LA CENA

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El hombre daba vueltas en su habitación sin parar, una sensación de impaciencia, inquietud, nerviosismo, había tomado el control de su cuerpo. Él, que siempre se mostraba tranquilo e implacable ante los demás, con una paciencia infinita al igual que el tiempo que tenía a su disposición. Ahora en el interior de su habitación a tan solo una hora de uno de los momentos más esperados por él, estaba nervioso, alterado. Miraba la hora en su maravilloso reloj de bolsillo, se retocaba frente al espejo e improvisaba conversaciones consigo mismo. Eran las ocho y media de la noche, faltaba aún una hora para que su incansable impaciencia se calmase. 

Dio otra vuelta por la habitación y paró frente al espejo para mirarse de nuevo. Empezó a abrocharse y desabrocharse  botones de la camisa, pensando cómo le quedaría mejor. Se ajustó el cinturón que se envolvía en su cintura sosteniendo los pantalones negros que llevaba puestos. Ató los cordones de esos zapatos negros charol y se acomodó la gabardina negra y azul. 

— Vamos Charles, solo es una cena. — Dijo suspirando, volviendo a mirar la hora para darse cuenta de que tan sólo quedaba un cuarto de hora. Buscó el sombrero perfecto en su repertorio y se echó la dosis exacta de aquella colonia que tanto le gustaba a ella. Esperó sentado a que llegara la hora, pensando en cómo se sentiría ella, lo que él no sabía es que ella estaba igual o más nerviosa que él.

— Chicas, necesito que me ayudéis. — Pidió la morena mirando a las tres chicas que cambiaron su cara.

— ¿Qué pasa Cleo? — habló primero Kata con preocupación.

— Esta noche voy a ir con Charles a cenar, y no sé qué ponerme. Estoy súper nerviosa. — Confesó la joven dando vueltas por la habitación. Sylver miró a Cleo con las cejas levantadas y la boca abierta sorprendida. Kata soltó un grito suave y dio un salto en el sitio. Lucy sonrió de oreja a oreja y aplaudió sin hacer mucho ruido.

— No te preocupes, enséñame tu armario — dijo Kata más emocionada que la propia Cleo. La morena las guío a su habitación y les empezó a enseñar conjuntos de ropa y vestidos como opciones. 

— ¿A qué hora habéis quedado? — le preguntó Sylver a Cleo mientras se cambiaba de ropa.

— A las nueve y media, ¿qué hora es?

— Las ocho y media — dijo Lucy mirando el reloj.

— No puede ser, que aún no he elegido la ropa. — Cleo entró en pánico y Kata la sostuvo de los hombros con cuidado.

— Tranquila, aún hay tiempo, ese vestido está genial, ahora te maquillas, un poco de colonia y estupenda.

— Yo puedo hacerte un recogido en el pelo, es rápido y queda muy bien. — Propuso Lucy encogiéndose de hombros.

— Vale, muchas gracias chicas, en serio.

Después de estar un rato ayudando a Cleo, las tres chicas se fueron de la habitación dejándola sola, nerviosa e impaciente. Frente al espejo se retocó el maquillaje, arregló el vestido amarillo que le llegaba a las rodillas con falda de tubo, se subió las medias, cogió una rebeca, eligió unos tacones blancos y se echó ese perfume especial, aquel que no le falta nunca en situaciones como estas. Sentada en la cama dejó a su mente divagar. El simple hecho de imaginarse a semejante hombre, tan elegante como siempre, su sonrisa, su olor, la sangre subió a sus mejillas y el calor la inundó. 

Eran las nueve y media de la noche. Llegó el momento ansiado, esperado, rogado. El sonido de unos nudillos golpeando suavemente la puerta sacó a la muchacha de su ensimismamiento. Sonriente, se acercó y abrió la puerta, encontrando a Charles con una sonrisa magnética, perfecta, esos ojos azules que la miraron de arriba a abajo. Ella hizo lo mismo, examinó al hombre que tenía enfrente captando todos los detalles, grabándolos en su mente. 

Amor de Otro Mundo ~One Shots~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora