Capítulo 6. Quédate así

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Por inercia —o atracción— baje mi vista hacia su boca.

El carmín lucía tan bien en sus labios

—No haga esperar a su cita, señorita Johnson —se aleja.

—No es mi cita —exhale el aire que no sabía que tenía retenido.

—Más le vale —voltea hacia la puerta— no sería lo correcto —completa para después abandonar la sala.

Finalmente me relajo y volteo a verme al espejo; mis mejillas estaban rojas, mi cabello ligeramente desordenado. Me tranquilicé y arregle todo, finalmente después de unos minutos salgo del baño y camino hasta la mesa donde esta Briggs.

—¿Todo bien? Tardaste un poco.

—Si, todo bien —tomo asiento frente a ella.

—Mira, prueba esto —me extiende su café— esta delicioso.

—Es riquísimo —cubro mi boca con mi mano mientras saboreo—, definitivamente tienes buenos gustos.

—Me alegra que coincidas conmigo —echa su cabello hacia atrás.

[...]

—Gracias por todo —abro la puerta del carro.

—Me la pase muy bien —sonríe— gracias por tu compañía, Francia.

Bajo del automóvil y cierro la puerta detrás de mí.

—Hasta luego —me agacho a la altura de la ventana para despedirme.

—Te veo después —asiento y me alejo. Ella arranca el carro, el viento mueve mi cabello mientras la veo alejarse.

Sacudo la cabeza y comienzo a buscar las llaves dentro de mi bolso. Camino hasta la puerta y abro.

—¿Se puede saber dónde estabas?

—¡Dios! Deja de hacer eso. Casi me matas del susto —respiro pesadamente con la espalda hacia la puerta y una mano en el pecho— ¿Qué haces aquí?

—Vivo aquí —responde obvia.

—¿Qué haces a estas horas en la casa, mamá? —reformulo la pregunta y ella ríe.

—Salí temprano, tenía que recoger algo —mete la mano a la bolsa de su pantalón de vestir y saca unas llaves.

Mis llaves.

Me acerco para tomarlas, pero rápidamente las retira de mi vista.

—No has respondido mi pregunta.

Se me olvidaba lo insistente que puede llegar a ser.

—Salí.

—No me digas. No me había dado cuenta —y sarcástica.

—Fui a tomar un café con alguien que conocí en el colegio —ciertamente no es una mentira.

No termina de quedar muy convencida, pero no indaga más y me arroja las llaves. Rápidamente las atrapo y las guardo en mi bolso.

—¿Cenaste? —pregunta mientras se quita los tacones y camina hacia la cocina.

—Algo así —recojo mi cabello en una coleta alta.

—¿Tienes hambre?

—No en realidad.

—Bueno —volteo a verla y está preparando su café de siempre.

—Voy a mi cuarto —anuncio.

Asiente sin emitir una palabra, así que la dejo sola y comienzo a subirlas escaleras.

Cuando abro la puerta de mi habitación cierro detrás y pongo el seguro a la puerta. Me tiro a la cama sin cambiarme y pongo música mientras veo las llaves de mi auto. No tienen nada en particular, pero supongo que es mejor que mirar al techo.

Extrañaba mi anterior ciudad, mi vida allá. Pero caí en cuenta que Nueva York tampoco estaba tan mal.

Me quedo pensando en el día de hoy, ocurrieron tantas cosas en tan solo 24 horas. Cosas buenas en su mayoría.

Su melena rojiza se me cruza por la cabeza y decido que es buen momento de darme un baño.

El agua tibia me despeja los pensamientos y me relaja. Hago toda mi rutina previa a dormir; skincare, desenredo mi cabello y le aplico el tratamiento que uso desde hace tiempo.

El alaciarlo diario trae consecuencias.

Al borde del cansancio me acuesto en la cama y pongo mi teléfono a cargar. Leo un poco antes de dormirme ya que es el único momento que tengo libre para leer, cosa que me encanta.

Pasada una media hora cierro el libro y apago la lampara de la mesita de noche, me meto entre las sabanas y cierro los ojos.

Cinco segundos después se enciende la pantalla del teléfono y abro los ojos para voltearlo de mala gana, pero alcanzo a ver el mensaje.

Desconocido.

Descansa, Francia.

Me rio por la hora y cuando voy a abrir el teclado para dar respuesta, aparece un escribiendo...

Soy Erin :)

La carita feliz me causa ternura.

Por supuesto ¿Quién más sería?

Pero eso solo queda en mis pensamientos. Así que tecleo una respuesta.

Ten buena noche, Erin. Gracias por lo de hoy.

Envío el mensaje y apago el teléfono.

En esta ocasión si logro dormir.

Casi lo teníamos todo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora