Parte 5

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Si le preguntaran a Quinn que es lo peor que le podría pasar viviendo en Nueva York, ella inmediatamente contestaría: Hospital Center Salud (añadido recientemente en su lista y ocupando el primer puesto).

Pero, hoy no es un día cualquiera.

Hoy hacia un calor infernal en Nueva York. Podrías bañarte y al segundo de haber salido, estar empapado de sudor. Incluso se podría freír un huevo sin necesidad de fuego. Esto era peor que un sauna. Y totalmente gratis.

Se maldecía el no haberse comprado aquella casa con piscina al llegar a Nueva York. Oh claro. Su presupuesto para ese entonces era un asco, por lo que no pudo costeársela. Y nunca le había importado.

Hasta ahora.

Una casa con piscina, era una casa con piscina.

Y ella quería una en este momento.

Gruño molesta y lanzó la almohada al suelo. El calor no se iría pero ella necesitaba desquitarse con algo y le encantaría hacer como Isaac con los trofeos de su mejor amigo Gus, pero ella solo contaba con almohadas.

Su teléfono sonó avisándole la llegada de un nuevo mensaje.

"Espero ser recibida con una enorme jarra de limonada bien fría. No moriré por deshidratación" –V

Rodo los ojos. Lo que le faltaba.

/////

Cuando estaba por darle el último retoque al dibujo, tocaron a su puerta. Soltó un "Espera" y rápidamente guardo el dibujo en su mesa de noche. No quería que nadie lo viera, incluso ella no sabía el por qué dibujaba tal cosa, solo surgió y ya cuando se quiso dar cuenta no pudo detenerse.

-Adelante.

La puerta de su habitación se abrió lentamente dejando pasar a una mujer de un metro setenta, delgada, de piel blanca y ojos verdes. El cabello le llegaba un poco más debajo de los hombros y era turquesa. Su cabello era turquesa. Y a Quinn le encantaba.

La mujer le regalo una sonrisa coqueta y entro completamente a la habitación.

-Hola, rubia sexy –le guiño un ojo y se lanzó en la cama, al lado de Quinn.

-Valery Snow, mi encanto neoyorkino –fue el saludo de Fabray quien rio divertida al ver a la chica sonreír con suficiencia.

-Sabes que puedes decirme Val, nena –movió las cejas de manera seductora, recibiendo un manotazo en la cabeza como respuesta-. ¡Ouch! ¿Así tratas a tu encantadora amiga? –se sobo la parte afectada.

-Y tú sabes que eso no funciona conmigo, nena.- imito su voz.

Valery fingió suspirar dramáticamente y le dejo un beso en la pierna. Ella sabía que su amiga no sentiría tal acto ero le gustaba la sonrisa que recibía de Quinn, motivo por el que siempre lo hacía.

Y en efecto, Quinn le regalo una sonrisa. Negó divertida, su amiga nunca cambaría, y lo agradecía.

Se conocieron cuando la rubia estaba en su primer año de universidad en Yale, Valery no estudiaba en Yale, sin embargo, pasaba mucho tiempo ahí visitando a su madre que era profesora. Snow estudiaba artes escénicas en la NYU y cuando la rubia le comento que estaba en la carrera de fotografía, Val (que para ese entonces su cabello era de un castaño claro y lo llevaba largo) le hizo jurar que serían amigas para siempre. Como si estuvieran en la primaria.

Y aunque la rubia lo negara, ella amaba a esa chica.

-¿Cuándo llegaste?

-Ayer. Pero si alguien me hubiera dicho que hoy moriría por culpa del calor, me habría quedado un tiempo más en Los Ángeles.

Mi Superhéroe PersonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora