「Mi Verdadero Yo」

XI. Igual Que El Resto

—¿Ya escucharon? Hay un grupito que se está metiendo en problemas con el instituto a tres cuadras.— dijo Sasara con un tono de espanto.

—Si, se supone que tendrán una pelea en el campo de americano de la otra escuela.

—¿¡HAH?! ¿Por qué tú siempre te enteras de todo? ¿Por qué nunca me cuentas nada?— chilló.

—Es mi deber como presidenta. Y no te digo, porque tú eres muy chismoso, todo mundo se enteraría.

—¿Y por qué no decirle a la directora?— preguntó Rosho, tomándole a su caja de jugo. Ella soltó una pequeña risa.

—Ro, no es tan fácil como parece... hay gente... importante detrás de todo. Si yo hiciera algo... lo mejor que podría pasar, es que me expulsen o algo parecido, no puedo arriesgarme a eso.— tomó su mano.

—Entonces, está bien que no te metas en eso.— dijo con una leve sonrisa y se acercó a besarlo.

—¡Hey!— se quejó Sasara —¡Dejen de actuar como novios! Me siento más solo.

—Somos novios, ¿por qué tendríamos que "dejar de actuar"?— Rosho le dio la razón, besando su mejilla y recargando su cabeza en su hombro.

Sasara hizo una mueca de asco y siguió comiendo, así como ellos. Una vez terminados sus alimentos, ambos chicos fueron a su respectivo club  y ella, regresó al consejo.

—______, vamonos.— dijo Jyuto entrando a la oficina.

La presidenta cerró la carpeta que tenia abierta, y se acercó a él.

El grupo de chicos ya estaban reunidos. Sólo esperaban por su presidenta, así que se dirigieron hacia aquel campo de americano.

Aquel enfrentamiento del que hablaba Sasara, era dirigido por ella. El presidente de aquella escuela, le faltó el respeto a Chuuoku, y mientras ella estuviera al frente, no lo permitiría.

Gente pesada, le dijo a Rosho. Si, el consejo era aquella gente pesada. Él tenia miedo de los problemas internos de la escuela, así que no preguntaba y mucho menos la forzaba a hacer algo. Tenía miedo que algo pudiera pasarle, así que lo dejaba pasar por alto.

Todo lo que tenian había sido gracias al trabajo de la presidenta; los medios no importaban, siempre y cuando, nadie más que el consejo y aquellos chicos más involucrados, no dijeran nada.

—¿Y bien? ¿Quién fue el ridículo que planeó declararnos la guerra?— los chicos rieron, y Samatoki fue el encargado de hablar.

—Escuchen, idiotas. Nosotros, solo venimos con un objetivo, y hasta que ustedes estén en el piso, sabrán de quien se trata.

Aquel presidente se rió y entre escuelas comenzaron una lucha, y a pesar de que Chuuoku iba con personas contadas, lograron una victoria.

—¿Querías conocer a tu nueva jefa? Bueno...— y como toda una persona poderosa e imponente, la presidenta se acercó de a poco.

—Presidente, es un gusto verlo.— dijo acercándose a saludarlo.

Un poco lejos, pero dentro del perímetro, un par de amigos se encontraban espiando la situación.