocecita de mierda, no puedes dejarme ser positiva tan solo cinco minutos.

El sonido de la puerta abrirse llamó mi atención por lo que me gire deprisa y alerta con mi arma en mano en esa dirección. Al reconocer al hombre ya no era necesario seguirle apuntando por lo que baje el arma y la coloque en mi cintura, mientras observaba como Silco se adentraba en mi habitación.

-¿Qué quieres? -pregunté con tono fastidiado pues mis planes de pasarla bien se estaban esfumando.

-Ese, no es un buen tono para hablarme Jinx -abanzó con total libertad en el lugar sin esperar mi permiso y se colocó frente a mi.

-¿Ya estás de buenas? -fue gracioso ver cómo frunció el ceño y sus ojos se entre cerraron por tal comentario.

No tenía ni la menor idea de que estaba haciendo Silco aquí, pero obviamente disculparse no era, pues nunca en la vida le había escuchado o visto haciéndolo.
Las disculpas no eran lo suyo.

Paralelo Imperfecto. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora