5. Eternidad

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Lucifer se revolvió en su cama, sintiendo algo duro en vez de la suavidad de su almohada bajo su cabeza, lo cual le hizo fruncir el ceño aún sin abrir los ojos. Se revolvió un poco más, dejando que su nariz experimentara la misma dureza e inhaló profundamente aquel olor único que le hacía sentir paz.

«¡Un momento!» gritó en su cabeza, haciéndole abrir sus orbes de golpe.

Lo primero que vio fue un abdomen marcado donde descansaba su brazo derecho y sin pensarlo mucho, lo movió hasta que su palma fue capaz de acariciar la blanquecina piel, observando como los finos vellos de esta se erizaban bajo su toque.

Un bajo suspiro llegó hasta sus oídos, lo cual le hizo elevar la vista y observar el perfecto rostro de un SeHun recién levantado.

Sin pensarlo mucho, el deseo que sentía por el nuevo demonio se apoderó de su ser, y así, empujándose hacia sus propios impulsos, se subió encima del ex-sacerdote, logrando que este terminara de despertarse -al igual que cierta parte de su anatomía que estaba rozando su trasero- y se le quedara viendo fijamente.

El pelinegro entreabrió sus labios y su traviesa lengua se paseó por el belfo superior al mismo tiempo que enarcaba una de sus cejas, dándole a LuHan una imagen que le hacía combustionar más que el mismísimo Infierno.

LuHan no estaba dispuesto a decirle que no y hasta el momento no había hecho falta emitir palabra alguna para saber que era lo que ambos buscaban, sin embargo, el zumbido que siempre sentía en su cabeza cuando otro ángel caído llegaba al Infierno interrumpió sus turbulentos pensamientos y entonces, sintió aquel lazo que le unía directamente con YiXing solidificarse ahí, en lo más profundo de las Tinieblas, lo cual antes jamás había pasado.

Asustado, Lucifer parpadeó repetidamente y así, sin decir nada, se bajó de las caderas de SeHun, poniéndose de pie rápidamente.

Caminó de un lado a otro en su habitación, sintiendo como le seguía una mirada confusa por parte del nuevo demonio que estaba recostado sobre su cama y sin tomarle mucha importancia, siguió dándole mil vueltas a su cabeza.

Sí, sabía que algún día su hermano sería desechado en lo que ahora llamaba hogar, pero no esperaba que fuera tan pronto y luego, se detuvo.

Miró fijamente a SeHun y supo lo que tenía que hacer; tal parecía que su hermano siempre le interrumpiría en sus momentos de diversión, aunque ahora mismo sabía que YiXing no estaba jugando.

—Lo siento, —habló por primera vez la bella luz —creo que hay algo más importante de lo que debemos encargarnos. —anunció.

—¿Tenemos? —preguntó SeHun.

—Bueno, sí. —contestó LuHan con obviedad —Ni pienses que voy a dejarte aquí tirado mientras resuelvo los asuntos del Infierno. —objetó, observando como el miembro de SeHun seguida alzado bajo las sábanas.

«Bien» dijo el pelinegro en su mente, tratando de bajar su erección de forma mental, porque al parecer, el asunto era de carácter urgente.

—¿Si quiera vas a decirme de qué se trata? —preguntó SeHun, al mismo tiempo que se ponía de pie y chasqueaba sus dedos para cubrir su desnudez.

—Es YiXing... —susurró —Tal parece que el maldito anciano descubrió su amorío con JunMyeon y por ende, está aquí. —terminó, al mismo tiempo que chasqueaba sus dedos para vestirse de una buena vez.

La bella luz estiró su palma y automáticamente, una bola de cristal apareció sobre esta; con ella podría encontrar la localización exacta de YiXing aunque bueno, parecía que había conseguido llegar a Inferno por sí solo... Y esperaba que no se espantara por toda la inmoralidad de los presentes.

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