⊱⋅ Inspirado en hechos reales de la vida de la autora ⋅⊰
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Mi novio y yo, que por cierto se llamaba Rius, vivíamos en una bonita casa que me había heredado mi familia. Era en un campo. Yo aserraba tablones de madera para vender. El aserradero estaba cerca de la casa.
Como era domingo simplemente me tomé un descanso para relajarme, luego seguiría con el trabajo. Además aprovechaba de pasar tiempo con mi novio. Nos sentamos a jugar juegos de mesa, algo en lo que él, en general, era malísimo.
– La próxima vez te daré una paliza. – se largó a reír para retener su frustración.
– Ajá, siempre dices lo mismo. – hizo una mueca ante mi comentario.
– Pero esta vez va en serio, Vic. – jugaba con las fichitas en su mano.
– Jaja⁓, tendría que estar desmayado para que me ganes. – esto solo hizo que se frustre más.
– ¡Oye, no me digas tonto!
– No te digo tonto, me digo demasiado inteligente.
– Arrogante
Guardamos el tablero.
– Piensas... ¿ocuparte del jardín ahora? – pregunté, después de darle un tierno beso.
– Mmm, sí, creo que eso haré. Tengo unas rosas que plantar. – él amaba las plantas. Eran como sus hijos.
– Pues venga, no se plantarán solas. Yo tengo que seguir. – besé a Rius en la frente.
– ¿No necesitas ayuda?
– Nah, todo bien.
– Bueno, nada más ten cuidado.
– Claro, hombre.
Él era apasionado por las plantas, yo más por las máquinas. De hecho de repente fantaseaba con tener un vivero y vender sus plantitas. Estaba seguro de que algún día lo haría.
Salí y me puse guantes, dispuesto a terminar con lo que quedaba de madera. Como el taller estaba cerca, podía ver a Rius plantando sus amadas rosas cerca de la piscina. Sí, teníamos piscina en el patio, y no precisamente de esas plásticas. Nuestra vida a decir verdad era buena, pero nada era gratis y muchas veces mientras más cosas tengas más debes esforzarte para mantenerlas.
Aunque las cosas marchaban bien. Bastante bien.
– Oh, llevas más de una hora, ve a tomar agua. Me ocuparé por mientras. – de repente llegó a mi lado.
– ¿Terminaste con tus plantas?
– Sí, y vine a tu rescate. – sonrió.
– Pues me parece bien. – le entregué mis guantes. – iré a tomar agua, ya vuelvo.
– ¡Cuando vuelvas los tablones estarán listos!
– ¡Apostemos! – salí corriendo hacia la casa.
Acaricié al perro unos segundos y entré. Me serví un vasito de jugo, pasé al baño y volví a salir de la casa en dirección al aserradero.
Pero mientras me acercaba, escuché a mi novio dar un grito ahogado. Me comenzó a llamar, desesperado. Corrí a ver qué le pasaba y vi sangre saliendo a borbotones de su muslo.
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Olas de Melancolía •🌊•
Fiksi PenggemarInspirado en hechos reales de la vida de la autora. (No me pasó a mí, solo a un conocido) . . . Rius y Víctor viven felices en una casa en el campo, hasta que todo se va a la mierda de la noche a la mañana. Uno de ellos tendrá que encontrar refugio...