Momentos DRARRY

Una canción de cuna

Eran las 10:38 p.m, Draco y Harry de encontraban completamente agotados, era tarde, la hora de dormir. Draco amaba dormir a su bebé, cantarle su canción de cuna que creó específicamente para él.

Por eso lo tenía en sus brazos, con su esposo azabache mirándolo con una suave sonrisa, desde el marco de la puerta de la habitación de su pequeño bebé azabache de dos meses.

- A dormir mi pequeña y linda lucecita, es hora de bajar un poco tu brillar y descansar - susurró el rubio, mientras veía como su hijo le miraba atentamente con esos hermosos ojos grises, tan brillantes como plata derretida. - No sé si mañana me verás al despertar, pero ten por seguro, que jamás te abandonaré.

Harry no pudo evitar soltar un pequeño sollozo, Draco lo miró con la mirada completamente suavizada, este le sonrió débilmente, con unas cuantas lágrimas cayendo por sus orbes esmeralda brillante, las cuales limpió rápidamente, bajando un poco la mirada. Draco soltó un pequeño suspiro, ahora volviendo su mirada a su hijo, el cual lo seguía mirando atentamente. Sonrió, antes de comenzar a cantar, con una voz tan suave y melodiosa.

- La luz también hasta encontrar entre la tempestad...

Al despertar puedes brillar aún más.

Un brillo tan fuerte que te calentará.

Tus ojos debes cerrar, para dormir en paz.

Una cuna haré con mi ser.

Y espero que me recuerdes así... Feliz.

El pequeño bebé sonrió, con sus ojitos brillando, mirando con admiración al hombre rubio que tenía frente a él... Su padre.

- Oh, querido hijo mío, debes de entender que te amo y te protegeré.

Porque hijo mío el mundo puede ser muy cruel.

Pero cada espina puede florecer...

Oh, querido hijo mío debes de entender que aunque duermas te recordaré.

Te sigo amando y espero que duermas feliz.

Quiero...

Y quiero...

Que me recuerdes...

El pequeño fue cerrando lentamente sus ojos, mientras su respiración se hacía cada vez más calmada y serena, hasta llegar al mundo de los sueños.

- Duerme mi pequeño James... Papi jamás te abandonará... Jamás.

Dejó con cuidado a su lindo hijo en su respectiva cuna, envuelto en sus suaves cobijas.

En el instante que se alejó un poco de su pequeño, sintió como un bulto lo abrazaba fuertemente del torso. Sintió su camisa para dormir mojarse, pero poco le importó, tomó a su marido en brazos, este envolvió la cintura de su rubio esposo con sus piernas, mientras que enredaba sus brazos en el cuello del mismo.

Draco comenzó a repartir dulces besos y caricias a la cabecita azabache del amor de su vida, mientras salía de la habitación de su hijo, al sentir que comenzaba a mojar su clavícula, con claramente, lágrimas.