Capitulo 4

32 3 3
                                    


Apoyo mis manos sobre las rodillas flexionadas. Agacho la cabeza. Mi respiración es agitada y descontrolada. Corre. Más rápido. Corre. Aún puedes más, lo sabes, lo sabemos, pero lo sé yo? Si, siempre puedo más. Impulso más mi cuerpo hacia delante, la espalda recta, el mentón en alto. Noto como la brisa marítima se pega a mi piel, como el sudor me acaricia y al mismo tiempo me envuelve el frío de la noche de Galicia. Es una sensación agridulce, porque mientras el ambiente me abraza, solo puedo pensar en que seguramente, a los ojos de los demás, parezco un pollo saltarín sudoroso. Sin embargo sé que tengo estilo corriendo, es un deporte que practico mucho en Londres, todas las mañanas, o tardes, suelo correr más de una hora. Me relaja, dejo de pensar en todo, solo somos mi cuerpo y yo. Me permito dejar de pensar y así me mantengo en forma. Hoy tengo que correr un poco más, me tomé unas cuantas galletas de más y no puedo permitirme esos azúcares calóricos en mi cuerpo. Ni siquiera puedo pararme a pensar en lo que significa para mi cuerpo, para ella, por qué no, simplemente no. Corre más, vamos Alicia tu puedes.

Sigo corriendo, ahora con todas mis fuerzas, noto como los pulmones se me cierran, como el aire cada vez me llega menos, como me miran, me juzgan, creo que los árboles me gritan, o quizá son las nubes y pájaros. No, son todos los que lo hacen, estoy segura. Todo a mi alrededor me mira, ella también..

-AHHHH- Mis rodillas chocan con el suelo arenoso, mis manos no tienen tiempo de reaccionar y caigo estrepitosamente en el suelo. Genial, ya no soy un pollo saltarín, ahora soy una patata aplastada, retorcida, sucia. Seguro enamoró al señor potato. Me quedo unos segundos parada, bueno tirada, en el suelo, congelada, como si ese hecho pudiese evitar que me cayera. Intento levantarme, pero un dolor me recorre entera, me siento en el suelo e inspecciono mi cuerpo. Es de noche, así que no puedo ver todos los daños de la caída, pero si puedo ver mis rodillas ensangrentadas. -Genial...- Cierro los ojos, ahora mismo todos mis sentidos están puestos en el dolor que me recorre el cuerpo y parece que ningún otro nervio es funcional para hacerme levantar.

-Sabes que el Sol se toma en la playa ¿No? Que se suele tomar durante el día,cuando hace sol, y con menos ropa... ya sabes...- Oh no, no porfavor, no podía ser. De todas las personas que podían pasear y pasar por aquí tenía que ser el.. Shawn Jones Brown. Esto era demasiado humillante.

-He salido a correr-

-Claro, ¡se corre muy bien estando sentado!- Puede parecer una locura, pero noto su mirada fija en mí a pesar que no se distingue nada. Esa sensación que notas cuando alguien te mira, sin embargo aún no ha salido de donde quiera que esté.

-¿Dónde estás?-

-Aquí...- Oigo sus pisadas detrás de mí, no puedo evitar que un escalofrío me recorre entera, y no precisamente por el frío que se hace cada vez más intenso. -Joder Alicia! ¿Qué has hecho? ¡No pensé que la caída hubiera sido tan grave!- Me le quedo mirando unos segundos, porque ahora está delante de mí, agachado a mi altura. Porque el aire se ha hecho más intenso. Me ha visto caerme, genial, pero no está riendo de mí, al contrario, parece preocupado. El golpe ha debido de ser más grande de lo que pensé, seguro que mi contra la cabeza, morí y depositaron mi cuerpo aquí. -¿A qué coño jugabas yendo tan rápido? Acaso te persigue alguien? ¿Había alguna urgencia que lo requiriese?-

-Cuánto tiempo llevas siguiéndome?- Si sabía que había ido rápido es que llevaba un tiempo detrás de mí, sobre todo porque esa velocidad la tomé en los minutos antes de que cayera, así que no era casualidad que él estuviera aquí ahora.

-Contesta a mi pregunta...- Ese tono.. esa voz ronca...

-Me gusta ir rápido, además hoy tocaba doble esfuerzo...-

-Buscabas matarte o qué ? bueno pues felicidades porque casi lo logras... Y déjate de dobles esfuerzos Ali, estás bien!-

Me aparté de él como pude, me impulsé con las piernas y logré levantarme a duras penas. Todo en mi temblaba, notaba las rodillas flácidas, me ardían. No pude evitar poner una mueca de dolor y cuando intenté dar un paso caí hacia delante. Algo impidió mi caída, más bien algo suave, una tela, y algo me sostenía. Mire hacia ambos lados, eran unas manos, bastantes grandes, seguro se acoplarían a mi cintura como un puzzle. No pienses en eso. Mi cara estaba pegada a un torso, y a pesar de que una tela le cubría , podía perfectamente sentir las curvaturas de un cuerpo trabajado y definido.

INEFABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora