Sentir, respirar, son dos palabras tan sencillas de decir, de escribir y leer. Sin embargo ahora
mismo no recuerdo como se hacía ninguna de las dos. Creo que hace tiempo que no me permito hacer ninguna de las dos cosas así que simplemente he olvidado como se hacía, quizá ya no lo vuelva a hacer. Quizá he acostumbrado demasiado mi cuerpo a esta rutina. Cerré el portátil suspirando, me enderecé en mi silla negra del despacho y mire a mi alrededor. Aún quedaban algunos compañeros en el aula, algunos se irían enseguida a reencontrarse con su familia, y quizá cenarían todos juntos al rededor de una mesa llena de
comida mientras se contaban los últimos acontecimientos que habían sucedido durante
el día. Me levanté y deje todo recogido, incluso ese bolígrafo de sobresalía de más , o ese cuaderno que no estaba colocado paralelo a lo demás. Que frustración. Uno. Dos. Tres. Respira.Cuando salí del edificio me golpeó el aire fresco de Londres, una ciudad encantadora si no
tenemos en cuenta que siempre está bajo un cielo gris, tuve que ponerme mi chaqueta para
estar a gusto. Si, soy una española por una ciudad inglesa. Me acostumbre rápido a esta
ciudad, a su gente, sus costumbres, su manera de moverse, caminar, hablar, mi instinto de
supervivencia de por aquel entonces lo necesitaba. Cinco años hace que estoy aquí, y a
veces tengo la sensación que no han sido suficientes.
Mi vida es sencilla, no tiene complicaciones, me levanto, y como toda persona normal hago
todo lo necesario antes de salir a trabajar. Trabajo en una oficina, donde me encargo de
las finanzas, de ver cómo le va a la empresa, que gana o que pierde cada día, sus beneficios.
No tengo una oficina, así que estoy rodeada de gente que hace lo mismo que yo, sentados en esas incómodas sillas hasta que tocaba irse.
Lo que iba diciendo, mi vida era una rutina, salía de trabajar, me pedía un café solo para el
camino de vuelta mientras llegaba a casa. A veces me distraía con los escaparates de algunas tiendas, pero nunca entraba en ellas, e intentaba que esas distracciones no duraran más de cinco minutos, quizá menos.Algunas veces las calles estaban más llenas, y me ponía demasiado nerviosa cuando una
persona que andaba más lento que yo se ponía en todo el medio, esos segundos de frustración total hasta no poder adelantarla me conseguían a veces poner de muy mal humor. Quería gritar al mundo que hicieran un carril para esos lento que se creen que la calle son suya. Uno. Dos. Tres. Respira.En fin, todo el recorrido hasta mi casa lo hacía andando, era una manera de mover mis
piernas. Cuando llegue al edificio hice lo que siempre hacía, abrir el buzón, que solía estar
lleno de publicidad o cartas telefónicas diciéndome no se de que su línea era mejor. Subía a mi piso, y descartaba las cartas que me interesaban y las que no. Pero ese día, ese día
mi rutina se rompió completamente con aquel sobre color marfil. Me senté en el sofá verde uva que había comprado en una tienda de segunda mano, y abrí quel sobre.Ana Perez y Pablo Fernández
Tienen el placer de invitarla a la boda, que se
celebrará el próximo 10 de mayo..No me hizo falta seguir leyendo mas, me olvide de respirar cuando vi donde sería la boda..
Cabanas, Galicia...
Y miles de preguntas volaron a mi cabeza, pero sobre todo pensé en lo que me prometí no
volver a pensar cuando me fui para no volver jamas....
No podía no ir, ni buscar excusas, por más que lo intentara era la boda de mi hermana y tenia
que ir
Volver, volver a reencontrarme con el pasado y quizá, si... quizá con el...
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INEFABLE
RomanceSu hermana se casa, y esta vez Alicia no puede poner ninguna excusa para no ir, para no pisar ese lugar. Una vida tranquila es la que lleva, pero ella dejo de ser ella misma hace mucho tiempo, todo quedó encerrado años atrás. Sin embargo, volver a...