Tres

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JingYi despertó con la necesidad de ir al baño. Ignoró el dolor por haber dormido en una silla y se apresuró. Al salir, prestó más atención, la casa ya estaba iluminada por lo que el sol estaba en lo alto. Miró la hora en la pared, eran las nueve. Luego, llevó la mano a su vientre. Su bebé no había dado señales de vida aún. Se acercó a la cama, rascándose la espalda. El desconocido seguía durmiendo. Se debatió entre despertarlo o no.

—Ay, —se quejó. La espalda estaba matándolo. De hecho, el dolor no cedió hasta que el desayuno estuvo listo—. ¿Todavía no vas a saludarme? —Preguntó a su vientre y sentándose para comer algo.

Sin respuesta, JingYi empezó a preocuparse. Si algo iba mal, si le ocurría algo al bebé...

Escuchó ruido a un costado.

—Oh, por fin te has despertado —el desconocido miró para arriba curvando ligeramente los labios en una sonrisa—. ¿Cómo te encuentras?

El extraño a quien quizá deba preguntarle el nombre rápido se quedó mirándolo y vio como un breve sonrojo se expandió por su rostro. Después lo observó girarse un poco y colocarse de lado en la cama.

—Bien... lo siento, no sé tu nombre —musitó-. Yo soy Wei SiZhui.

—Oh, me darás tu nombre de cortesía, está bien, soy JingYi. —Contestó.

SiZhui elevó una ceja.

—¿Sin apellido?

JingYi asintió.

—Sin apellido.

—Lo que tú digas. Has salvado mi vida. Gracias.

JingYi se puso de pie y SiZhui abrió los ojos.

—¡Estás embarazado!

—¿En serio? No lo había notado. —JingYi puso los ojos en blanco. Pero SiZhui se puso de pie de inmediato y se acercó.

—¿Por qué me ayudaste? —Preguntó observando posibles heridas—. ¡Podrías haberte hecho daño o al bebé! ¿Por qué no le pediste ayuda a alguien más? A tu marido, a alguien.

—Tranquilo. Estoy bien. Además, no hay nadie más. No hay gente. No hay marido. No hay nadie.

SiZhui no había querido dar su nombre de cortesía realmente, pero fue precavido, eso creyó, hasta que vio que JingYi era doncel, y que estaba muy embarazado. Y por la respuesta que acababan de darle, solo. No pudo evitar quedarse mirándolo, sin poder pronunciar palabra. JingYi también se quedó mirándolo unos instantes mientras se rascaba la espalda con una mano y después le restó importancia.

—Como sea. No fue nada. No podía dejarte ahí. ¿Quieres desayunar? Ah, anoche te cambie. Espero no te moleste pero no quería a alguien muerto de hipotermia en mi casa —Añadió JingYi

SiZhui se sonrojó y se miró.

—Gra-gracias.

—De nada. Ahora, ¿desayunas?

—Sí.

—Bien. Vi que tu teléfono está muerto. Si tienes cargador puedes ponerlo a cargar. Ahora te lo doy. Aunque te advierto que acá no hay señal. Luego puedes si tu camioneta anda. Es hierro pesado, capaz y arranca.

Jingyi se dio la vuelta mientras buscaba su teléfono y se lo pasaba. SiZhui, sin embargo, no podía dejar de mirar su vientre. Lo vio moverse por el pequeño espacio y luego vio con pesar que le servía el desayuno y él sin hacer nada.

—Déjame a mí, por favor.

Escuchó su risa.

—Es solo avena. Puedo hacerlo, en serio.

—No, no importa. Tu solo siéntate, ya has hecho mucho.

—Solo estoy embarazado. Y soy joven. Tengo apenas veintitrés.

SiZhui abrió los ojos. Su padre Wei Ying lo tuvo a esa edad. Solo también.

—¿Cuánto tiempo tienes? —preguntó mientras enchufaba su teléfono y se sentaba para comer su avena.

—Ocho meses. Oye, cuando veas tu camioneta, debes recordar que lo siento.

—No entiendo.

—Rompí tu parabrisas.

—Salvaste mi vida ¿A quién le importa un parabrisas? Si anda solo lo limpiaré y manejaré al pueblo más cercano.

—Está bien. Puedo hacerte un mapa...

Encuentro accidentado [ZhuiYi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora