Diego: ¡Hey, tu perro tumbó mi café!
Cinco, tomando al cachorro en sus brazos: Seguramente te lo merecías.
Vanya: Él nunca ha botado mi café... No creo que haya sido él.
Diego: ¡LO FUE, estoy seguro!
Cinco sonríe, pensando que pasó algunos meses entrenando a su perro para que atacara específicamente a Diego: Probablemente no le agradas.