Capítulo 26

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En ese mismo instante en el que escuchó aquel sonido, Hin entró a la habitación.

- ¡Vamos, hay que ocultarnos!- En su mirada se veía la incertidumbre pero aparentaba estar bien.

El castaño tomó el brazo de Cantaloupe, empezando a jalarlo hasta su propia habitación.

- ¡Pero Tul y T...!- El pelinegro fue callado.

- Hay que guardar silencio, ellos estarán bien.- Eso último lo dijo con un deje de duda, pero no se dejó amedrentar. Conocía las capacidades de los mercenarios.

Pero Tul no estaba en capacidades de dar pelea, se encontraba malherido.

Hin maldijo, esperando lo mejor.

En menos de cinco segundo llegaron a la habitación del castaño, mientras este oprimía un botón de debajo de la mesita de noche a lado de la cama matrimonial. Del lado contrario el armario se abrió como si se tratase de una puerta, dando paso a un pequeño cuarto.

Can aun siendo jalado ingresó junto a Hin a la pequeña estancia justo antes de oír vidrios rompiéndose y detonaciones de armas siendo disparadas.

Cantaloupe cerró los ojos fuertemente esperando a que se tratase de una simple pesadilla pero el contrario lo sacó de su letargo.

- Quédate aquí, creó que puedo ser de ayuda desde arriba.

Los disparos seguían sonando.

Can quedó momentáneamente en shock viendo cómo Hin salía del escondite sacando un arma de debajo del colchón.

Le dio una última mirada al pelinegro y presionó por segunda vez el botón de la mesita de noche, encerrando a Can.

El reducido espacio contaba con una silla, un foco de luz y un par de botellas de agua colocadas en una de las esquinas.

Can pudo encontrar un botón justo al lado del interruptor, supuso que para salir de ahí cuando quisiese.

Los estridentes sonidos no paraban, y parecía como si estuviesen durando una eternidad.

Todo en su cuerpo estaba temblando, sin tener una mínima idea de lo que pudiese ocurrir o lo que debía hacer.

"Por favor, que no les pase nada." Era lo único que podía pensar en esos momentos.

Los habían encontrado y en el peor momento.

Después de pocos minutos un momento de calma se escuchó en toda la casa interrumpiendo a Cantaloupe.

Unas pisadas se escuchaban cada vez más cerca.

Can sacó la Heckler & Koch con silenciador de la pequeña mochila que aún traía consigo. Estaba temblando de miedo, pero la sostenía como si su vida dependiese de ello.

La entrada del pequeño cuarto comenzó a abrirse, y Can subió la pistola tratando de controlar su agitación. No dudaría en disparar aunque sea lo último que hiciera.

La bajó tan pronto como se le presentaron las dos personas frente a él.

- Vamos Can, hay que irnos.- Hin llevaba apoyado a un malherido Tul, no se notaba ningún impacto de bala en si cuerpo pero se notaba completamente derrotado, casi a nada de desmayarse.

Sin preguntar absolutamente nada, ayudó a Hin en sostener al lesionado.

Parecía como si todo ya hubiese acabado.

Pero no era así. 

Nuevas detonaciones se escucharon en la planta baja.

Eran demasiados, y sólo estaba Tin tratando de eliminarlos.

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