Parte 1

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De pequeña, su padre un día le pregunto qué quería ser cuando fuera grande, ella, muy claro, le dijo: 'Ayudaré a las personas que lo necesiten. Eso quiero hacer¨ Su padre le sonrió, feliz. Se acercó a su hija, deposito un beso en su mejilla y respondió: ¨Se una superhéroe, cariño¨. La pequeña morena aplaudió emocionada y fue a su habitación en busca de su manta rosa, la cual, con ayuda de su padre, la ató en su cuello y abrió los brazos, simulando volar. Aquella manta que a veces hacia el papel de capa, como las de los superhéroes que a su papi tanto le gustaban, la hacían sentir, y citó, muy genial.

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Ella no podía levantarse de su cama. Por más que lo intentara, por mucho que sus padres la motivaran a hacerlo, era duro seguir cuando no se tiene un propósito por el que luchar. Su vida era un asco. Odiaba estar en esa maldita silla de ruedas. Odiaba como su vida había cambiado de un momento para otro, como una mala decisión empeoro todo lo que una vez poseía. Extrañaba su largo y sedoso cabello rubio. Hermoso y largo, que ahora era feo y corto, que tapaban un poco sus orejas pero seguía siendo igual de horrible. Su madre siempre le decía que se veía linda, claro que, su hija sabía que lo hacía solo para hacerla sentir bien, porque ella nunca se volvería a sentir linda.

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El Center Salud de New York era uno de los mejores hospitales de toda la ciudad, gracias a que contaba con un excelente equipo de doctores y por las donaciones que se realizaban por dicho lugar para los enfermos que se hallaban allí que no contaban con suficiente dinero o los que no tenían seguro médico.

Anualmente el hospital abría sus puertas a nuevos voluntarios. Ellos se presentaban ya fuera por las pasantías que le exigía su carrera o por voluntad propia. Fuera como fuera, eran bienvenidos en el hospital.

Las puertas del hospital se abrieron y una chica morena entro dirigiéndose directamente a la recepción en donde una enfermera, un poco mayor, le sonrió con cariño y salió del pequeño lugar para abrazar a la joven, que le devolvió la sonrisa.

La enfermera rompió el abrazo y le dejo un beso en la frente, revolviendo un poco su cabello haciendo que la chica rodara los ojos divertida. La mujer mayor le arreglo el cuello de su camisa de cuadro de manera maternal, para finalizar pellizcándole las mejillas.

-Es bueno verte por aquí, señorita -se adelantó la mujer en hablar.

-Te recuerdo que soy voluntaria en el área de rehabilitación -agarro las manos de la mujer entre las suyas y las apretó.

-Todos los años tomas esa misma área, no me sorprende -se burló la enfermera volviendo a su lugar de trabajo.

La chica puso sus codos en la fría madera y su barbilla en sus manos.

Hace más de 4 años que era voluntaria en el Center Salud, las personas que trabajaban allí la conocían. Ella era querida por los pacientes del hospital y la chica se le hinchaba el corazón cuando sus amigos, porque la joven los consideraba sus amigos, le sonreían emocionados cuando lograban avanzar con su recuperación.

-¿A qué has venido hoy?

La chica salió de su transe y miro a la mujer. Por un momento se le olvido el motivo por el que decidió ir ese día.

-Vengo a buscar los nuevos horarios.

La enfermera asintió y busco en una carpeta los horarios que se les daban a los voluntarios para todo el año. Rebusco un poco más bajo la atenta mirada de la joven, saco la hoja y se la entrego.

Mi Superhéroe PersonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora