Capítulo 2. ¿Eres bruja?

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—¿Francia? —cuando salgo de mi trance, Helena me mira con el ceño fruncido.

—Perdóname ¿Qué decías?

—Te decía que ya casi comienzan las clases y debemos ir por tu horario —dice con la vista sumergida en la carpeta que tiene en mano—. Vamos, sígueme.

Antes de irme, volteo a ver a la misteriosa mujer que para mí desgracia —o bendición— ya no me mira.

Continuamos caminando por las instalaciones de la escuela hasta llegar a la oficina de la directora. Helena toca la puerta e inmediatamente una voz profunda nos indica que pasemos.

—Buen día señorita Rojas —saluda Helena— aquí está la alumna nueva.

Ella alza la vista y me mira con sus penetrantes ojos azules, su melena rubia está recogida en un moño.

—Francia Johnson —tan rápido como me presento me doy cuenta de lo tonta que me vi; es obvio que ella sabe quién soy.

Ella parece percatarse, pero hábilmente ahoga una carcajada.

—Elizabeth Rojas —se presenta con seriedad— tome asiento señorita Johnson.

Cuando paso junto a Helena para tomar acatar la indicación de la directora, Helena me susurra:

—Suerte.

Hago caso omiso de sus palabras y tomo asiento frente a la rubia mientras escucho como la puerta se cierra a mis espaldas.

—Así que Francia... ¿De dónde dices que vienes? —apoya los codos sobre el escritorio y me mira atenta.

—Londres, licenciada Rojas. Vengo de Londres.

—Londres... que ironía —alza las cejas y deja de verme— Bien Jonhson, aquí esta tu horario —me extiende una hoja—. Puedes retirarte, se hace tarde— menciona mientras agita su muñeca para ver su reloj.

—Con permiso —me levanto de mi asiento mientras veo mi horario y camino hacia la salida— disculpe licenciada —volteo y ella me observa— ¿Dónde está el salón de la maestra Venable?

—Venable... —se queda pensando y alza una ceja— en el segundo piso.

—Gracias... Con permiso —giró la perilla de la puerta.

—Propio —escucho antes de salir.

Al salir, los alumnos comienzan a escasear debido a que se acerca el inicio de la jornada escolar. Camino hacia el segundo piso, pero alguien pasa corriendo y golpea mi hombro por detrás.

—Fíjate por donde caminas —digo mientras sobo rápidamente mi hombro.

—Lo lamento, no quiero llegar tarde a clase —se acomoda el cabello rubio oscuro, casi café— soy Charlotte —extiende la mano en forma de saludo.

—Francia —estrecho su mano.

Voltea hacia los lados en busca de alguien.

—¿Eres nueva cierto? —indaga.

—Si.

—Comprendo ¿Te puedo ayudar en algo? —ofrece.

—A decir verdad, sí. ¿Sabes dónde está el salón de la maestra Venable?

Pareciera que acabo de nombrar a un fantasma.

—De hecho, voy para allá ¿Vas? —comienza a caminar hacia las escaleras.

Cuando me dispongo a seguirla, el timbre suena.

—Demonios... —susurra— ¡Vamos Francia! —me toma de la muñeca y empieza a correr hacia arriba y yo la sigo torpemente.

Llegamos entre tropezones a una puerta, cerrada.

Charlotte toma un respiro y toca temerosamente la puerta.

—¿Qué? —pronuncia desde dentro, su tono logra helarme la sangre.

—Buenos días, señorita Venable... —asoma la cabeza hacia adentro— ¿Podemos pasar?

—¿Podemos? —en ese momento Charlotte abre totalmente la puerta, perdiéndome ver a la mujer en el interior del salón. La misma que vi esta mañana. Ella emite un suspiro de fastidio antes de decir algo más— ¿Y tú eres? —se cruza de brazos.

Trago difícilmente antes de responder a su pregunta.

—Francia, Francia Johnson —la voz me tiembla.

—¿Cómo el país? —ahoga una risa y sonríe levemente— pasa ya —indica ladeando la cabeza— Es la primera y última vez que les tolero algo así —sentencia.

—Si miss Venable —dice Charlotte mientras toma asiento. Al no saber que hacer, la imito y me siento detrás de ella.

—Como les decía antes de la interrupción —me mira— soy Wilhemina Venable, su maestra de literatura —se apoya sobre su bastón, que ni siquiera había percatado que poseía —Se dirigen a mi como señorita Venable o Miss Venable. Cualquier otra derivada esta estrictamente prohibida —sentencia.

[...]

Venable salió del aula sin emitir palabra alguna de despedida.

—Oye —Charlotte voltea a verme y se apoya sobre mi mesa— ¿Quieres comer conmigo y mis amigos? —ofrece.

—Seguro —comienzo a recoger mis cosas.

Después de unos breves minutos salimos del salón; los pasillos estaban llenos de estudiantes y docentes transitando, al parecer era descanso.

Fuimos por la comida y apenas nos sentamos comenzaron a llenarme de preguntas.

—¿De dónde vienes?

—¿Cuántos años tienes?

—¿Por qué viniste a Nueva York?

—¿Eres bruja?

Esta última pregunta ocasiono que todos comenzaran a reír, hasta yo, un poco.

—Honestamente, tengo la misma duda —admite Charlotte.

—¿Por qué lo preguntan? ¿Es alguna especie de broma?

—Francia ¿verdad? —pregunta y yo asiento— en los tres años que llevo aquí nunca he visto a Venable emitir la ni una sonrisa —comenta un chico alto y tes blanca—. Por cierto, soy Mario —se presenta y yo sonrío.

—Créeme, yo llevo aquí cuatro años y lo que él dice es muy cierto. Creí que no poseía la capacidad de sonreír, a medias al menos —admite una chica de cabello negro— Yo soy Olivia, es un gusto Francia.

¿Acaso esta mujer no tenía sentimientos?

Casi lo teníamos todo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora