A medida que caminaba, el reflejo de aquel extraño brazalete que se le enroscaba por el brazo iba directo a los ojos de Lena cegándole un poco la visión. Cuanto más lo miraba, menos podía descifrar lo que era aquello o su propósito, ¿sería un simple accesorio?
El muchacho caminaba con un paso elegante, erguido, siempre con los brazos detrás de su espalda. Lena mantenía la vista clavada en él intentando no tropezar en el camino y esperando a que él no se diera cuenta de su atenta examinación. Su piel también resplandecía al ser tocada por el sol.
Parecía no inmutarse, una expresión impasible era visible en su rostro. Lena posó su atención en el tintinéo constante que hacía la infame colección de dagas que colgaban del su cinturón. Cada una de ellas con una empuñadura distinta.
Un ángel de bronce, un dragón de plata, y unos gatabatos.
-Reliquia familiar-agregó el muchacho-.
Al oír su voz después de todo el camino de andar en silencio Lena pareció despertar.
-¿Qué?
Ella estaba confundida, aunque todo la confundía en estos momentos para ser sinceros.-Las dagas, te llamaban la atención-prosiguió-Son una reliquia familiar, me lo han heredado. Ha pertenecido a mi familia por tantas generaciones que ya no tendría modo de saber a quien perteneció en un primer lugar. Probablemente haya estado con nosotros desde el año 1600.
-No me dijiste tu nombre, eso me incomoda. Dado que tú sabes el mío.
El muchacho se paró en seco justo frente a Lena, ella retuvo la respiración por un instante sin saber que esperar de él.
-Pero que tonto soy, tengo unos pésimos modales. Blackwood, Daven Blackwood-extendiendo su mano frente a Lena, ella se lo tendió de vuelta dudosamente.
Su apretón fue suave, como si la chica fuera una flor muy delicada. ¿De qué pelicula se había salido él?
-Bueno, Daven. ¿Puedes explicarme de que va todo este asunto? Creo que ya me han confunfido bastante. No sé si soy tan especial como dicen que soy-
Daven se había quedado en silencio por unos momentos, mirándola. A la chica su mirada se le hacía demasiado familiar, la manera en que la miraba fue demasiado extraña.
-Eres especial, siempre lo has sido-Sin agregar nada más continuó caminando.
Sus pasos eran demasiado largos, Lena apenas le llegaba hasta los hombros, de modo que hacía un gran esfuerzo por igualar su paso rápido.
-¡Oye! ¿A qué te refieres con que siempre he sido especial? Nunca te he visto. No te conozco, de hecho, ¿por qué estoy siguiendo a un desconocido? Quizá me quieras para quien sabe qué. Sólo espero que nadie encuentre mi cuerpo en un desagüe mañana.
-Soy un caballero. No haría tales cosas, no dañaría a una dama-Respondió sin detenerse o voltearse a mirarla.
Además-Prosiguió-soy un guardián como te he dicho antes. Un guardián de almas para ser más exácto. He sido enviado por la Órden para encontrar La piedra de Sangre y llevarla de vuelta a su sitio. Algún tonto habrá querido probar suerte con su magia.Lo último lo hizo reír. Lena solo podía mirarlo. El parecía creerse muy importante, con su aire egocentrico y con esa caballerosidad mal actuada y sus estúpidos modales.
Había algo en ese Daven Blackwood que ella no podía soportar, algo la sacaba de quicio, como si lo conociese demasiado bien y haya algo que tal vez, en otra vida, no le haya podido decir.Ambos siguieron su camino por unas cuantas calles abajo más, los rayos del sol se habían disminuido y el naranja en el cielo se volvía más tenue, haciéndose presente la noche de manera sutil. Lena notó que habían regresado al subterráneo de la noche anterior. Todavía todo era bullicioso, aunque no había tanta gente como la última vez, a ella le parecía exactamente lo mismo, sus oídos zumbaban de forma atróz, era demasiado molesto. Demasiadas voces haciendo eco. Se preguntaba si Levy ya habría llegado a su apartamento. ¿Que pasaría si llega y no la encuentra en casa? Peor aún, ¿qué le diría a sus padres?
Para acallar el parloteo mental decidió volver a hablar.
-Dijiste que habías venido a ayudarme, no mencionaste que también buscabas la Piedra. Al parecer es una piedra muy importante.
-Oh sí-una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro-.Puede que lo que te dije no haya sido del todo cierto. Debí usar mi encanto y caballerosidad o, de otro modo nunca habrías venido conmigo.
-Eres un idiota.
-Es probable- de su cinturón obtuvo una daga que brillaba en oro y otras piedras preciosas incrustadas, entregándosela a Lena.
La necesitarás.Lena la sostuvo entre sus manos sin objetar. Se sentía pesada, su empuñadura cabia perfecto en su palma. Estaba cubierta por un diseño de serpientes que se enroscaban alrededor de la misma.
De su cinturón Daven también sacó un objeto alargado, de metal probablemente. Se veía igual que la caja que había visto en manos del Señor Oscuro. Sólo que esta tenía una menor cantidad de mecanismos y ésta para nada le atraía como lo hizo la otra.
-¿Y qué se supone que es eso?-Lena señaló en dirección al objeto.
De nuevo, su rostro se iluminó con una gran sonrisa, él palpó con sus dedos cada uno de los hornamentos del objeto.
-Es un portal, técnicamente. Puede llevarte a donde sea sin ser visto. Es el cuarto objeto más preciado de la Órden.
《Eso explicaría por qué se hizo invisble antes》pensó Lena
Mientras hablaba, Daven ya se estaba ajustando el cinturón. Los mecanismos comenzaron a girar y girar cuando él lo bajó en el suelo. La caja hizo un sonido de clic cuando acabó.
Una imagen tenue y borrosa aparecía frente a los ojos de ambos jovenes.
A medida que la imagen del portal se hacía más clara la marca de nacimiento de Lena se iluminó en un tono rojo oscuro, casi como la sangre. La presión bajo su piel era tanta que, sin darse cuenta la chica estuvo presionándo su brazo para evitar sentir aún más dolor aunque eso no ayudó demasiado.Daven volteó a mirarla y asintió de manera orgulloza, casi como si hubiese logrado algo importante con lo que acababa de suceder.
-Mentí- poniendo un pie al frente, se acercó al portal.
No sabía quién eras, tuve que investigarte, pero cuando te vi aquella noche en el tren noté tu marca en el brazo. Y lo supe, eres una de nosotros. Ninguno quiso creerme, así que debía venir a comprobar que era verdad con mis propios ojos y tengo la prueba-con un movimiento de su cabeza señaló a su palpitante cicatríz.-¿Una de ustedes? Te refieres a una guardián de almas. ¿Por qué te creería? Además, mentiste antes. Ni siquiera sé que hacen los guardianes. Y no sé por que me necesitan a mi, aún no entiendo por que soy de suma importancia para ustedes.
El dolor de su marca de nacimiento aumentaba cada vez y se extendía a través de todo su brazo, experimentaba una fuerza poderosae invisible corriendo por sus venas, algo maravilloso al mismo tiempo. Una sensación que no podía explicar. Todo su cuerpo se sentía ligero, atraído hacía la vorágine del portal que se alargaba frente a los dos.
-Señorita Jelena, prometo explicártelo después, pero ahora necesito que vengas conmigo. Sólo visualiza una puerta, sebe ser de un lugar que conozcas y en el cual ya hayas estado, la que sea, y mantén la imagen tan clara como sea posible en tu mente. Aquí -él extendió su mano hacia Lena esperando su reacción -.
Lena dudaba, pero le dio la mano y tal como le había dicho Daven, ella visualizó en su mente el único lugar en el que deseaba estar en estos momentos. La puerta apareció en su mente de manera sencilla, tan clara.
Tomados de la mano, ambos dieron un paso al frente, nadie los veía debido a que la magia les permitia ser invisible para todos los demás. Él muchacho la miró de reojo.-¿Lista?
-Tanto como podría estarlo
Suspirando ella dio otro paso más, el portal se los había tragado por completo, llevándose consigo todo de ellos hacia una gran puerta blanca.
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Guardianes de Almas
FantasíaDos artefactos mágicos muy antiguos y poderosos han sido robados de la Orden. La daga Sueño de Cristal y La Piedra de Sangre. Los guardianes ya han sido alertados y se inicia una búsqueda incanzable. Todo parece empeorar cuando uno de sus antiguos m...