•Cap 4~

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Muerde, por veinteaba vez en lo que
va de la hora, la goma de su lápiz
con excesivo nerviosismo mientras
relee sus respuestas finales.
Decidido a no hacerlo apenas hubo
puesto un pie dentro de esa aula,
Minho ahora rompe su propia
promesa implícita revisando sus
respuestas, lo cual no le trae otra
cosa que malestar estomacal y
demasiada desconfianza sobre sí
mismo.

"Ya está, termino." piensa, mirando
el reloj sobre la pizarra de gis en la
pared frente a él. "Dos minutos, es
todo Minho, en dos minutos te
vas a la mierda de aquí." se repite,
tratando encarecidamente de no
contar los ciento veinte segundos
que lo separan de la libertad.

Al tipo a su derecha se le cae el
bolígrafo y Minho siente cada
vello en su nuca erizado del susto.
Tan sólo de escuchar ese ligero
golpe, ya había crispado los dedos
en el lápiz.

"Deja de ser un histérico."

La manecilla avanza, torturando al castaño con su horrible lentitud. Un
minuto, un minuto menos y sería
todo. -Abajo los lápices. -anuncia la supervisora, con los codos sobre
la mesa y el índice deslizando con
elegancia las gafas sobre el puente
de su nariz. -Se acabó el tiempo.

Minho toma aire, sujetando
de la esquina inferior izquierda el
montón de hojas para ponerse de
pie y dejarlo en el escritorio de la
supervisora. Una fila de estudiantes
se forma a su espalda: unos más
angustiados que otros, mientras
caminan como reces al matadero.

Minho en algún momento
fue de esos: asustados peleles
que caminaban al escritorio con la
angustia y la resignación al fracaso
en medidas exactamente iguales.
Pero ya no más, no después de
meses de estudiar y realmente
esforzarse para obtener una
calificación aprobatoria en los
extraordinarios.

Apenas pone un pie fuera del aula, puede respirar de nuevo aire que no huele a desesperación y viruta de borrador. Choca los costados de sus botas en un tic insistente, mientras pasea la mirada al rededor del amplio y vacío patio de la escuela.

Demasiado vacío para su gusto.

Minho suspira, con dedos
entrelazados detrás de la cabeza y estira su cuerpo hacia arriba, tratando de entretenerse en el crujir de su cuello y no en el hecho de que espera a alguien. Alguien que debería estar ahí.

-Si sigues tronándote así los dedos, vas a quedar reumático. - Felix llega desde atrás, poniéndose de puntitas para llegar a la altura del mayor para hablarle cerca del oído.

-Creí que te habías ido. -con ceño
fruncido y una postura amenazante,
Minho encara al menor.

-No te dejaría, aunque me recibas así de feo. -bebe de su jugo en cajita, con un encogimiento de hombros y una sonrisilla en los labios. -Hola.

-Sí, vámonos. - Minho avanza sin esperarlo y a Felix no le causa otra cosa que gracia, cuando camina detrás del alto y molesto castaño.

-Claro su alteza.

Salen del colegio a la fría mañana,
revestidos de una chaqueta de cuero y una amplia sudadera respectivamente, caminando uno mucho más rápido que el otro pero para Felix no es problema con las largas piernas que posee seguirle el paso al, aparentemente, resentido.

-¿Me vas a ignorar? -y efectivamente, lo ignora.

-Vamos Min, sólo fui a la máquina expendedora.

-No te estoy ignorando, animal.
- Minho habla entre dientes,
volteando a penas a ver al menor detrás suyo. -Trato de salvarte el culo.

Felix detiene sus pasos confundido y por un momento asustado, pero Minho sigue caminando así que prefiere seguirlo hasta que dobla la calle y lo pierde de vista. Cuando llega a la esquina, Minho tira de su sudadera desde atrás (hábito aparentemente difícil de dejar) y lo deja contra la pared, pero sin golpe. Le cubre la boca con una mano mientras asoma por la esquina y Felix no puede evitar sonreír de verlo paranoico y tratando de protegerlo muy a su estilo.

Rude Boy • [Minlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora