— Señor, no hizo una reservación — le avisó su secretario en voz baja, con temor a que su jefe le gritara y se enojara con él por no haberle reservado una mesa en el restaurante con anticipación.
— No te la pedí Kim porque necesito ver cómo trabajan — explicó y el aludido pudo suspirar aliviado.
Al menos no estaba enojado con él porque era algo que había decidido por su propia cuenta, sin embargo, si aquello volvía a suceder en algún otro momento las posibilidades de que sí se pusiera furioso eran muchas.
Incluso podía ser despedido.
Changbin sin duda odiaba tener que ir a los restaurantes para tener que ver cómo van las ventas y demás, él prefería hacerlo desde la comodidad de su casa. Ahí sólo le informaban lo que sucedía y en base a ello, hacía las decisiones necesarias. Sin embargo, de vez en cuando debía visitarlos ya que había algunas cosas que no podía ver desde su casa.
Hoy era ese día.
Cuando llegaron, no había mucha gente así que en seguida llegaron a la recepción donde se encontraba el hostess.
— Señor Seo, — dijo el chico con los ojos abiertos, claramente sorprendido de verlo ahí — ¿va a querer una mesa?
— Sí, para dos — replicó, ligeramente fastidiado pero no mencionó nada.
Si Changbin iba a los restaurantes con los empleados sin saber que va, puede agarrarlos desprevenidos y aquello les haría trabajar torpemente.
— En seguida le buscaré la mejor mesa — anunció, anotando en su cuaderno con prisa.
— No, dame la que tengas. — negó, haciendo un movimiento con la mano para que no lo hiciera y vio al hostess alzar la cabeza, asombrado — Diles a todos que no necesito trato especial, trátenme como cualquiera de sus otros clientes.
— Pero señor... — dijo, dejando las palabras en el aire pero vio a Changbin volver a negar y esta vez el chico se limitó a asentir derrotado.
Poco después, Changbin y su secretario fueron guiados a una mesa que se encontraba vacía al fondo del lugar. Una vez que se sentaron, esperaron un poco mientras le daba un vistazo al lugar, algunas decoraciones y que esté limpio. Por suerte todo lucía bastante bien.
No estaba yendo nada mal.
El verdadero problema iba a empezar cuando comenzaran a servirles su comida pues ahí era donde solían equivocarse la mayor parte del tiempo debido a la presión.
— Buenas tardes, señores... — la voz masculina se fue apagando cuando llegó una mejor posición para mirar a Changbin, con quien hizo contacto visual. El hombre alzó una ceja mientras que Chan abría los ojos con sorpresa pero cuando salió de su trance se aclaró la garganta y le sonrió — ¿Ya saben qué van a pedir? — preguntó mientras sacaba un pequeño cuaderno de su pantalón.
Ambos estaban sorprendidos, demasiado si eran honestos pero no podían hablar de eso en aquel momento por lo menos. Debían guardarlo para después y seguir como si nada.
— Serían dos tortiglioni y un sirlon. — habló Changbin, atento a cada movimiento que Chan hiciera, quien se dedicaba a asentir en silencio mientras apuntaba — ¿Cuál es el mejor vino que tienes?
Vio a Chan morder su labio levemente, seguro estaba pensando en lo que le había preguntado — El antinori toscana tignanello — contestó poco después, mirando a Changbin en espera de una respuesta.
— Bien, dámelo entonces — asintió y Chan lo imitó, anotándolo rápidamente en su libreta.
— ¿Sería todo? — inquirió y Changbin volvió a asentir — En seguida vuelvo entonces — dijo por última vez antes de girar sobre sus talones para dirigirse a la cocina y entregarles el pedido.
La franquicia era reconocida no sólo por sus deliciosos cortes y comida italiana, sino por la rapidez que manejaban así que Chan no tardó mucho en llegar con su pedido. Comieron entre pequeñas pláticas, la mayor parte de ellas se trataba de trabajo, del siguiente horario que tenía agendado Changbin y demás.
Chan incluso había ido con ellos para preguntarles si se les ofrecía algo más pero en cuanto obtuvo una respuesta negativa, los dejó nuevamente solos, recogiendo sus platos. Una vez que lo hizo, sacó su móvil de su bolsillo y se dirigió a su aplicación de mensajería antes de comenzar a teclear en uno de sus contactos.
Changbin
Quiero hablar contigo.
Te veo en el baño, voy en 5En seguida lo envió y dejó el móvil sobre la mesa y relamió sus labios, dándole una rápida mirada al lugar. Necesitaba hablar con Chan antes de irse de ahí y lo haría pero lo último que quería era que alguien los viera. Ni siquiera Kim podía enterarse.
Vio la hora en su reloj de mano y en cuanto se levantó, vio a su secretario: — Iré al baño — anunció y antes de que pudiera decir algo, caminó hasta los sanitarios mientras escuchaba los saludos de los empleados, quienes hacían reverencias pero él no les tomaba demasiada importancia.
En cuanto llegó, miró a su alrededor y entró, esperando que no hubiera nadie que pudiera delatarlos y en cuanto verificó que estaba solo, frunció el ceño.
— ¿Chan? — preguntó a la nada, extrañado de que no lo encontrara.
Se preguntó si no había visto su mensaje y chasqueó la boca, a punto de sacar su móvil para llamarlo nuevamente pero en seguida escuchó un sonido, alzando la cabeza sólo para encontrar uno de los cubículos ser abierto con algo de lentitud, viendo a Chan salir.
— ¿Qué haces aquí? — preguntó Chan en voz baja con el ceño fruncido mirando al hombre frente a él.
— Eso debería preguntarte yo — replicó, frunciendo el ceño también.
— Aquí trabajo.
— Pues esta es mi empresa.
Chan abrió los ojos ante la confesión. Era una broma, ¿verdad? Pero no veía ni una pizca de gracia en el rostro de Changbin, se veía tan serio y veía que se encontraba igual de extrañado que él.
El dueño era un Seo y lo sabía porque era parte de la historia del restaurante, debía aprendérselo en el momento en el que entran. Pero podía ser cualquiera, ¿no?
— Esto es increíble — dijo con una pequeña risa sin gracia, pasando una mano por sus cabellos.
Nunca se habían visto debido a que Changbin no siempre visitaba sus restaurantes con tanta frecuencia, eran demasiados para que se tomara el tiempo de hacerlo. Además, a veces estaba muy ocupado cerrando tratos con otros empresarios para que eso sucediera y donde Chan trabajaba era el que más lejos le quedaba de su casa, sólo era tiempo perdido.
— No sabía que trabajabas aquí — mencionó Changbin, cruzando sus brazos sobre su pecho, mirando a Chan.
— ¿Cuál era la necesidad, de cualquier forma? — replicó, restándole importancia al tema — No es nada importante y no eres quién para que te cuente lo que haga o deje de ser.
Aquello sorprendió demasiado a Changbin, quizás más de lo que debía. Tenía razón y no podía negarlo. Ellos no eran absolutamente nada, sólo extraños que se relacionaban por un bien común; él tenía sexo y Chan dinero. Ambos salían ganando y no había necesidad de compartir información demás.
Changbin suspiró pesado y asintió levemente, estando de acuerdo — Como sea, tengo que irme porque estoy ocupado. — le dijo y antes de darse la vuelta para salir, volvió a hablar: — No trabajas nada mal, espero que sigas así.
Chan se mantuvo en silencio y cuando lo vio cerrar la puerta detrás de él, permitió que sus músculos se relajaran. Estaría mintiendo si dijera que no se había encontrado bajo presión sabiendo que aquel hombre era el dueño del lugar y debía dar todo de sí ya que la mesa en la que se había sentado le pertenecía.
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for your love ✧.* binchan
Fiksi PenggemarLuego de que la madre de Chan cayera enferma, tener dos trabajos no le parecen suficientes, por lo que consigue un Daddy. +16 Relacionada a 'Addicted to you' pero no es necesario leerla para entender esta historia © SKZPH0BiA