Capítulo trece: Pensamientos llave.

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Un trueno me despierta y me muevo en la cama

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Un trueno me despierta y me muevo en la cama. Hay un olor exquisito, no tardo mucho en darme cuenta de que el cuarto está impregnado del perfume de Aamón.

Cuando abro los ojos, miro al techo, está decorado con dibujos de hojas doradas; giro mi cabeza y veo a Aamón en un pequeño balcón, solo lleva puesto su pantalón negro. No tiene camisa o zapatos y tiene una copa dorada en la mano.

Me pongo las sábanas alrededor del cuerpo y me levanto, camino lentamente, pero con paso seguro hacia él; cuando llego hasta allí, él no se voltea, pero me habla.

-Buenos días, princesa.

Yo miro el paisaje, como siempre, es un día gris.

-Hola, Aamón.

-¿La pasaste bien anoche?

-Sí. He besado a un par de personas, supongo que eres el que mejor besa.

Él suelta una risita. -Bueno, gracias. Supongo que es una muy buena frase descriptiva; Aamón, el mejor besador de Darkess.

Yo río también, él se da la vuelta y me mira fijamente.

-¿Está tu cuello bien?

-¿Qué? -digo y me toco allí inconscientemente.

-Anoche te mordí allí, ¿Lo recuerdas?

-Sí. Estoy bien.

Camina con gracia hasta mi y me aparta el cabello de la cara, recogiéndolo con su mano; se acerca lentamente, probablemente esperando que le diga algo, pero no lo hago.

Yo cierro los ojos sintiendo el viento en mi cara, él me sujeta de la cintura y me besa en el cuello, es apenas un toque, pero es suficiente como para que un escalofrío me recorra y se me ponga la piel de gallina.

Él suelta mi cabello y me habla al oído. Su voz está un poco ronca.

-Te curas rápido, ¿No es así?

Me doy cuenta de que es así; incluso en la pelea que tuve con... A, me hirió, pero horas después ya no tenía ninguna herida grave...

¿Por qué?

-¿Dónde está la salida? -le digo; no tengo tiempo de pensar en ello.

-¿Te vas tan pronto?

-Hay cosas que tengo que hacer, Aamón. Tal vez se me acaba el tiempo. He desperdiciado mucho.

Parece que algo hace clic en su cabeza.

-Tu hermana, claro.

Me guía de vuelta por donde vinimos la noche anterior y encuentro mi vestido, él vuelve a hablar mientras me lo estoy poniendo.

-Eliza, no sé... bueno, no sé a qué estés acostumbrada, o qué es lo que esperas después de la noche pasada, pero...

Yo me pongo los tacones y lo miro; hay algo en él que me parece tierno. Ya no luce burlón, más bien parece que está tratando de ser amable.

Camino con seguridad hacia él, tiene una cadena que no había notado antes, probablemente se la había acabado de poner. Era de oro, tenía un óvalo con una especie de sobresalientes esculpidas y en el centro había una rosa. Yo alargó mi mano y lo tomo para examinarlo.

-... Temo que no ocurrirá nada. No puedo ser un novio.

Yo suelto la cadena y lo miro fijamente.

-No te estoy pidiendo matrimonio, Aamón -digo con seguridad y cierto tinte de sarcasmo en mi voz.

Me acerco a sus labios y él cierra sus ojos, le doy un corto beso y me alejo; cuando cierro la puerta, sonrío.

Vaya día.

No me encuentro a nadie por los pasillos, así que cuando llego a mi cuarto tomo un baño y me cambio.

Bajo las escaleras y me encuentro con Eken y Aamón.

-Eken va a ayudarnos.

-Perfecto. -digo yo.

-¿Les parece si nos vamos ya? En Darkess hay mucha gente... -dice Eken.

-Entre más rápido, mejor. -digo.

Salimos del castillo y caminamos con paso rápido, antes de que me de cuenta, estamos en mi casa.

Subimos las escaleras, el corazón me palpita con fuerza. De pronto estamos al frente del librero.

Aamón busca en el saco de su traje y saca la pulsera.

Esta empieza a brillar.

Ellos parecen sorprendidos.

Yo inserto la pulsera en el espacio que hay en el libro de la misma manera en la que lo hice en el sueño. Los dibujos se iluminan y yo cierro mi mano con fuerza alrededor de esta.

La giro y saco el libro. El librero se mueve y nos deja ver la pintura.

-Muy curioso, aunque ya sabías lo que pasaría, ¿No? -dice Eken.

-No estaba segura.

-No es necesario. A veces solo basta con tener una pista. Y una sola falla de tu enemigo, representará tu victoria. -responde Eken.

En esa pintura, hay, como dije, unas letras y una familia que tiene detrás un castillo rodeado de árboles.

-¿Qué dice ahí, Eken? -dice Aamón.

Eken se agacha y toca las letras, las mira un rato y luego se levanta.

-La llave enreda, porque rara es,
Pero no te engañes,
porque arma es.
Aquí descansa la espada,
Pero no es de Gabriel. -dice Eken.

-¿Gabriel? -dice Aamón.

-Mi padre.

-¿Y sabes qué significa esto? -dice Eken.

-Que a papá le gustan los acertijos -digo con firmeza y me volteo a verlo, Eken me mira fijamente-. Y que es el peor momento para no saber contestar uno.

NOTA DEL AUTOR:

Gracias por llegar hasta aquí. Bueno, por primera vez en mucho tiempo, un #MiércolesDarkess.

¿Te gustan los acertijos? ¿Qué significa este? ¿Te gustó el capítulo?

P.D. ¿Tienes aquí algún crush?

Rare.

Rare

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