Capítulo 5: Amor y dudas.

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La calle era interrumpida en su silencio por las carcajadas y casi gritos de ambos jóvenes. Estos, hablaban sin tener en cuenta su alto volumen, emocionados y tronchados por lo pasado anteriormente.

Solo transcurrieron tres horas desde lo acontecido en el cine y, todavía, sentían esa tensión de ser descubiertos.

Si hubieran tardado tres segundos más, el guardia los habría echado a patadas de allí. Eso, si hubieran tenido suerte porque, sino, habría llamado a la policía por escándalo público.

– A lo justo – rió el castaño mientras caminaban a casa. Debido al calor del momento, decidieron volver andando, sin importarles que atardecía pronto y que ya era de noche.

– Por poco nos pillan – comentó de la misma manera. – Habría sido incómodo.

– ¿Incómodo? Habría sido incomodísimo. Imagínate que nos hubieran visto: yo en tu interior y tú gimiendo tan deliciosamente como lo haces – siguió con su risa. – Ahora me carcajeo pero, si nos hubieran cogido, estaría abochornado.

– Yo igual. Me habría muerto de la vergüenza... Aunque no te voy a mentir, me calenté mucho – dijo a la vez que ingresaba el código de la urbanización en la puerta. Ésta, hizo un sonido de apertura antes de ceder ante su empuje.

El complejo privado no era muy grande, en realidad, estaba formado solo por tres calles. Sin embargo, era un lugar agradable para vivir, donde la tranquilidad estaba a la orden del día.

Apenas había personas en la acera ya que muchos trabajaban fuera y no llegaban hasta tarde. Éste, era el caso de la madre de Zhan y los padres de Yibo, los cuales, dejaban solos a sus hijos la mayor parte del tiempo.

Los señores Wang, conocían de sobra la actitud extrovertida y don juanesca de su hijo. Les parecía normal que un chico de su edad quisiera abrirse al ámbito del sexo, de los amigos y de las parejas.

Por otro lado, la señora Xiao, era más conservadora en ese término. Ella crió a su hijo con decencia y honestidad, causando que aún creyera en la virginidad de Zhan. Para la mujer, su niño seguía siendo eso, "un niño", provocando que no conociera ni la filia del azabache ni el secreto pasado de éste. O, al menos, era lo que el adolescente pensaba.

– Es normal que sientas eso..., tienes agorafilia. Ser descubierto es como un chute de excitación extra – rió suavemente a la par que Xiao reflexionaba.

– Yibo...

– ¿Sí?

– ¿Tú crees... que debería de haberme callado?

– ¿Cómo?

– Cuando... vi llegar a las otras personas..., ¿debí haberme callado? ¿Haber parado de gemir para que no nos pillasen? – se sentía un poco culpable.

– ¿Qué? Zhan..., los gemidos son respuestas propias del cuerpo al placer. Ni tú, ni yo, ni nadie, puede detenerlos.

– Pero... por mi causa nos escucharon.

– No fue tu causa.

– Sí, lo fue. Y no vuelvas a decir que no, Yibo.

– Bueno..., pues entonces también es culpa mía.

– ¿Tuya?

– Obvio. ¿Gemías por tu propia cuenta o qué? – cuestionó mientras subían los cuatro peldaños de la entrada de la casa del pelinegro. – Si lo hacías, era porque te estaba haciendo el amor duramente y sin descanso. Si nos basamos en eso, yo tengo, en verdad, toda la culpa – aquello, hizo sonreír al contrario. Le iba a ser difícil no caer en sus encantos antes de terminar.

Filia | Yizhan (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora