Parte 3

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Judy Fabray no era una mujer controladora. Protectora, sí. Pero no controladora. Ella quería mucho a su hija, la adoraba. Quería lo mejor para ella, como toda madre. Por eso estaba allí. Estacionada justo en frente del hospital, el mismo en donde había dejado a su hija dos horas antes, exactamente. Ni siquiera se movió del coche cuando Russell la llamo, insistiendo que todo estaría bien y que, probablemente, su hija no saldría corriendo del hospital. Cosa que a la mujer no le gusto, sabiendo que era una broma de su esposo, pero lo ignoro y lo mando a comprarle un café.

Judy observaba a Quinn todas las noches en su cuarto. Sabía que su pequeña miraba los videos de ella bailando. Todos los días. Quinn extrañaba su vida de antes, cuando ella podía caminar y bailar. Motivo por el que, decidida, la inscribió en el centro de rehabilitación del hospital Center Salud, era lo mejor para ella. Judy tenía la esperanza que todo saldría bien. Quinn sería feliz.

Reviso su reloj de pulsera para asegurarse de que ya era hora de retirar a Lucy. Nerviosa por saber cómo le habría ido, bajo del coche y, con cuidado, cruzo la calle corriendo. Entro al edificio y fue directamente a recepción.

Para su sorpresa, ya su hija se encontraba esperando acompañada de la chica morena, Rachel. Solo esperaba que todo haya salido bien.

-Hola, Sra. Fabray.

-Hola, señorita Berry –le sonrió -. Hola, cariño.

-Hola mamá –murmuro Quinn, ganándose la mirada de su madre y el de la morena, quién sonrió.

-La estábamos esperando –informó Rachel.

Judy estaba un poco sorprendida. Su hija la saludo delante de otra persona, cosa que, después del accidente, no lo había hecho más.

-Oh, ¿qué?... Disculpa, ¿llegó tarde?-dijo un poco confundida. ¿Acaso su reloj se atrasó?

Escucho una pequeña risa proveniente de su hija y, debo decir, que eso la desconcertó más de lo que ya lo estaba.

-No, para nada. Llega justo a la hora, Sra. Fabray. Pero creo que Lucy –la miro de reojo, y como supuso, la chica rodaba los ojos-, ya se encuentra un poco impaciente en irse de aquí.

-¿Todo ha ido bien?- pregunto con cierto temor.

Rachel le sonrió con tranquilidad y asintió.

-Solo fue la primera sesión y siempre lo tomo para conocer más a mis pacientes... Pero debo decir que todo ha ido bien.

La señora Fabray suspiro con tranquilidad. Eso era todo lo que quería saber. Más adelante ya le preguntaría por el comportamiento de Quinn.

-La semana que viene comenzaremos como Dios manda. Le recomiendo que su hija traiga una muda de ropa extra, para que al final de la sesión pueda, si ella quiere, darse una ducha y cambiarse.

Judy asintió, en señal de que estaba de acuerdo.

-Señorita Berry, tengo una pequeña pregunta que me gustaría hacerle.

-Claro.

-¿Cómo cuánto tiempo duraría la rehabilitación?

-Eso no depende de nosotros, Sra. Fabray. Depende de la evolución del paciente y en como el cuerpo se adapte a las rehabilitaciones. Pueden pasar meses, pero, como le dije, depende del paciente y en si realmente desea recuperarse.

Rachel no podía asegurar el proceso de Lucy. Ella solo podría hacer su trabajo y ayudar a la chica, pero la recuperación dependía única y exclusivamente de Lucy.

Y por lo que Berry veía, la chica no se encontraba muy entusiasmada en aquello. Aún no sabía que le había pasado, la rubia no le quiso contar, y cabe destacar que la morena le rogo mucho en esas dos horas que estuvieron juntas. Sinceramente, no se enteró de mucho, y eso le lleno de curiosidad. Lucy le genero curiosidad y ella se tomaría el atrevimiento de descubrirla.

-¿Podemos irnos? Me estoy aburriendo escuchándolas –la voz irritada de Quinn se hizo presente.

-Claro, hija –le tendió la mano a la morena, qué acepto con una sonrisa-. Fue un placer, Señorita Berry.

-Igualmente, Sra. Fabray –miro a la chica-. Hasta la semana que viene, Lucy.

La rubia no la miro en ningún momento. Rachel pensó que no se despediría pero...

-Hasta luego... Rachel. 

Rachel las acompaño hasta la salida, ella también se tenía que ir. Se despidió de las Fabray y se fue en dirección contraria. Le hecho una ultima mirada al coche y sonrió. Ese año las cosas pintaban interesante. 

Entusiasmada, quería que la semana pasara rápido y poder ver a Lucy, no, a Quinn de nuevo. 

Esto lo sabría su mejor amigo. 

Mi Superhéroe PersonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora