Capítulo único

1.4K 93 33
                                    


Fubuki sabía perfectamente cómo funcionaba el amor, a lo largo de su vida había tenido la oportunidad de gustar de ciertas personas o al menos tener cierto interés de por medio. Como aquel chico que le pagaba sus almuerzos todos los días en la primaria, o aquel chico que reservaba su asiento durante las clases y le traía frescas bebidas en las tardes de verano en secundaria. Con el tiempo había aprendido a desmeritar sus emociones ante los ojos del público para salirse victoriosa, para nunca mostrarse con el corazón roto, todo esto en cada una de las relaciones en las que había estado.

Había roto corazones de inocentes e ilusionado a alguna que otra presa desprevenida, pero no era su culpa; era simplemente que las personas ingenuas no están hechas para el amor porque siempre terminarían perdiendo. Fubuki estaba segura que ella no era ingenua, porque ella siempre conseguía lo que quería y cuando lo quería.

Su mejor carnada, además de su indiscutible belleza y sensualidad, eran sus habilidades de persuasión que atraía con facilidad a casi cualquier clase de hombre y lo colocaba bajo sus pies en cuestión de días, horas quizás para los más débiles, porque Fubuki se consideraba la reina del convencimiento y de las negociaciones en la búsqueda del beneficio propio, e incluso algunas veces, a costa de los demás.

—Nunca te enamores. — Dijo Tatsumaki, su hermana mayor, en casa durante la cena después un día de clases de secundaria. —Esa cosa llamada amor sólo te distrae de cosas mejores, también te vuelve dependiente hacia otra persona y eso de depender de otros es para gente inútil.

Fubuki revolvió un poco su comida, contando mentalmente las calorías, últimamente se había comenzado a preocupar de sobremanera por su cuerpo. Guardó silencio, sonriendo, su hermana había comenzado a comer con la boca abierta de nuevo. —Claro hermana, es una pérdida de tiempo.

—¡Exacto! — Tatsumaki soltó de inmediato. —Es bueno saber que no eres tan tonta como las demás.

Por supuesto que Fubuki no era una mujer tonta. Ella ya había decidido nunca enamorarse, incluso mucho antes de que su hermana se lo dijera.

Fubuki se atrevió a entrometerse, disimulando su curiosidad con una sonrisa aparentemente inocente. —Me parece interesante que lo menciones hasta ahora, ¿por qué? ¿Te pasó algo últimamente?

—Sí, un idiota se me declaró de nuevo. Obviamente lo rechacé.

Tatsumaki no parecía darle ni la menor importancia al hecho. Por otro lado, a Fubuki se le cayó la sonrisa. Estaba pasando eso de nuevo: un chico se le confesaba a su hermana. Alguien volvía a caer rendido a los pies de ella. Mientras Tatsumaki comía, indiferente a la mirada perforante que Fubuki mantenía sobre ella. Fubuki no lo entendía, ¿cómo su hermana, alguien tan feroz y considerada un ser de temer por toda la escuela, se las apañaba para obtener la atención de un gran número de pretendientes? ¿Y por qué parecía restarle tanta importancia?

—¿Y estás bien con eso? —Preguntó Fubuki. —¿No sería más divertido aceptarlo y utilizarlo a tu conveniencia?

—¿Y tener a un inútil pegado a mí todos los días? ¡Ja!

—Podría cargarte tu mochila y pagarte tus almuerzos.

Fubuki levantó la mirada y se encontró con los ojos de su hermana mayor, ojos molestos y feroces como lanzas sobre ella.

—¿Acaso insinúas que yo no soy lo suficientemente buena para cargar mi propia mochila o comprar mis comidas?

Fubuki no pudo evitar sonreír de nuevo, tratando de no verse demasiado condescendiente. No es que considerara a su hermana mayor como alguien débil, definitivamente no, pero, ¿aún no se daba cuenta del poder que tenía en sus manos?

El hombre de Fubuki (Saibuki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora