El padre de Hope golpeaba a su madre.
Bueno, técnicamente fue solo una vez, pero esos dos segundos que tardó la mano de Benedic Grant en llegar a la morena mejilla de Edna Gutiérrez fueron suficientes para petrificar a Hope en la entrada de su cuarto cuando ella era tan solo una niña. Escuchar a su madre gritar por el dolor que se esparcía por su piel fue la huella inolvidable que su una vez amado padre dejó marcada en ella como un corte en una piedra.
Sus padres eran uno de los pocos, pero existentes casos fallidos de la aplicación Destinos Encontrados implementada por el gobierno para encontrarte a tu supuesta alma gemela.
Nadie sabía cómo lo hacían; cómo es que a las 2 de la madrugada en punto de tu cumpleaños número veinte una notificación aparecía en tu pantalla informándote quien era la persona que te complementaría para siempre. Nadie sabía cómo es que casi siempre solían estar en lo correcto, o cómo cuando conocían a la persona cuyo nombre desconociste toda tu vida, una cálida llama comenzaba a derretir sus almas hasta volveras liquidas y unirlas para siempre una vez solidificadas de nuevo.
Muchos habían dejado de preguntarse el cómo, otros especulaban que un poder divino estaba involucrado. Hope era de las que pensaba que alguien monitoreaba todos tus gustos mediante las cosas que buscabas en internet, la música que escuchabas y las cosas que comprabas y solo te unían con alguien con un registro de internet similar al tuyo.
Ella era fiel creyente de que vendían la coincidencia disfrazada de almas gemelas, pues, ¿quién no quiere sumergirse totalmente en la idea de que hay alguien moldeado especialmente para ti?
Sus ojos azules miraron su celular con horror mientras un nudo se iba formando en su garganta. Hope sabía que su madre no se había ido a acostar hace dos horas cuando su fiesta de cumpleaños terminó, sino que, estaba en su habitación, rogando que su hija no tuviera la misma suerte que ella tuvo al ser unida con alguien tan desagradable como su padre.
Dos palabras.
Solo dos palabras era lo único que aparecía el mensaje de la jodida aplicación que no importaba cuantas veces la desinstalara, volvía a aparecer al día siguiente.
Asher Fray.
Hope tomó un hondo y largo suspiro, tratando de controlar el remolino de emociones que rugía con fuerza en su pecho.
Si borraba el mensaje, podía actuar como si nada hubiera pasado, ¿verdad?
El pensamiento no se había terminado de formar completamente en su cabeza cuando sus dedos, como si tuvieran vida propia, ya estaban deslizándose sobre la pantalla, borrando el mensaje y la maldita aplicación una vez más.
Podía fingir—hasta creérselo— que esa maldita notificación que tenía como decoración dos corazones unidos por un hilo rojo arriba en la derecha del mensaje nunca había llegado. Mañana, a lo largo de su día en la universidad podía decir que algo había fallado y que no había recibido nada cuando le preguntaran el nombre del chico que debía agregar felicidad a su ya plena vida. Podía aparentar sentir el peso de la tristeza más consumidora en sus hombros, mentir y decir lo devastada que se sentía al no haber escuchado nada de Destinos Encontrados durante toda la noche; hasta podía pellizcarse hasta que lágrimas engañosas salieran de sus ojos y entre sollozos, exclamar que esperó toda lo noche cuando en realidad hubiera sentido el alivio más grande del mundo si esa notificación no hubiera llegado.
La pantalla de su celular se volvió a iluminar, mandando dagas por su espalda.
—Maldita sea— Hope susurró, cerrando los ojos con fuerza cuando lo único que quería hacer era lanzar el celular contra la pared color crema de su habitación—. No vas a estar ahí cuando vea de nuevo—ordenó, o suplicó. No sabía muy bien que tipo de función podían tomar sus desesperadas palabras.
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MOIRA
Romance"-Las almas gemelas no existen-ella dijo, remarcando cada palabra mientras miraba el eterno universo que eran sus ojos. -Tal vez no-respondió Asher, bajando su mirada a los labios de Hope, haciendo que el corazón de ella se acelerara mientras su cue...