Capitulo 4. Sal, tequila, limón

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- Estamos listas – dijo Vic dejando mostrar su hilera perfectamente ordenada de dientes en una sonrisa. Estábamos frente al espejo de cuerpo completo que estaba puesto junto a la ventana de nuestra habitación, era tan grande que cabíamos cómodamente las dos.

Vic llevaba puesto un pequeño vestido color metálico sin hombros que dejaba ver la pequeña mariposa turquesa que tenía tatuada en la clavícula que se hizo en alguna de esas locuras rebeldes que cometimos en la adolescencia. Sus piernas lucían larguísimas en aquel vestido y los tacones negros que había escogido ayudaban un poco en eso. No hizo mucho con su cabello, lo dejó caer en perfectas ondas que cubrían armoniosamente su espalda.

- Te ves increíble – sonrió mi amiga mirándome a través del espejo. Yo por otro lado, me entregue sin ningún miedo a las garras de Vic que eligió mi ropa una vez más en un solo día. Esa noche lucía un vestido blanco ajustado al cuerpo sin demasiado escote pero que hacía una gran V en mi espalda llegando justo un poco más arriba de mis caderas, unos tacones color nude con unas pequeñas decoraciones doradas en ellos y mi cabello completamente lacio sin ningún peinado especial.

- Gracias a ti – respondí con otra sonrisa.

- Demasiado dramatismo por hoy, Oli debe estar por llegar – y como si hubiera nombrado al diablo tocaron la puerta de nuestra habitación. Vic pareció sonrojarse por un momento, pero quise pensar que era obra del maquillaje ya que ella había dejado bastante claro su desinterés hacia el no tan disimulado enamoramiento de mi hermano mayor.

- ¿Cómo están las chicas más hermosas de Melbourne? – preguntó mi hermano a penas abrí la puerta. Me miró de arriba abajo y arrugó la nariz en señal de disgusto, supe en ese instante que no le había gustado la opción tan atrevida que había elegido Vic para mí, pero a continuación su mirada cambió cuando puso los ojos sobre mi mejor amiga que parecía estar guardando algunas cosas en su bolso.

Ni siquiera intentó ocultar lo alteradas que estaban sus hormonas en ese minuto y me pregunté seriamente si yo también miraba así a Drew, si la respuesta era correcta tendría que verme igual de patética que mi hermano.

- No ensucies la alfombra de mi habitación con tu asquerosa baba – si las miradas mataran, ya estaría unos cuantos metros bajo tierra. Oli era muy bueno con ese tipo de miradas donde sabías que tenías que cerrar la boca. Vic se dio vuelta y sonrió de oreja a oreja al ver a mi hermano.

- Déjalo, es una reacción normal, me cuestionaría si no lo hiciera – dijo mi amiga encogiéndose de hombros mientras tomaba su bolso y caminaba hacia la puerta.

- No sé de qué hablas – refunfuñó mi hermano. Muy tarde para hacerte el estúpido

- Hablo de que dejes de comportarte como un adolescente virgen que nunca ha visto un par de piernas desnudas – respondí y sentí un pequeño codazo en mi costado. Vic miró de soslayo la escena y sonrió.

- Se nos hace tarde – Esa fue la ingeniosa respuesta de mi hermano. Ya sabía cual era su debilidad, y no era precisamente una chica fácil.

Con ese último comentario salimos de la habitación y nos encaminamos al auditorio donde, según el folleto de Thadeuss, se realizaría la tan aclamada fiesta. No quedaba muy lejos de donde quedaba la casona de mujeres de la facultad de humanidades, pero si que lo sentí un siglo con esos tacones del diablo.

Al llegar sentí un pequeño cosquilleo en el estómago y supe que Vic también lo sintió. Oli nos había contado en alguna ocasión que estas fiestas eran asombrosas, pero siempre le dije que hasta que no lo viera con mis propios ojos lo dudaría completamente.

Escalera a la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora