MEREDINN SUBIÓ LAS ESCALERAS. No había nadie fuera, así que recién pudo ver a los dioses cuando entró por la puerta del ostentoso palacio.
Y los dioses eran... ¡enormes! Esa era la mejor palabra para describirlos. Angell era bastante alto, de unos dos metros, pero esos otros... lo superaban en gran magnitud. Debían rondar los dos metros cincuenta cada uno. Meredinn se sentía muy baja con su metro sesenta y cinco, lo cual la hacía una de las hadas más altas, pues estas no solían pasar el metro sesenta.
También eran todos muy guapos, poseían facciones perfectas. Parecían dibujados. Sin duda los griegos no habían exagerado al describir la belleza y majestad de sus deidades.
Un par de dioses le hicieron una reverencia al verla entrar, aunque otros tantos parecieron ignorarla por completo. Meredinn pensó que quizá creían que era insignificante delante de ellos.
«Seré pequeña, pero puedo hacer mucho ruido». Sabía que tenía cosas que muchas diosas envidiarían.
Miró a su alrededor. El palacio era aún más grande de lo que aparentaba si uno lo miraba desde afuera. Estaba en un salón de fiestas enorme, el suelo se extendía por cientos de metros y brillaba como si estuviera hecho de polvo de estrellas. En el centro de la pista de baile había una enorme fuente de aguas coloridas; varios dioses se reunían a su alrededor. Meredinn se preguntó si las aguas tendrían algún poder especial.
A lo lejos y en la altura, se veía un enorme trono con un imponente dios rubio con largas trenzas y un tridente a su lado.
«Zeus», pensó ella, imaginándose que ese debía ser.
Todos vestían túnicas que les llegaban a las rodillas, aunque eran de diversos colores, no solo blancas. Los peinados de las mujeres eran numerosos y la gran parte lo llevaba recogido.
Meredinn no sabía qué debía hacer ahora que estaba ahí. ¿Ir a presentarse delante del líder? ¿Debía tan solo caminar alrededor del salón y disfrutar la fiesta? ¿Qué era lo que se esperaba de ella?
Pronto lo supo, pues Zeus le hizo señas desde su trono; quería que fuese donde estaba. Primero miró a su alrededor para ver si Angell se encontraba allí, luego continuó caminando hasta llegar delante del dios del cual tanto se le había hablado.
—Tú has de ser Meredinn —dijo Zeus en un tono de voz tan imponente como su presencia.
—Así es —contestó ella, sin dejarse intimidar—. Yo soy Meredinn, princesa heredera de las hadas.
—Eres una criatura muy interesante —opinó Zeus—. Tengo algo que proponerte, pero primero disfruta la fiesta. Más tarde te llamaré otra vez.
—Será un gusto, señor —aceptó, realizando una breve reverencia antes de darse la vuelta una vez más.
Comenzó a caminar alrededor de la celebración, sirviéndose de los manjares que se exhibían, comidas exquisitas que nunca antes había probado. Saludó a dioses que se iban presentando, aunque ninguno de ellos era de los dioses importantes, o al menos de entre los más destacables.
Y a lo lejos vio a Angell, quien seguía de la estatura con la que lo había conocido, unos cincuenta o sesenta centímetros menos que el resto. No podía dejar de preguntarse qué lo hacía tan bajo; tal vez más tarde se lo preguntaría.
Caminó hacia él con una sonrisa en sus labios.
—Hola, princesa Meredinn. ¿Estás disfrutando la fiesta?
—No demasiado todavía, estoy esperando que comience la música para bailar.
—Ah, deberás esperar a que todos llenen sus estómagos — dijo él, riéndose un poco—, pero ya podrás bailar.
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Sangre Eterna: Sangre enamorada #4 (Versión original)
Vampiros♥LIBRO CUATRO DE LA SAGA♥ Meredinn, la bella princesa heredera al trono de las hadas, ha cumplido los dieciocho años. Es hora de cumplir su misión, y de terminar el trabajo que su madre, Alejandra, en secreto comenzó. Iniciará una gran aventura en b...