– ¿Entonces mi madre lo sabía?
– Mm. Estuvo hablando conmigo y me lo dijo.
– No tenía ni idea.... Perdón si te hizo sentir incómodo – apoyó la cabeza en su hombro.
– Tranquilo. Al revés, fue muy agradable. Creo que le caigo bien.
– ¿De verdad? – se separó y lo miró fijamente.
– Mm. Enserio.
– Eso... está muy bien – sonrió.
– Sí. Aunque..., dejando el tema de tu madre de lado..., ¿por qué nos has hecho perder el anterior autobús?
– ¿Yo? ¿Hacer perder el autobús?
– No te hagas el tonto – le golpeó levemente la nariz. – ¿Quién tarda más de tres cuartos de hora en el baño? Por poco nos dejan encerrados en el instituto.
– No habría sido ningún problema. Si eso hubiera pasado... habría cambiado el lugar y lo habríamos vuelto a hacer en el instituto – lo miró con picardía.
– Cómo te gusta provocarme – le besó rápidamente. – Pero quiero llegar a casa pronto y, a este paso, regresaremos a las cinco de la tarde.
– Buena hora, ¿no?
– Será para ti porque yo tengo hambre... y sed. Sobre todo sed. Me quedé sin agua en la botella hace como tres horas – hizo un puchero gracioso.
– Eres muy tierno – juntó sus labios. – Pero deja de ser tan quejica. Mira, por allí viene el autobús ya – señaló al otro lado de la calle.
– Menos mal.
– ¿Menos mal? Solo hemos esperado siete minutos, ni que hubiera pasado toda una vida.
– ¿Siete minutos?
– Sí, siete.
– Wow. Yo creí que habían pasado dos – esa tontería, hizo soltar varias carcajadas al pelinegro. Amaba las estupideces del menor con toda su alma y cómo, con una simple conversación, le hacía olvidar las inquietudes.
Yibo era único en su especie.
Ambos adolescentes se subieron al vehículo casi vacío. A parte del conductor, solo una chica sentada en los primeros asientos y una anciana que parecía bajarse en la siguiente parada estaban con ellos.
El castaño, iba a tomar asiento dos filas más atrás de la joven que escuchaba música con sus auriculares. Sin embargo, Zhan le hizo continuar hacia adelante..., hasta pararlo en los lugares del fondo.
– ¿Qué... qué haces? – preguntó cuando el mayor le obligó a sentarse en una esquina y comenzó a besar su cuello.
– Eligiendo... el sitio perfecto para la siguiente prueba – explicó con una sonrisa ladeada a la par que bajaba el cierre del pantalón de su uniforme y el del contrario. – Siempre quise follar en el transporte público.
A diferencia de las otras veces, el pelicastaño no replicó. Sabía que solo lograría poner tenso a Xiao y recordarle algo que él deseaba superar. Además, debía reconocer sus terribles deseos por entrar dentro de su anatomía, de hacerle el amor de nuevo.
Zhan, se encargó de bajar toda la ropa inferior del castaño, lo justo para que su miembro saliese de esa cárcel. Tras mirarlo con gusto, se agachó, guardando el equilibrio debido a los baches de la carretera, hasta chuparlo y despertarlo. Lo necesitaba bien lubricado y parado o sería complicado que lo penetrase.
Lamió el glande y estimuló sus testículos con las manos. Luego, lo metió más profundo en su cavidad, produciéndole arcadas cuando la punta llegó a su garganta. No obstante, las aguantó, llevando al cielo y al infierno a su acompañante.
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Filia | Yizhan (Terminada)
Fanfiction"Los calladitos son los peores" Una frase que Yibo no se llegaba a creer pero que comprobó cuando decidió declararse a Zhan. El delgado y atractivo azabache era el típico cerebrito de la clase. Siempre sacaba buenas notas, era tímido con todos, solo...