Parte 5

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De las tres personas que se hallaban en la habitación, la única que no lucía preocupada era quien más debería haberlo estado. En lugar de eso, Isabel parecía muy tranquila a pesar del hedor que salía de ella misma, por el canal de parto. El hedor impregnaba la estancia...

—Ya veo su cabeza —dijo el médico, a quien el sudor le corría por la frente. A su lado, la enfermera sostenía unas toallas blancas y parecía a punto de vomitar o desmayarse.

Eran las tres de la madrugada. Afuera, el marido de Isabel se mesaba los cabellos; sabía que algo no estaba bien.

—Quiero que empuje una vez más, ¿de acuerdo? —le ordenó el médico a su paciente—. Ya casi termina.

Isabel empujó. Curiosamente, no sentía dolor; la estatuilla que aferraba en su diestra era superior a las hierbas medicinales en ese aspecto.

El bebé salió del cuerpo de su madre con sorprendente facilidad... y en el más absoluto silencio. El médico y la enfermera se miraron con idénticas expresiones de contrariedad. El niño fue envuelto en las toallas rápidamente, como para que su madre no lo viera, y después de cortar el cordón que lo unía a Isabel, el médico se lo llevó a una esquina de la habitación donde empezó a manipularlo.

El bebé seguía sin llorar. Isabel, siempre en calma, apretó aun más la estatuilla y dijo una serie de palabras que la enfermera no pudo comprender. ¿Se trataría de una plegaria?

Al cabo de diez minutos, el médico se volteó hacia la paciente. Estaba manchado de sangre hasta los codos y una gran tristeza se reflejaba en sus bondadosas facciones. Con patente dificultad, comenzó a decir:

—Yo... lo lamento mucho... no sabe cuánto... pero me temo que...

—Deme a mi bebé —lo interrumpió Isabel. Su voz era firme, segura.

—El niño...

—Deme a mi bebé.

El médico levantó el montón de toallas que tapaban a la criatura y obedeció la orden, pero desviando la mirada. A la enfermera se le contrajo el rostro, y sólo con un tremendo esfuerzo consiguió no echarse a llorar. Isabel extendió los brazos para recibir a su hijo.

El pequeño no respiraba. Estaba azul, hinchado, y lo cubría un líquido viscoso de color marrón. La joven, no obstante, sonrió; luego recostó al niño contra su pecho y le cantó una canción de cuna en un lenguaje desconocido. Ante esto, el doctor y su asistente pensaron que Isabel se había vuelto loca... hasta que el bebé soltó un maravilloso alarido que se oyó por toda la casa.

El niño, ahora sonrosado, se debatió entre las toallas como si su aspereza lo molestara. Estaba vivo. Vivo.

La puerta se abrió dejando entrar al padre del niño, quien nunca se había visto tan feliz. Él y su esposa se abrazaron y de pronto todo el sufrimiento quedó atrás, olvidado ante la presencia del hermoso niño que descansaba entre ellos.

—Aún podemos ayudar tu bebé, pero... ¿qué tanto estás dispuesta a pagar?

Isabel despertó. Habían pasado cinco años y su hijo ya no era un bebé sino un alegre muchachito, que en esos momentos trotaba por el jardín como un cervato. Tenía el pelo castaño de su padre, los ojos azules de su madre y una inteligencia inusitada para un chiquillo de su edad. Isabel lo amaba con toda el alma.

Al ver a su madre despierta, Eduardo corrió hacia ella. Isabel lo levantó en vilo, dando vueltas como un trompo, y ambos rieron a más no poder. Cuando Isabel se sentó, empero, el niño la observó con atención y frunció el entrecejo. Estirando una mano para tocar las lágrimas que se deslizaban por el rostro de la mujer, preguntó:

—¿Qué pasa, mamá?

Ella lo besó en la frente.

—Nada, cariño. Todo está bien. Anda, vamos adentro; tu papá llegará pronto y tenemos que preparar la comida.

Madre e hijo entraron a la casa.

—Aún podemos ayudar tu bebé, pero... ¿qué tanto estás dispuesta a pagar?

Isabel, de pie en el umbral, giró sobre sus talones y miró hacia afuera. Allí no había nada, salvo el camino y algunos árboles. Sin embargo, después de cerrar la puerta le dio dos vueltas a la llave y guardó la misma en su bolsillo.

(Continuará...)

Gissel Escudero

http://elmundodegissel.blogspot.com/ (blog humorístico)

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La madre malditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora