Capítulo 9

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NIKOLAV SE SENTÍA PARALIZADO. Alejandra no estaba, Meredinn no estaba y Lilith parecía cada vez más cerca de lograr su objetivo. Lilum ya había caído desmayada, un grupo de hadas la había llevado a un lugar seguro para ayudarla a reponerse. Mientras tanto, Karel luchaba por volver a levantar las partes de la gruesa pared transparente que Lilith destruía con cada rayo que lanzaba. Se estaba tornando una tarea casi imposible. Estaban condenados: La vampira original no pararía hasta ganar el control. Ni siquiera si él se rendía las hadas lograrían salvarse. Sería una masacre a no ser que Meredinn llegase en ese preciso instante. ¿Dónde estaba? ¿Por qué demoraba tanto? Nikolav no se lo podía explicar.

De pronto, Lilith logró lanzar un rayo más intenso, un ataque que partió la pared en dos y volvió imposible la tarea de Karel, quien ya no podría volver a levantar la defensa. Ella y sus vampiros comenzaron a entrar.

Estaban perdidos a no ser que ocurriese un milagro.

***

Meredinn y Angell se apresuraban para llegar al lugar donde se encontraba el portal que los llevaría de vuelta al mundo de las hadas. Ella temía que fuese demasiado tarde; y aún debía encontrar la manera de conseguir las llaves.

Pensó que Angell se las facilitaría si las pedía, pero ¿qué iba a suceder con él una vez que el planeta Tierra fuera normalizado y librado de los guardianes? Angell sería expulsado y enviado una vez más a su lugar de origen, donde sufriría severos castigos por haberla ayudado a escapar. A Meredinn se le partía el corazón por tener que tomar una decisión así.

Pero debía sacrificar al amor de su vida por todos los habitantes del planeta Tierra. Mucho más estaba en juego, muchísimo más.

¿Pedir las llaves o quitarlas? Sería sencillo buscar la forma de arrebatárselas cuando ya tuviera todas las demás y estuviese lista para unirlas, sino los guardianes sospecharían de sus planes, si es que ya no lo habían hecho.

—¿En qué piensas tanto, Mere? —le preguntó él, interrumpiendo sus pensamientos.

Las hadas no podían decir mentiras, pero sí podían ocultar cierta parte de la verdad mientras lo que dijesen fuera cierto. Meredinn aprovechaba eso todo el tiempo.

—Me preocupa llegar tarde a la batalla —contestó.

—No te preocupes, querida —dijo él, dándole un beso suave—. Llegaremos a tiempo, ya lo verás.

—¿Piensas que podremos eliminar a Lilith?

—No lo sé. Quizá puedas atraparla en un cuadro interdimensional. No sé qué tan fácil será matarla.

Meredinn asintió. Ni bien llegasen al palacio, haría un cuadro en unos diez minutos. No necesitaba ser detallado: un infierno ardiente sería lo mejor para ella.

—¿Estás seguro de que los dioses no nos seguirán?

—No pueden hacerlo. No tienen las llaves, tampoco poseen otra forma de venir hasta la Tierra. Si lo hicieran en una nave espacial les llevaría cientos de años. Aunque no hay que descartarlo, puede que lo terminen intentando.

—Solo que dentro de cien años podríamos estar preparados —añadió ella.

—Exacto —respondió Angell—. No te preocupes, preciosa. Todo saldrá bien y como lo deseas.

Meredinn anhelaba que no se estuviera equivocando. Era necesario que nada saliera mal.

***

—¡Están entrando! ¡Todos a sus lugares! —exclamó Nikolav. Alejandra y Meredinn aún no llegaban, no quería siquiera imaginarse cómo iría esa batalla sin ellas. ¿Por qué demoraban tanto?

Sangre Eterna: Sangre enamorada #4 (Versión original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora