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Mi querida chica morada:
Después de lanzar a tu ventana esos cigarros que sé perfectamente que son de tu gusto, me alcanzaste en la acera y te abalanzaste hacia mí para abrazarme.
Me tomó por sorpresa porque pensé que me odiabas a pesar de decirme lo contrario la noche del incidente de Kanto.
De verdad pensé que me odiabas por haberte dejado sola, pero te aferraste a mí y me besaste con tanta fuerza que me hiciste sentir débil.
No sé cómo lograste hacerlo, pero lo disfruté a un nivel tan grande, que deseé vivir en tus comisuras por siempre.
Lo último que hiciste antes de que yo, sin decirte ni una palabra, me fuera (tal vez para siempre) de tu lado, fue darme con ojos tristes las cartas que me dedicaste y mantuviste en secreto por meses.
Leí todas tus 23 cartas.
Todas las cosas jodidamente cursis.
Todos los regaños.
Todos los pensamientos sobre mí.
Leí absolutamente todo.
Supongo que ahora es mi turno de escribirte todas las cosas que nunca me atreví a decirte.
Me han saltado muchas preguntas que probablemente no tendrán respuesta, pero una que me tiene intrigado es: ¿Por qué te enamoraste de mí? Somos todo lo contrario.
Tú te preocupas demasiado, yo a duras penas.
Tú apoyas a todos, yo solo a los que me convienen.
Tú te quedas callada por miedo a decir algo equivocado, yo solo me callo cuando estoy a punto de soltar algo cursi.
Eso último solo lo hacía cuando estaba contigo porque por alguna razón me hacía sentir que tenía el control.
Y siendo sincero, la primera vez que te conocí y te invité un cigarro no dudé ni un segundo en verte como mi diversión, una hermosa chica a la que poder dejar y volver a mi antojo. No me voy a justificar de esto. Solo me queda pedirte perdón por haber sido tan mierda contigo.
Me es fácil pedirlo porque nunca lo vas a leer. Así que dejaré que con el paso de los años tú sola te des cuenta de que yo no debería ser el chico por el que estés sufriendo.
Hay una infinidad de cosas que me guardé por no querer abrirme por completo. Aunque también hay otra razón: Yo quería seguir siendo el perfecto cabrón para ti.
Mocosa, de verdad pensé que seríamos jóvenes para siempre. Pensé que me quedaría contigo por el resto de nuestras vidas divirtiéndonos en tu habitación, bailando en la oscuridad, besándonos hasta caer en tu cama, estando ebrios en el techo o dándonos regalos que ahora conservaremos para siempre como un recuerdo vago y melancólico de nuestra juventud.
Sí, en mi mochila tengo el disco de Metallica que me regalaste por navidad. Lo conservo porque me gusta esa música, pero más que nada lo guardo porque eres tú quien me lo dio.
Carajo, de verdad agradezco que no vayas a leer esto porque pensarías que no sería propio de mi escribirte de esta forma.
Supongo que me estoy aprovechando de eso.
Al mismo tiempo odio con todo mi ser que no lo vayas a hacer, porque te quedaras con la perspectiva de que yo no me despedí de ti como era debido (No sé que tan convencional o romántico pienses que sea el aventarte unos cigarros con una notita).
Sé que hacer preguntas en este momento se consideraría tonto, pero de verdad tengo la necesidad de confesar mis respuestas.
¿Recuerdas que esa tarde de enero en la playa?
Pues yo sí. Recuerdo que me habías habías pedido llevarte porque querías ver la puesta de sol. Yo acepté con indiferencia.
De caminó sostenías mi torso y te alzabas un poco para darme besos en la mejilla. Tu labial morado se impregnó en mi piel muchas veces ese día.
Al llegar, saliste corriendo a la playa vacía. Yo te perseguía complementando tu risa con la mía y finalmente te tomé de las piernas para subirte a mi espalda.
Aún con el frío de Enero te cargué y me metí al mar helado. Quedamos empapados y saliste con un enojo fingido a buscar calor en el sol que ya estaba a punto de ponerse.
Yo por otro lado, busqué calor en tus labios como siempre lo hacía.
Y tú me lo diste.
Te subiste en mis piernas y me besaste con los últimos rayos de sol chocando en nosotros. Nuestros cuerpos mojados se tocaron lentamente, mientras tú me tomabas de las mejillas y yo acariciaba tu cintura haciendo círculos imaginarios con mi pulgar.
Al separarnos nos quedamos mirando por unos segundos.
Vi tu rostro calmado. Tus ojos dulces. Tu cabello levantándose un poco por el viento. Tus labios mordidos por mí.A ti. En ese momento te vi solo a ti.
Hubo un intervalo de tiempo, en el que el sol desapareció y contrariamente el cielo se iluminó.
Se llama crepúsculo.¿Sabes que sucedió en ese crepúsculo?
Yo sí. En el último segundo de este, hice un descubrimiento impresionante.
En el último segundo del crepúsculo, yo me di cuenta de que estaba enamorado de ti.
Supongo que no tiene caso explicártelo si ya te dije que te amo, pero el hecho de que contara mi proceso de enamoramiento solo significa una cosa:
Te estoy diciendo adiós porque no sé de qué otra forma cursi hacerlo.
No sé por cuánto tiempo te lo digo, podría ser para siempre o por unos años. Si por alguna triste tragedia del destino pasa demasiado, espero verte feliz. Tan feliz como te veías ese día en la playa.
En una de tus cartas dijiste que yo era un solitario y que podíamos serlo juntos.
Lo fuimos, fuimos solitarios juntos.
Solo que ahora ya no estamos tomados de la manos.
Tal vez es porque nuestro hilo rojo se rompió por mi culpa.
Lo siento y adiós.
—Sinceramente,
tu querido
Hanma.☠︎
queridxs lectorxs:
Para aclarar, son 24 cartas,
pero ella no le dio la última.En fin, muchas gracias por leer esta historia corta. Sé que no es el mayor esfuerzo que he hecho si hablamos de escritura, pero aún así le puse un pedacito de mi corazón y alma a esto. Espero que lo hayan disfrutado, hasta aquí llega todo.
—Sophie
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querido hanma ✎ shuji hanma
Short Story↳ ੈ‧₊˚✎ ❝ querido hanma: no sé para donde irán estas cartas, supongo que a algún lugar de mi corazón o del bote de basura. ❞ ◤─────•~❉ ✉ ❉~•─────◥ ⦁historia corta. ⦁shuji hanma x fem-reader. ⦁estado: completada. ⦁tiene contenido algo explícito...