-~solo~-

18 3 0
                                    

Miles

Estaba ahí sentado en el rincón de la habitación, intentando convencerme de que estaba solo, aunque me encontraba rodeado.

Adquirí posición fetal escondiendo mi cabeza entre mis rodillas y con la mirada en el suelo repitiéndome una y otra vez que estaba solo, mientras escuchaba los paso a mi alrededor, las risas, los murmullos y una que otra vez algún leve toque en mis hombros.

Estaba solo, esa era la realidad ¿cierto?

―Miles vamos, míranos ― decían las voces que ya estaba cansado de escuchar― solo queremos hablar contigo.

―Somos tus únicos amigos ―decía otra voz un poco más angelical― solo queremos... Ayudarte.

―Vamos, no seas así ―dijo una voz más varonil ―nos estamos aburriendo sin ti.

Yo solo quería que se callaran, estaba harto, pero tenía que soportar un poco más, en mis entrañas podía sentir que ya casi era la hora...

―Miles me estoy molestando ―escuche esa voz ronca. Esa voz me provocaba tantos escalofríos no por el sonido si no por lo que solía pasar cuando aparecía ―Miles mírame... ― Dijo intentando no hacer notar su cólera.

Yo solo empecé a temblar mientras me repetía una y otra vez que ya casi se acababa todo.

De un momento a otro sentí que alguien me levanto la cara y, lo vi, esta vez era una persona con la cara llena de huecos, como si lo hubiesen quemado con ácido y con aspecto putrefacto, todos estaban detrás de el con la misma apariencia solo que ellos tenían sonrisas cordiales en sus rostros agujereados, mientras él una de maldad.

En tan solo segundos lo tenía a centímetros de mi cara con la boca abierta demostrando su dentadura podrida pero afilada haciendo un ademan de devorarme.

La puerta abrirse, eso fue lo último que escuche antes de que desaparecieran.

―Miles ya está, respira hondo ― esa voz...me daba tanta paz era una voz tan calmada, se sentía tan diferente a las demás― lo has hecho muy bien, es hora de descansar ― dijo mientras se acercaba, aunque yo no la observaba, ya que había vuelto a posición fetal con la cabeza oculta en mis rodillas y la mirada al suelo, sentí un pequeño piquete en mi brazo y luego solo hubo...nada.

+++

Margaret

Ahí está mi pequeño retoño sentado en la esquina mientras lo observo atreves del cristal, no grita, no llora, y lo más importante no se lastima como lo había intentado hacer hace más de 6 meses.

Todavía recuerdo la primera vez que lo cargue dieciocho años atrás, era el bebe más bonito del hospital, con unos cachetes preciosos y regordetes, sus increíbles ojos que revelaban una tormenta y esa melena de color dorado lo hacía parecer un ángel.

Ahora solo veo a mi hijo luchando con sus demonios encerrado en una habitación acolchada mientras tiembla y pone sus hermosos ojos grises tan abiertos que puedo detectar el pánico y el terror que siente.

―Voy a entrar ―noto que no despega la mirada de Miles ―le suministrarle un calmante señora Margaret― dice Lucy, la enfermera que se encarga de mi hijo.

―Está bien ―asiento con los ojos nublados por las lágrimas que se acumulan en ellos.

Me acercó al cristal lo suficiente para poner mi mano, observo como mi ángel se calma un poco al escuchar a Lucy y poco a poco se desvanece debido al calmante.

Mi pequeño Miles.

-+*Micro historias *+-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora