Parte II

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—Hace un día hermoso—susurró Diane mirando el cielo y Justin asintió abrazándola. En verdad hacia un día hermoso en Tribune Bay; y eso que apenas estaba empezando el verano y le agradaba tanto estar en su ciudad natal para disfrutarlo. —A tu abuelo le hubiera encantado estar aquí—dijo. Su esposo amaba los días soleados y la playa. Eran muy pocas las veces que iban, pero ambos disfrutaban todos los días en sus paseos mañaneros el sol. Extrañaría esos momentos, lo extrañaría a él, pero su Bruce estaba en un mejor lugar. Estaba con Dios y ambos cuidarían de ella y de su nieto; de eso estaba segura.

—Estoy seguro que si—sonrió Justin viendo las olas. Ambos permanecieron en silencio por varios minutos disfrutando de una calidad tarde en la playa. Diane sacó su teléfono y colocó su canción favorita de los Beatles. Su esposo siempre había sido fanático y ambos se habían conocido en una noche de trivia sobre los Beatles. Desde entonces se había vuelto algo de ellos. Colocó su canción favorita: I Wanna Hold Your Hand y apretó fuertemente la urna en sus brazos. Ahí dentro se encontraba todo lo que quedaba de su esposo. Miró a su nieto que lloraba en silencio con la mirada perdida y sonrió de lado. Agradecía tanto la presencia de su nieto; él se había mostrado tan fuerte, pero sabia que en el fondo se sentía muy culpable por no haber estado ahí antes. Siempre había sido un niño muy apegado a ellos; fue difícil para el ir a una universidad fuera de Canadá y lo fue a un mas mantenerse en el medio entre sus papás y ellos. Nunca quiso poner a su nieto en esa posición; pero tenia una hija egoísta. Cuanto daría porque su hija estuviera ahí; después de todo era su papá y a su Bruce le haría tan feliz. Su ultimo deseo era que ellas dos se arreglaran, pero Diane sabia que eso no iba a suceder. Su hija tenia mucho coraje y mucho dolor contra ella; no estaba segura que quisiera hacer las paces aún. Le daría su espacio; así había hecho durante años. Muy en el fondo creía que su hija vendría cuando estuviera lista.

—Sabes que no estamos molestos contigo cielo, tu abuelo no lo está—le aseguró Diane y Justin asintió bajando la cabeza llorando en silencio. Sentía tanta culpa y dolor dentro de él; hubiera dado lo que fuera por despedirse de su abuelo, verlo una última vez. —Tu abuelo entendía que tenías una vida, así fue con tu mamá—se le entrecortó la voz y Justin la miró. —A veces debes dejar volar a tus hijos, aunque duela—sonrió de lado. —A pesar de que no nos habla, se que nos ama y ella sabe que la amamos, que siempre la vamos a amar y que estaremos aquí para ella cuando decida volver, Bruce lo está—susurró entre lágrimas y Justin asintió besando las manos de su abuela. Esperaba que así fuera; que algún día su madre dejara atrás todo el pasado y volviera con sus padres. Ya su abuelo no estaba, pero su abuela si y estaba seguro que era lo mas que necesitaba en este momento. —Tu mamá aún no está lista para perdonarnos, pero nosotros ya la perdonamos y tu abuelo te perdonó—sonrió acariciándole el rostro. —Y estoy segura que debe estar muy contento de verte de vuelta aquí, de seguro debe estar riéndose por lo de la panadería—ambos rieron. —Y estoy segura que me ayudara a ponerte a alguien en camino, ambos queremos bisnietos—rio al ver la cara de asustado de su nieto. — ¿Estas listo? —preguntó y Justin asintió. Ambos abrieron la urna que llevaba las cenizas de su abuelo y en silencio acompañado con el sonido de las olas y el espléndido día que hacía, soltaron las cenizas de Bruce Mallete en su lugar favorito; la playa. Ambos en silencio le dedicaron unas palabras y Justin sintió paz por primera vez en días. Podía sentir como la brisa lo abrasaba y sabia que su abuelo estaba ahí. sonrió limpiándose las lágrimas y miró a su abuela que murmuraba la letra de la canción. Se puso de pie y se alejó su abuela. Ella necesitaba su espacio para despedirse del amor de su vida.

—Hace un día precioso—sonrió Christine al verlo acercarse y Justin asintió tomando asiento a su lado. — ¿Estas bien? —preguntó al verle los ojos aguados y Justin asintió. Él estaba bien, ya se había despedido de su abuelo y estaba en paz. Lo único que nunca se perdonaría era no haber venido antes a verlo, pero sabía que su abuelo lo perdonaba. así era Bruce Mallette; nunca guardaba rencor, siempre perdonaba. —Lamento lo de horita, solo estaba jugando—dijo y Justin apretó la mandíbula sin decir nada. Para él no había sido un juego. Primero se burlaba de él y luego lo excitaba haciendo que la tocara. Eso lo tenía muy confundido, no estaba entendiendo que estaba pasando, que le estaba pasando a él. Nunca una chica había sido tan atrevida con el como lo era Christine. Normalmente, él era el atrevido y sabía que hacer o decir, pero con Christine se sentía perdido y confuso. Odiaba sentirse así, odiaba no saber cómo se sentía o que quería. Joder, que nunca se había sentido así con una chica. —Quería relajar el ambiente, siento que te molestaste cuando evadí tus preguntas respecto a esto—señaló su rostro y Justin asintió. Con la luz de sol, su piel se veía más pálida y eso hacía que el moretón se viera más oscuro. —Mi ex mejor amiga me golpeó—dijo mirándolo y Justin abrió la boca para decir algo, pero esta lo paró. Iba a contarle toda su historia antes de que se enterara por otros, o peor aún que ya lo supiera. Tenía una mala reputación en el pueblo; parte de ella no quería que Justin pensara mal de ella. —Hace dos años conocí al hermano de la que era mi mejor amiga, Carl—explicó sin mirarlo. Era lo mejor; si veía sus ojos mieles se iba arrepentir o peor aún, vería miedo, rechazo o algo peor. No quería ver lo que él pensaba de ella; aun no. —Como sabrás, Carl es hijo del senador, el hijo ejemplar—rio sarcásticamente. Carl y su familia estaban lejos de ser una familia ejemplar. Frente al pueblo y frente a todos se mostraban como perfectos, pero estaban lejos de serlo. Eran una familia egocéntrica, egoísta y cruel. A ella le había tomado tiempo ver sus verdaderas identidades. —Aunque está muy lejos de eso, es un abusador—dijo. —Siempre buscaba la manera de hacerme sentir mal; sino era por lo torpe que soy, era por lo que decía o por mi cuerpo—se encogió de hombros. —Siempre he parecido de bulimia, me cuesta aceptar mi cuerpo como es y él lo sabía, me hacía sentir miserable y me hacía odiar mi cuerpo—suspiró negando. Se sentía tan asqueada de ella misma. Por culpa de ese imbécil tenía más complejos que nunca y le costaba ver su cuerpo. Aun no entendía como estaba usando un vestido corto; tal vez era porque lo había elegido pensando en que vería a Justin; algo que no entendía. No entendía porque actuaba con el así; ella nunca había sido una chica atrevida, segura de sí misma y con él se sentía así. Con él no tenía miedo de mostrarse como era, de mostrar su cuerpo. Diablos, que lo dejó verla en tanga. ¡Eso nunca había pasado antes! Pero no tenía caso buscarles una razón a sus acciones; no la había, no las entendía.

Ghost {Justin Bieber Short Story}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora