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【 J l N X 】

Me apresuré lo más que pude en llegar a casa, pues ya era muy tarde y de eso estaba plenamente consciente. No es como si tuviera un horario específico pero dadas la circunstancia en las que me encontraba con el supremo señor de la mafia, mejor prevenir que lamentar. Y en dado caso de que silco se molestara sinceramente no me importaba.

No te mientas a ti misma con lo que en realidad quieres, siempre buscas su aprobación.

—Maldita sea, mierda —maldije en voz baja antes de entrar al club, siendo observada de forma curiosa por el grande guardia que siempre custodiaba la entrada.

Estaba segura de que iría de inmediato avisarle a su jefe que su protegida ya estaba en casa, y que había llegado sola.

Ya hace un rato que me había separado de Briatt y cada quien se fue por su lado, el tenía unas cosas pendientes que hacer mientras que yo necesitaba descansar, así que simplemente nos despedimos con una agradable sonrisa en el rostros sin mencionar lo ocurrido momentos atrás.

Camine por el lugar el cual seguía en acción, con personas bailando hasta el cansancio y otras ahogándose en alcohol y drogas. Vaya que hay personas que les encanta disfrutar de la fiesta.

Pase como si nada, tratando de ignorar el buen ritmo de la música, pues sabía que si caía en la tentación bailaría hasta el cansancio y yo solo quería llegar a hundirme en mis pensamientos sobre mi cómoda y añorada cama. Saludé al barman quién me miró con algo de temor pues él siempre era víctima de mis maléficas bromas, sonreí por el recuerdo y seguí con mi andar hasta llegar a la tan alejada pero conocida puerta donde se podría decir que estaba mi pequeño hogar.

Pase por alto la imagen distorsionada de mis recuerdos pasados sobre el lugar y entre con tranquilidad acostumbrándome a la agradable oscuridad, ya que la luz no estaba encendida. Me dirigí hasta donde se encontraba el interruptor y lo presione con una sonrisa de satisfacción, dando así la bien venida a mi invitado el cual se encontraba recargado en la pared justo frente a mí lado derecho.

—¿Qué te trae por aquí? —me alejé y fui directo al refrigerador, de donde saque una sonda para beberla.

Sinceramente me sorprendí un poco al darme cuenta de que estaba aquí buscándome, su aroma era inconfundible y lo había notado en cuanto entre me sentí algo incómoda y me preguntaba cómo estaría él después del beso que obviamente le había robado.

—Ya es muy tarde —dijo con seriedad mirándome directamente, con los brazos cruzados.

Voltee a ver el reloj de piso sobre el pequeño mueble de la esquina el cual marcaba las tres con treinta minutos.

—Si bueno, el tiempo se va volando —me encogí de hombros y una mueca se formó en mis labios, restándole importancia.

—¿Dónde estabas? —su tono sonó más severo.

—Por aquí y por haya —dijé moviendo mi dedo en distintas direcciones.

Molestar a Silco me causaba satisfacción y alegraba mi corazón.

Qué loca estás.

—Jinx, no estoy para juegos —se acercó hasta mí y me quitó mi bebida de las manos para dejarla en la mesa.

—Solo salí a dar una vuelta, nada más —le miré alzando una ceja con molestia, la cual se disipó en el momento en el que pensé en otra forma de molestarle. Relaje mi expresión y hablé con más calma y un tanto divertida—. ¿Me extrañaste?

Paralelo Imperfecto. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora