Epílogo, ardiendo en cenizas.

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Lola murió una madrugada como esta, hace cinco años. Cayó en el suelo frío con su cuerpo helado manchado de un líquido caliente y de un rojo tan vivo que no resultaba irónico pensar que se estaba llevando la vida de la chica de labios rojos.

Richard Farid el joven de cabello oscuro y piel pálida, adicto a los Malboro's y al café amargo, no cambió demasiado. Siguió siendo un misterioso chico que parecia detestar la vida, el típico joven que no te sorprendería ver al borde de un puente. Y aunqur alguna vez le prometió a una lápida de piedra irse de allí y vivir, jamás lo cumplió.
Si, terminó su infierno, lo inundó en lágrimas e ira y escapó de todo lo que conocía para comenzar de nuevo.

Ahora, cinco años después, tiene,una pequeña casa en el mismo pueblo, lejos del cementerio y muy cerca del refugio del que ahora es dueño, convive con sus demonios y suele caminar las madrugadas de invierno hasta aquélla lápida sin vida.

Parece que nadie lo ve, a nadie le importa, pero solo lo parece, hay una niña, de sonrisas a montón y mejillas rojas cómo el carmín, demasiado tímida cómo para enfrentarse al niño que no sonríe y contarle un chiste, ese mismo chico malhumorado que trabaja en ese café al que tanto le gustaría ir.
Pero una buena noche, tiene una idea, y junto con el dinero del pago por su pedido, la tímida chica deja sobre la mesa una pequeña nota firmada con iniciales, L.O y, para él es una señal y esa noche cuando nadie lo ve, mientras camina entre el frío abrigado con su vieja gabardina, sonríe.

Lola. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora