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Amelie:

Estaba saliendo del trabajo, y Lindsey estaba afuera hablando con unos muchachos, cuando me vieron hicieron un gesto con su cabeza y se despidieron de ella. Extraño, muy extraño.

Tal vez están planeando secuestrarme y vender mis órganos, o son normales y se despidieron porque ya se tenían que ir, a lo simple.

Lindsey se acercó a mí rápidamente, venía con unas bolsas, olían muy bien así que supuse que sería comida. Ella me miró expectante, como si quisiera contarme algo que le emocionaba bastante.

-Vamos a casa, los niños deben tener hambre.- Dijo ella, sin más y comenzamos a guiarnos camino a lo que se puede llamar casa. Ese sótano extraño era un alivio, pero también era un temor, no podíamos vivir tranquilos y menos podía irme tranquila sabiendo que los niños iban a estar ahí continuamente peligrando si alguien los encuentra.

La verdad es que, estaba cansada de todo eso. Incliné un poco mi cabeza, con una mueca cansada y Lindsey pareció notarlo y puso su palma en mi hombro, como indicando que todo estaría bien, aunque claro que no lo era, pero me gustaba pensar que sí...

-No te preocupes, un día ya no tendrás que vivir así. Confía en mí.- Me dijo, como si pudiera leer mi futuro. Y me dio un poco de calma, pero eso no cambiaría mi realidad, seguiría aquí hasta que un milagro ocurriera porque no hay forma de que alguien como yo consiga salir del poso sin fondo.

Estábamos casi llegando, los niños estaban asomados por un agujero, al vernos pareciera que saltaron del gusto, y más viendo a Lindsey a lado mío.

Lindsey se apresuró a llegar, y entrar a donde los niños y yo hice lo mismo. Al bajar ellos se abrazaron a ella como los osos a la miel, parecían quererla mucho, y eso me aseguraba de alguna forma que ella no tenía malas intenciones.

Ella rápidamente sacó la comida, y la puso en la mesa. Había traído hamburguesas y donas, también leche y agua, entre otras cosas como ensalada de frutas y pizza. También yogurts pequeños, seguramente los niños le encargaron.

-No te preocupes, los niños no me pidieron nada. Fue mi idea, al parecer les gustan éste tipo de cosas, así que traje variedad. - Dijo ella, como si me leyera la mente. Y después le aviso a los niños que podían empezar a comer, mientras me miraba a mí, de una forma extraña. Para después sonreírme y invitarme a comenzar a cenar también, era muy amable pero seguía siendo extraño para mí... Tal vez estaba siendo amable porque se iría pronto.

Sin duda la extrañaríamos, incluso después de haberla conocido por estos cortos días. Después de todo lo que ha pasado, al final es una buena persona y siempre voy a agradecer que nos ayudó todo este tiempo.

Lindsey:

-Muchas gracias por todo... - Dije, con una sonrisa nostálgica. Y ella me observó confundida, como si no entendiera porque le estaba agradeciendo. Pero la verdad es que yo estaba muy agradecida, siento como si hubiera vuelto a encontrar la forma, volver a vivir una vida normal, convivir con personas honestas, hacer amigos, comer con la familia... Todas esas cosas tan simples y a la vez tan grandes, extrañaba todo eso. Yo... Extrañaba tener un hogar, por estos pocos días me había olvidado de todas las otras cosas que no me dejaban ser yo. Había olvidado lo realmente importante, lo que a mí realmente me caracteriza, yo no vivo por el dinero y tampoco estoy interesada en tener el último par de zapatos.

Para mí es algo más... Y no tengo que pretender encajar en esa familia, tengo que ser fuerte y aguantar la soledad. Sé que algún día tal vez pueda volver a casa, y se sienta como un hogar nuevamente.

-Muchas gracias por recordarme lo que había olvidado, te agradezco mucho por dejarme sentir la calidez de tu hogar. - Dije casi al punto de que mis ojos intentaron cristalizarse y romper en lágrimas saladas y acuosas. Pero lo soporte, tampoco quería asustarla. Ella pareció querer decir algo también, pero parecía que resultaba un poco difícil hacerlo.

-Gracias por la comida, Tía Lyn. - Dijeron todos los niños al unísono, a lo que yo solo negué y les ofrecí una sonrisa.

-Gracias por ayudarnos, de verdad que te debo demasiado. - Dijo Amelie, con una mueca de seriedad como si quisiera ocultar lo que realmente sentía.

-No me debes nada, al contrario. Ustedes me ayudaron a olvidarme de muchas cosas, yo les debo aún más. - Dije, sinceramente. Ella parecía aún dudosa de en qué podría haberme ayudado, pero era un hecho que lo hacía.

-Saben niños, mañana tendré que volver a casa. Pero los visitaré cada Otoño, hasta que ya no pueda hacerlo.- Dije, y todos los niños parecieron tristes y a la vez alegres. Y asintieron para seguir comiendo, con la inocencia que solo un niño puede poseer.

Este día finalizó, después de nuestra cena me fui a casa, fue un camino largo por que sentía que el corazón me molestaba un poco, sentía un poco de dolor. Pero no le di importancia, porque sólo era un pequeño dolor, no era nada grave de sentir.

Mañana sería el gran día.

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¡Mañana será el gran día!

Que tengan un bonito día, los quieroooooooooooooo! ;3

Mi mejor amiga, Lyn. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora