17; El teléfono

1K 139 13
                                    

—Pensé que no vendrías.

Jungkook no esperó que la persona que estuviese al otro lado de la puerta a esas horas de la noche, fuese Lisa.

Y no es que se estuviese quejando, todo lo contrario, en su pecho estalló una felicidad que no le permitió contener la sonrisa formándose en la comisura de sus labios.

—Te dije que íbamos a seguir.—Exclamó sonriendo.—Te traje comida.—Añadió.

Mientras Lisa pasaba a su departamento y le hablaba, Jungkook parecía no estar prestandole mucha atención, pero ella no se daba cuenta.

El chico no podía creer que la tailandesa de verdad estuviese estuviese su departamento actuando de esa forma; había traído comida y parecía más entusiasmada que nunca.

Le provocaba un sentimiento cálido en el corazón que él hace mucho tiempo no sentía, pero que lo llenaba de maneras muy diferentes si se trataba de Lisa.

—¿Vemos una película?—Preguntó.—¿Jungkook? ¿Estás bien?

Lisa frunció el ceño confundida y preocupada al ver que Jungkook sólo estaba de pie frente a ella, mirándola con una expresión que no denotaba ningún tipo de emoción o reacción. Parecía pasmado.

—Jungkook, si te sucede al-

Antes de que pudiera terminar su frase, lo que sintió fueron unos labios suaves y carnosos chocar contra los de ella.

Esa sensación dulce que ya conocía muy bien y que siempre podía hacerle sentir en las nubes, como algodón de azúcar. Lisa podía derretirse por sus besos y hasta punto, no le importaba mucho hacerlo.

Llevó las manos hasta la nuca de Jungkook, mientras sentía las manos tatuadas de él bajar hasta su cintura descubierta por el crop top.

Lo sentía acariciar suavemente la piel a su alcance, mientras los dedos de Lisa se perdían en su cabello suave y despeinado.

Parecían ser sólo los dos y ya, sin un mundo externo, sin preocupaciones o prejuicios perturbando lo que empezaba a nacer entre ellos.

Lisa se sentía libre, se sentía persona cuando estaba en sus brazos, cuando él le besaba como si fuese la última vez que pudiera hacerlo y la tocaba como si valiera todo el oro del mundo.

—Ah, mierda.

La tailandesa se separó en cuanto escuchó el quejido ronco que soltó Jungkook al intentar cargarla. Él se llevó una mano hasta la nuca, como si aquello fuese disipar el dolor que estaba sintiendo en el momento.

—Jungkook.—Se acercó, preocupada.—¿Estás bien?

Jungkook no quería verse débil ante ella, menos en un momento como ese, pero el dolor que sentía parecía recorrer desde su nuca hasta los hombros y se volvía cada vez más insoportable para él.

—Después de todos los ensayos que hemos tenido, no me ha dejado de doler.—Dijo, refiriéndose a la zona de su nuca y hombros.

Lisa no pudo evitar sentirse pésima. Él y los chicos estuvieron trabajando todos estos días, mientras ella tenía vacaciones y ahora venía a la casa de Jungkook, para quitarle tiempo de su descanso.

—Lo siento, no debería estar aquí, tienes que descansar.—Dijo bajito.

—No, no, no. Nada de eso.—Reaccionó de inmediato, llevando su mano que cayó pesada en la mejilla suave de Lisa.—Tu presencia me recarga. Por favor, no te vayas, Lisa.

Y la manera en que lo dijo, su voz que parecía gotear miel y esos ojos, la podían convencer hasta de dejar su trabajo si se lo pidiese.

Hasta ese punto había llegado.

Karma » lizkook (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora