La música inundaba todo mi pequeño mundo. El cual se encontraba en mi pieza. Cuatro paredes de un violeta viejo. Mis ojos marrones se entre cerraban del cansancio que llevaba puesto como un abrigo en mi rostro. Lo unico que hacia era bajar el ratón para seguir leyendo a personas que tenian mucho talento en algo que me encantaba pero no era mi fuerte. La escritura mi pequeña pasión de toda mi vida. Era parte de mi única vida social. Si así le puedo llamar a tener tan solo una amiga que vive lejos e hipócritas que veo todos los días. De pronto un texto sobre el despreció me atrapó como una telaraña a un insecto. Sin mas decidí leer mas obras maestras de aquel chico llamado Aer. Sus palabras merecían ser leídas por el mundo entero. Era muy esencial y cautivador para que sean unas simples frases coherentes. Su realidad no muy diferente a la mía me atraía. Siento que parpadeo. Pero en realidad me despierto por el profundo dolor de espalda que me produjo dormir sentada. Miro la hora, eran la 1:30. Mis ojos mas cansados que nunca me permitían ver borrosamente un poco de el desorden que se encontraba en mi habitación. Apague el computador. Y me lanse a la cama como si no hubiera mañana con la esperanza de descansar al menos un poco. Pero un pensamiento recurrente condenó a mi cabeza a pensar en el chico del computador. Ya que era una cuenta anonima imaginaba como sería el. Un hombre de unos ojos marrones oscuros como el cafe, azules como el mar o verdes como las hojas de los arboles. Tal vez era rubio o moreno pero lo prefería castaño como una almendra. No entendia que me hacía pensar en un chico que escribia bien al cual solo había leído una vez. Tal vez su forma de pensar me deslumbraba no lo se. Pero algo era seguro. Aquella noche me dedicaría a el.
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Palabras Anonimas.
Krótkie Opowiadaniauna historia de amor muy convencional atravesando el tiempo.