4. Kiss me

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Draco se encontraba en la sala de descanso, sirviéndose una taza de té verde. Eran las cinco de la mañana y su turno apenas comenzaba, luego podría tomar algo liviano en el desayuno junto a Blaise.

—Draco, buenos días —Theo entró a la sala sonriente, saludándolo con un beso en la mejilla.

No había malicia de por medio, de todas maneras ambos habían estado casados y la costumbre de preocuparse y ser dulces el uno con el otro permanecía. Por lo que no era extraño verlos a veces bromeando muy de cerca o incluso abrazándose.

Muchos especulaban que quizá aún había sentimientos de por medio, dado que dos años de separación no era mucho, menos cuando ambos se veían la cara todos los días. Y quizá eso podía confundirlos, haciéndolos entrar en un proceso de sanación más lento.

Pero todo estaba bien, Draco ya lo había superado y se enfocó en su carrera como doctor, mientras que Theo comenzó a salir y conocer a otras personas. Estaba bien, Draco no se sentía ofendido por ello.

—Buenos días —saluda, devolviéndole la sonrisa, mientras le da un sorbo a su té.

—Hace mucho no te he visto. ¿Te has estado cuidando, verdad? —se voltea a él mientras se sirve una taza de café fuerte.

Al convivir juntos, literalmente él siempre se la pasaba recordándole a Draco que debía comer, y generalmente siempre le dejaba comida y ensaladas para que se alimentara.

Draco era bastante descuidado con la comida, se enfocaba más en su trabajo y sus pacientes que a veces pasaba turnos de treinta horas solo con un té verde, su favorito, y una galleta. Theo odiaba esa mala costumbre, por lo que en esos dos años de matrimonio siempre se encargó de cocinar por él.

Era encantador, Draco siempre se lo agradecía porque por él se la mantenía saludable y rellenito, además de cocinar exquisito. Y una de las preocupaciones de Theo al separarse de Draco era esta, el que no se alimentara bien después del divorcio. Aún seguía siendo su mejor amigo y se preocupaba.

—Sí, bueno... He pasado algunos días muy atareado y se me olvida que tengo que comer —Draco da una risita nerviosa, esperando un regaño de su parte. Y por supuesto que lo tuvo.

—¡Draco! Sabes que nunca me gustó esa mala costumbre —Theo puso una mano en su hombro, mirándolo preocupado—. No porque seas doctor significa que-

—Que soy inmune, lo sé —lo interrumpe—. Tranquilo, ¿bien? Solo han sido unos días de mucho estrés que no se me apetece cocinar nada.

—Eso lo entiendo pero... Podrías comer en el edificio o pedir algo para llevar —lo mira en desaprobación—. Te veo más delgado, Draco... Lastimosamente nuestros turnos juntos no son constantes, sino te tendría bien alimentado —sonríe con dulzura. Draco suelta una risita.

—Ya no eres mi esposo, Theodore. No tienes ninguna responsabilidad por mí ahora.

—Pero sigues siendo uno de mis mejores amigos, jamás permitiría que sigas malos hábitos después de haber vivido contigo dos años —Theo le da un pellizco a su mejilla y ríe cuando Draco protesta—. Cocinas tan delicioso, no entiendo como no lo haces tan seguido.

Draco da un tierno puchero.

—Me encanta cocinar, pero nunca tengo tiempo... Llego tan cansado del hospital que a veces duermo por quince horas seguidas. Y si no voy a cocinar con pasión y tranquilidad, mejor ni cocino. Me va a salir mal.

Theo rió.

—Pobre del alfa que consigas, Draco —este lo miró ofendido y él se apresuró a corregir—. ¡No me malentiendas! Eres un omega espectacular, pero sabes que no todos los alfas son tolerantes con respecto al tema de los deberes del hogar. Yo cocinaba por ti porque te quiero muchísimo y no me gustaba verte así. Pero... No sabes cómo será tu futuro alfa. Si serán de esos que prefieren que te quedes en casa con las tareas del hogar... Y si no cocinas pues...

Don't fall in love with Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora