Uno

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- Ven mi bebé, ven con mamá. - Llamo la mujer de hebras rubias. Hizo una muñeca al ver cómo era ignorada olímpicamente por deseaba vez por su lindo bebé. Esta intentaba jugar con el chiquillo. Pero el niño parecía no prestarle la más mínima atención a la linda mujer a unos metros frente a el hincada en la sueve alfombra gris.

Es como si no le escuchará hablarle.

- Dios mio, ¿por qué no me mira? -. Se quejo bajando la mirada a sus rodillas descubiertas por el pantaloncillo azul marino corto que vestía.

Un jadeo la saco de sus pensamientos al ver un piecito, justo frente a ella estaba el pequeño niño de pie tratando de no perder el equilibrio. Este le extendía uno de sus juguetes. Un dinosaurio.

- ¡Mi ángel! -. La mujer grito eufórica mientras le sonreía ampliamente, para después tomar a su lindo hijo en brazos mientras reía jalando sus grandes mejillas.

...

Sonrió ante el recuerdo, no entiende del todo el de cómo puede no olvidar algo que pasó hace tanto, pero recuerda haber leído algo sobre la hipertimesia, un transtorno. Ahora que lo piensa, era algo como "memoria autobiográfica muy superior", se sentía especial al tener tan buena memoria, cosa que solo el 1% de la población posee, aunque era extraño y a veces lograba odiarlo, hay recuerdos que no quiere, pero aún así permanecen ahí, para agobiarlo cuando está en estado vulnerable.

Pero, aún así, ese recuerdo era uno de los más lindos e importantes para el y tal vez para su madre.

Cuando menos lo pensó, se quedó dormido. Cayendo así, en los brazos de morfeo.

...

-¡Hijo, baja a desayunar!-. Grito la mujer, para inmediatamente poner los ojos en blanco recordando algo, se dio un leve golpe en la frente y se encamino a las escaleras, justo a un par de metros se posaba la habitación del único niño perteneciente a la pequeña, pero adorable casa de paredes delgadas.

Tocó la puerta.

...

Maldición tendrá que acostumbrarse.

Es ilógico. Ya pasaron diez años y aún no logra acostumbrarse.

Posó la palma de su mano en la perilla y la giro para empujar levemente asegurándose de que su hijo no estuviera cambiándose, al asegurarse de que el bulto en la cama seguía, entro completamente a la habitación.

-Takemichi, despierta, es hora de desayunar.- Hablo como normalmente lo haría, mientras sacudía, con fuerza medida las sábanas con estampado de dinosaurio de su hijo.

Una cabellera pelinegra se dejó ver por unos segundos antes de volver a esconderse en las comodidades de la cama.

-Cinco m-minutos más, mami, por favor...- Suplico bajo las cobijas.

La mujer destapó al chico por completo, provocando una mueca, sentía el calor irse, dando paso un escalofrío. Estaba terminado el verano.

-No, no, ya fue suficiente jovencito, es hora de desayunar.- Negó con ambas manos y ceño fruncido, para hacer algunas señas y retirarse de la habitación.

- Uhg... - Se quejo dispuesto a seguir durmiendo, se estiró a tomar sus sábanas, solo no esperaba que su madre entrara, tomara las sábanas y las sacara de la habitación alejando las del pelinegro, quién vió como sus añoradas acompañantes de sueños se alejaban de su alcance.

-Dije que no.- Negó con la cabeza y de nuevo, salió por dónde entró.

"Mis lindas y calentitas sábanas..." pensó, arrugando la nariz, se levanto perezosamente. Salió de la habitación, se encamino al baño. Sin medir la fuerza al azotar la puerta, provoco un fuerte ruido.

- ¡No azotes esa puerta!, Ahg es inútil, no me escuchará por más que le grite. - Grito con enojo para terminar mirando con ojos tristes las escaleras.

...

- ¿Ya terminaste? - El chico asintió. - Bien, me llevaré el plato, asegúrate de lavarlos cuando regreses de la escuela y termines tu tarea. - Tomo el plato junto a los cubiertos, el vaso aún tenía jugo por lo que no lo quito, su hijo lo llevaría al fregadero cuando terminase de beberlo.

- Es tarde, ya vámonos, te dije que te levantarás temprano, ahora no alcanzaremos estacionamiento. - Reprendió en señas rápidas la mujer, para seguido tomar su bolso, las llaves y la mano de su hijo.

...

- ¿Tienes todo? - Asintió. - No quiero quejas después. - Advirtió la mujer, para después jalar el cinturón para asegurarlo sobre su pecho, escuchando el "clik" enseguida.

Posó su mirada en el espejo retrovisor visualizando como su hijo se colocaba su propio cinturón con torpeza.

- Bien, vámonos. - Dijo para si misma prendiendo el motor del auto.

Paro el automóvil y su hijo sabiendo que tenía que hacer bajo rápidamente jalando el cinturón con torpeza haciendo reír a su madre, lo safo torpemente y bajo del auto para ver la gran fila de autos haciendo lo mismo que su madre.

Parando el auto en la autopista ilegalmente por la falta de estacionamiento.

- Te amo. Cuídate mucho, si alguien te molesta corre y dile a un adulto. - De nuevo con señas. Simulando lanzarle un beso, avanzo con los otros autos. Debía llegar a su trabajo lo antes posible o la despedirán, como deseaba que su auto volará.

- A-Adiós... - Vio el auto de su madre alejarse y corrió torpemente a la entrada de la escuela.

...

Se fijo por quinta vez en la etiqueta en la pared, "5-C".

Tomo nerviosamente la perilla y abrió lentamente la puerta, tocó tres veces antes pero no respondieron, entró. El profesor no llegaba aún, ¡genial!, pensó.

Camino a su lugar correspondiente y tomo asiento colocando su mochila en el suelo junto a sus pies, saco su libro de historia y su cuaderno, junto a su lapicera.

- Bien chicos, la clase dará comienzo, guarden silencio. - Dejo su maleta sobre el escritorio y escribió la fecha en el pizarrón.

Takemichi alzó la mirada unos minutos después encontrándose con la silueta de su profesor de historia apuntando los deberes de hoy en la pizarra con un gis. Takemichi hizo una mueca.

¿Cuando entro el profesor?

...

Caminaba tranquilamente por el pasillo hacia el patio de la escuela cuando sintió cómo era arrastrado al baño de señoritas y empujado dentro.

- ¡Sal de aquí pervertido! - Grito una, mientras otra de las chicas reunidas le lanzaba una pulsera en la cara.

- ¡L-Lo siento! -. Se inclino ligeramente y salió huyendo de ahí mientras sobaba su nariz.

"Otra vez me lanzaron al baño de niñas. Que vergüenza."

Sin más distracciones se dirigió a la cafetería, recordando su lonchera en mano suspiro.

Era distraído. Demasiado.

"Espero el árbol de cerezo esté libre hoy." Pensó. Dando la vuelta en camino, deseo poder almorzar ahí de nuevo.

- ¡Si! - Sonrió al ver el lugar vacío, rápidamente se dirigió a el gran árbol y se sentó bajo la sombra que le otorgaba el hermoso y alto cerezo, soltó un suspiro al sentir un agradable aire azotar su cara suavemente.

DEAF |RePublicandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora