[3] Instinto

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TaeMin no dejaba de recapitular el día en que llegó el camión con los alfas de su manada. Muchas veces lo soñó, emocionado porque vería a su hermano favorito -y único-, se abrazarían y después irían a comer el festín que sus padres le habrían preparado. , se llenarían los estómagos de carnes, pastas y golosinas hasta que hablaran de sus nuevos intereses y del pasado. Y dormirían cuando el amanecer los obligase.

Por la imaginación jamás se le ocurrió lo que pasó en realidad. Si bien es cierto, MinHo era ese tipo de hombre al cual veías y reconoces como atractivo, del cual puedes recordar puntualmente su sonrisa y las líneas que se le hacen alrededor de los ojos.

Para TaeMin, Choi era ese chico que lo cuidó, que le consintió y también que lo llegó hacer enojar, porque nadie es un santo y todos se habían ido a los golpes al menos una vez. MinHo era el mejor amigo de su hermano mayor, uno de sus propios mejores amigos, y ahora el alfa que debía acompañarlo para toda la vida.

¿Quién lo diría?

Hace más de un año, cuando su transición le atacó saliendo de su habitación, se figuró miles de escenarios. Desde el ser el típico omega amante de la familia y las costumbres, hasta el que es desentendido y que quiere vivir con libertad, odiando cualquier tipo de ataduras.

También miró a todos los alfas que conoció antes una vez más, cuestionándose lo qué pasaría si de pronto encontrara su destino al buscar con la mirada. Y ya que partió con la tradición de la familia Lee con los alfas varones, quizás su alfa fuese una mujer y, por lo tanto, debía ir a clanes en donde estas fueran más.

Después.

TaeMin se sintió mucho más cómodo que su alma gemela no estuviera cerca, porque así tuvo el tiempo necesario para distraerse en otros asuntos, de preocuparse cuando Key se desplomó por primera vez, o cuando les dieron el doloroso resultado de porqué su celo no le dejaba ni pararse por el dolor.

Necesitó tanto de los tres alfas, de la paciencia de Onew, la calidez de Jonghyun y el apoyo de MinHo. Sabía que cuando éstos regresaran, la situación mejoraría, irónicamente pensó que ellos harían un tonto juego para ser el alfa de KiBum, no que MinHo fuera suyo.

Porque lo es.

Le enfermaba la idea de que siquiera fuera a ver a KiBum al hospital. Lo odiaba, odiaba sentirse inseguro  Que su omega le susurrara que con eso MinHo podría cambiar de opinión y preferir a su preciado amigo. —Él no me haría algo como eso.

MinHo podría ser miles de cosas, como el tonto que se enojaba cuando le daba una paliza en algún juego, o el hombre que no le gustaba equivocarse y haría todo lo posible para voltear las cosas. Pero, nunca, era del tipo que se hace el desentendido, ni que deja sus promesas a medias.

TaeMin resopló contra la almohada nuevamente, odiando a su cuerpo, porque no deja de imaginarse a MinHo abrazándolo, acariciando su cuello con la nariz o que sus manos toquen lo que en la bañera se entretiene al limpiar.

Se lamió los labios al imaginar los de Choi, el cosquilleo diferente al de las mariposas le bajaba por el vientre en cuanto recuerdaba su aroma llenándole las fosas nasales. No era inocente de su parte querer ver lo que el servicio le hizo a su cuerpo, porque si a Jinki le había hecho desarrollar músculos, debajo de la camisa MinHo debía tener todo lo que ya le pertenece.

Cuando la mano le caminó por el estómago, bufó. Se la quitó de encima con prisas porque ya no debía hacerlo. Por ahora era sencillo, solo que eventualmente tendría que ver a MinHo y ¿con qué cara lo haría? Habiéndose imaginado que le haría todo, y no solo esas caricias románticas o besos castos sobre los labios.

Our Destiny Changed [2Min]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora