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08. Contrato

Phuwin llevaba esperando a Pond en el restaurante unos cinco minutos, a él le gustaba llegar antes para poder ver con anticipación la carta.

Estaba tan entretenido viendo los tipos de vino, que no supo en que momento llego Naravit.

—¿Hola?— casi pregunta Pond al ver que el menor no notaba su presencia.

La vista de Phuwin se levantó de la carta y se poso sobre el rostro de Pond.

De repente el tiempo se detuvo para los dos.

—¿Te han dicho lo jodidamente hermoso que eres?— pregunta Phuwin aún sin apartar su vista del mayor.

—Muchas veces— bromea el más alto tratado de esconder la linda sonrisa en sus labios.

—Pues escúchame bien, Naravit, solo puedes sonreír bonito cuando yo te diga lo lindo que eres, nadie más puede hacerlo.

Pond guarda silencio un momento intentando descubrir cuál es la mejor respuesta que puede dar.

—No eres mi novio como para decidir eso— desafía.

—Pero tenemos un contrato— dice con una sonrisa sospechosamente inocente.

Pond ríe por lo alto, llamando la atención de otras personas en el recinto.

—Me niego— responde finalmente —No puedes decir eso tan a la ligera cuando ni siquiera dejas que te bese.

Ahora es Phuwin quien se siente apenado, aún así no puede evitar llevar su vista hasta los rositas y esponjaditos labios del mayor.

—Los besos no son parte del contrato— dice Phuwin desviando la mirada.

—Tampoco lo que tú dices viene en el contrato.

Ambos guardan silencio, poco después llegan a pedir su orden y más tarde ya se encuentran comiendo, aún sin volver al tema.

De un momento a otro ya se encuentran en el estacionamiento, ambos están en el auto, como siempre Phuwin va en el asiento del copiloto porque lo que menos le gusta es manejar.

—Ugh, eres un descarado.

Phuwin se levanta un poco de su asiento y atrae el rostro de Pond con sus manos para poder darle un beso fugaz.

Debido a lo repentino de la acción, Pond no pudo ni siquiera quejarse por las manos frías de su compañero.

Tampoco pudo disfrutar el repentino beso.

—Recuerda lo que dije en el restaurante— dice Phuwin con tono serio y mirandole directamente a los ojos —Ahora si está en el contrato, lo acabo de firmar.

Después sólo vuelve a acomodarse en su lugar, se pone el cinturón de seguridad y voltea el rostro sonrojado hacia la ventana.

Pond se encontraba tan aturdido que ni siquiera sabía dónde estaba.

—¿La persona que me dijo descarado es la misma que me acaba de besar?— se pregunta mientras enciende el auto y empieza a manejar.