¿Qué está pasando?

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La oscuridad me rodea, abrazándome como si pretendiera ser mi aliada, pero sé que no lo es.

Tanteo las paredes buscando un interruptor que me proporcione un poco de luz para poder ver y así moverme libremente por donde quiera que esté.

Los minutos pasan hasta que logro encontrar el interruptor, y cuando lo hago, pulso el botón con rapidez para librarme de la oscuridad.

Me doy la vuelta y observó la habitación. Las paredes grises reciben unos cuantos rayos de luz, pero aún así no consiguen dar un aspecto acogedor.

En una esquina, sobre una puerta metálica descansa un pequeño reloj, el cual no recibe la atención de mi ojos. Estos solo se fijan en la puerta.

Antes de que las agujas puedan hacer un solo movimiento, ya me encuentro en la puerta, aporreándola y gritando al otro lado.

Después de un buen rato pidiendo ayuda, intuyo que no hay nadie detrás de la puerta y que si lo hay, no me presta atención.

Recorro la sala hasta quedar en frente de una mesa con la madera destartalada. Encima se encuentran varios objetos que consiguen alarmarme más. Hay una pistola cargada, un bote con un puñado de hierba seca en su interior y un mechero.

Registro todos los materiales, atenta a todo aquello que pueda servirme para abrir la puerta.

Busco y registro, pero las pistas no vienen a mi.

Derrotada, me dejo caer, observando el movimiento continuo de las agujas del reloj.

Todo mi mundo se para cuando observo más profundamente el artilugio, los números no están en el sitio correspondiente. El doce sigue estando arriba, pero en su lado derecho no está el uno, si no el once. En el lado izquierdo se encuentra el número uno, y donde se supone que debería estar el diez, se halla el número dos, y así consecutivamente. En cambio, las agujas se mueven en el mismo sentido.

En mi cabeza todo gira sin parar, sin dejarme pensar en algo coherente antes de que ese pensamiento se desvanezca.

Al final, una idea cae sobre mí como un cubo de agua fría, y aún cuando me cuesta creerla, sé que esa es la verdadera.

El reloj, la puerta, la mesa y los utensilios. No estoy aquí por una casualidad, alguien me ha dejado adrede, como si fuera algún tipo de prueba, como un hámster que corre por un laberinto para llegar a su queso, guiándose solo por su olfato.

Yo soy el hámster, esta sala es mi laberinto, el otro lado es el queso, y mi mente con los materiales son mi olfato. Solo que yo tengo un tiempo límite para hacerlo, y por eso el reloj con los números cambiados. Es una cuenta atrás, y me quedan diez horas para salir de aquí.

Me levanto de un salto y me voy directa hacia la mesa. Cojo la pistola y, sin saber exactamente lo que hago, dejo que mis manos actúen solas desmontando la pistola y quedándome solo con las balas.

Sin detenerme cojo el bote, y deposito todas las hierbas en la mesa, para volverme a centrar en las cinco balas que poseo. Voy agarrando una a una, y gracias a la oxidación de éstas no me cuesta abrirlas. En cuanto las tengo abiertas arrojo la pólvora dentro del bote, procurando que no quede fuera ni un solo grano. Agarro la hierba seca y la vierto encima de la pólvora para que me dé un poco de tiempo antes de que la pólvora se queme y explote.

Cojo la tapa del bote y el mechero, y los suelto a un lado, junto con el bote.

Sin pensar demasiado, derrumbo la mesa hasta dejar las patas horizontalmente.

Tomo el bote y lo dejo delante de la puerta, para después agarrar el mechero. Lentamente, enciendo una pequeña llama y prendo la hierba, que empieza consumirse rápidamente.

Ahora sí es una cuenta atrás.

Corro a por la tapa para poder cerrar el bote y que el aire no este presente cuando el fuego llegue a la pólvora. Si no tiene aire -oxígeno- explotará, en cambio, si algo sale mal y el aire entra, la pólvora solo se quemará, y yo habré perdido mi oportunidad para salir de aquí.

Enrosco la tapa con velocidad y determinación, hasta que no puede moverse más. Me lanzo hacia detrás de la mesa intentando protegerme. Dos segundos después un ruido ensordecedor retumba por toda la sala, haciendo que mis oídos tiemblen, y sé que la pólvora ha explotado.

Espero uno o dos minutos por precaución, tiempo que se hace eterno.

En cuanto decido salir, la puerta sigue intacta, por lo que me preocupo. Con la desesperación a flor de piel, golpeo la puerta y esta, chirriando, se abre.

Salgo del cuarto donde he amanecido y he estado recluída durante no sé cuanto tiempo. Me encuentro en otra sala donde diecinueve adolescentes me miran fijamente. Entre ellos me encuentro una cara conocida, pero antes de poder dar el primer paso hacia él, me interrumpe una voz firme e intimidante proveniente de una gran pantalla.

-Atentos todos. -Empieza el hombre de aspecto juvenil de la pantalla -Estáis aquí para enfrentaros a quince pruebas mortales. Quien logre pasarlas será recompensado, quien no lo logre, morirá. Buena suerte a todos.

¿Qué está pasando?

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Heey!

Aquí nuestro primer capítulo, esperamos que os guste:)

No tenemos día en que publicar, cuando podamos lo haremos;)

Esperamos que os guste:3

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Sweety_2001 •

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