[5] Autocontrol

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Pasaron cuatro semanas desde que MinHo fue admitido en la casa de los Lee. Se podría decir que ya no fue amenazado duramente. Su suegro le miraba con desdén la mayoría de las veces. Eunhyuk esperaba que en cualquier segundo se aprovechara de su hijo y así tuviera una excusa para poder atacarlo a él.

MinHo más que nadie se esmeró por ser paciente, por cumplir con el estúpido ritual de conocimiento que impusieron sus antepasados hace siglos. Era entendible, hubo bastantes parejas que como humanos no congeniaron, a pesar de que sus animales se entregaron por completo.

Solo que... Se trataba de TaeMin. Conocía a su omega de toda la vida. Sabía bien cómo era, y TaeMin lo conocía por igual. Los besos eran demasiado buenos y tan insuficientes. No había peor castigo que no poder estar más tiempo con él, y eso que tenía como punto de consideración el servicio obligatorio de dos años.

—¿En qué tanto piensas? — cuestionó TaeMin, desviando su vista de la película en la pantalla de la televisión.

En marcarte, pensó MinHo. —Nada importante, me desvíe un poco.

Los Lee dieron su consentimiento para este tipo de encuentros. Se veían todos los días, un par de horas o a veces toda la tarde, dependía del humor del preciado suegro de MinHo.

—¿Estás aburrido?

El deje de decepción se percibe en la voz de TaeMin, por lo que se apresura a negar con una sonrisa en los labios. —Nada de eso, estaba pensando en que quizás debería besarte y llevarte conmigo a otra aldea para poder estar juntos tranquilamente.

El joven rubio alzó una ceja, acercando su rostro al mayor. —Pues ya te estás tardando mucho hyung.

Sus labios se fusionaron, al principio con un ritmo pausado y pocos movimientos. No fue intencional para TaeMin irse cayendo hacia atrás en el sillón, permitiendo a Choi acaparar todos sus sentidos colocándose encima suyo. Los dos disfrutaron de un contacto más íntimo, profundizando los ósculos hasta donde su experiencia les da permiso.

MinHo está ebrio de la esencia del menor. Su boca sabe al mejor platillo que ha tenido en su vida. No se cansa de danzar con los labios de TaeMin, el pasear con su lengua e invitarlo a que jugaran mutuamente les hace olvidarse del reglamento de Eunhyuk.

—Hyung...— llama bajo TaeMin al sentirse mareado. El fuerte aroma de MinHo lo tiene hundido en él, mostrándole el cuello ansiosamente, invitándolo con desfachatez a probarlo.

El mayor no ignora tan placentera vista, sus besos dejan la boca de TaeMin y descienden por la comisura, deteniéndose en la barbilla y bajando pausadamente por el cuello hasta donde creyó que se sentirían mejor sus estímulos.

—Hueles demasiado bien. — sus colmillos están saliendo, la piel del menor está erizada causándole un respingo de orgullo que se incrementa en cuanto TaeMin lo abraza hacia él. —Demasiado bien...

Sus cuerpos están hechos para amoldarse así, de modo que TaeMin olvida cierta parte de vergüenza al dejar que MinHo recubra su cuerpo por completo, sus piernas se abrazan a las caderas del moreno, sintiéndose pleno cuando Choi le da besos más elaborados, con sus labios marcando su manzana y liberando pequeños gruñidos que le dan cosquillas.

Las manos de MinHo están peligrosamente sobre su estómago, colándose por debajo de la camisa holgada y acariciando directamente la piel, tan tersa que estuvo a punto de ronronear de mero gusto.

Una humedad conocida provocó que el menor alejara al alfa, sintiéndose jodidamente avergonzado, porque el olfato de cualquiera como MinHo podría descubrirlo con facilidad. —Lo siento...

—¿Te asusté? — la mirada de MinHo se suavizó, contrastando a la fiereza que solo segundos antes mostraba. Su boca regresó a los abultados labios, presionando suavemente y robando una sonrisa de su pareja. —Son cosas del cuerpo Minnie... Tu olor es muy bueno y-

Our Destiny Changed [2Min]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora