UNA NAVIDAD INOLVIDABLE

291 16 0
                                    

Una joven de cabellos blancos como la nieve y ojos dorados, se levanta de la cama cansada, se acerca a su armario y elige para ponerse un vestido negro que le llega por las rodillas, unas medias y su diadema negra. Decidida sale de la habitación y se dirige a la cafetería.

Una muchacha de cabellos plateados y ojos violáceos se despierta con lentitud, y observa la habitación en la que está ya que no es la suya. Recordando lo que había pasado por la noche, encuentra una notita en su mesita de noche en la cuál, el mensaje se disculpaba por no estar allí y que la vería más tarde. Con una sonrisa se levanta, coge su ropa, se la pone y va a su habitación a coger ropa limpia e ir a las duchas, para después ir camino a la cafetería.

Una joven de cabellos negros y piel morena despierta en su despacho algo desorientada, se había quedado dormida sobre unos documentos. Pasando la mano por su cara para quitarse el pelo de enmedio, fue a su habitación, cogió ropa limpia y tras una ducha de agua caliente, fue a la cafetería.

Una muchacha pelirroja, con gafas, se despierta mirando a su alrededor y viendo la biblioteca sin un alma que vagara por allí. Recoge los libros sobre los que se había quedado dormida la noche anterior y se dirige a su habitación, se viste y después va a la cafetería encontrándose con sus amigas hablando entre ellas y nadie más allí.

— Hola chicas.
— Hola Sylver, ¿qué tal? — pregunta Cleo saludándole.
— Bien bien, ¿qué hora es? ¿No hay nadie?
— Son las doce. No sé, cuándo he llegado, no había nadie, solo Kata. — Contestó Lucy.
— Sí, cuando llegué tampoco había nadie. ¿Habrá alguna reunión?
— No creo, yo no tengo ningún mensaje o busca. ¿Tenéis algo vosotras? — dijo Cleo cogiendo su móvil para revisarlo.
— A parte de sueño no, nada. — Contestó Kata bostezando.
— ¿Y dónde está todo el mundo? — preguntó Lucy mirando a su alrededor, ni siquiera habían trabajadores en la cafetería.
— Ni idea, ¿vamos a buscar? — propuso Sylver empezando a andar hacia la puerta.
— Vale.

Decidieron separarse para buscar por toda la instalación. Después de varias vueltas quedaron en reencontrarse en la entrada.
— No hay nadie, los despachos están vacíos. — Dijo Kata llegando corriendo.
— En las habitaciones tampoco, he buscado también de nuevo en la cafetería, biblioteca pero nada. — Contestó Sylver.
— Vale, no hay nadie aquí. Hoy tenemos descanso, ¿qué día…? — Antes de que pudiera terminar alguien le cortó.
— Hola chicas, ¿qué tal estáis? — Entró Mita quitándose el casco de moto.
— ¿Mita? ¿Qué haces aquí? — preguntó Kata con una media sonrisa acercándose a ella.
— He venido a veros, me dijeron que hicisteis una misión. Perdonadme no he podido venir antes.
— No no, no te preocupes. — Le contestó Sylver.
— No pasa nada. — Sonrió Cleo.
— Estamos bien, gracias por venir.
— Me alegro mucho. — Antes de continuar miró a su alrededor. — ¿Dónde están todos?
— Ni idea, los hemos buscado pero aquí no están — dijo Lucy interviniendo en la conversación.
— Bueno, ¿queréis hacer algo? Hoy es día libre.
— Vale, lo pensamos mientras desayunamos.

Pasaron por el despacho de Sylver y se sentaron en los sofás a esperar que la pelirroja terminara de hacer sus cafés especiales. Con una taza cada una en mano, debatieron largo y tendido entre risas lo que harían ese día.
— Bien, empezamos con una película — propuso Kata.
— Pedimos unas pizzas para comer — dijo Lucy.
— Después hacemos esa fiesta en el onsen que nunca hicimos — continúo Sylver.
— Y para terminar un pase de modelo con nuestras mejores galas — sugirió Mita.
— Perfecto. — Terminó de hablar Cleo.

— ¿Pesadilla antes de navidad?
— Vale.
— ¿Queréis palomitas? — preguntó Mita mirando a las chicas con una sonrisa.
— ¿Sabes cómo funciona la máquina?
— Por supuesto, es lo primero que aprendí al llegar a Umbra. — Paró la película y se dirigió hacia la máquina de palomitas para darle una caja a cada una.

— Qué buena está la pizza. — Habló Lucy relamiéndose.
— Pues sí. Nunca la había probado — contestó Cleo.
— No puede ser. ¿No la habías probado nunca? Es mi favorita. — Exclamó Kata.
— Muy feo me parece que nunca me hayas invitado Katana, muy mal. Que decepción.
— Perdón. No te enfades conmigo porfa — dijo la joven de pelo blanco haciendo puchero. Las demás se rieron uniéndose ella más tarde a la risa.

— Que bien se está aquí. — Suspiró Mita flotando en el agua caliente del onsen.
— Pues sí, menos mal que no lo han cerrado — dijo Sylver apoyando la cabeza sobre el borde cerrando los ojos.
— Espero que no lo cierren, a Pandora le gusta venir.
— No creo que lo cierren.
— ¿Me hacéis un hueco? — preguntó Cleo llegando.
— Para tí siempre hay hueco.

— Qué preciosidad de vestidos por favor — exclamó Mita saliendo del baño con su vestido puesto.
— Mira quien habla — contestó Sylver sonriendo.
— Estás preciosa — anunció Kata embobada.
— Tu también. Te sienta genial el negro y ese vestido aún más.
— Venga, fotos. Ya que nos hemos puesto guapas fotos a tutiplén.
— Vale vale.

Después de una sesión de fotos, Mita les dijo que no se quitaran la ropa.
— ¿Por qué? — preguntó Kata desconcertada.
— No puedo decir más. Ahora viene Sebas a recogeros, adiós.
— Espera, ¿cómo que viene Sebas? — preguntó Sylver apresurada viendo a Mita salir de Umbra moviendo la mano.
— Se ha ido. ¿Qué está pasando?
— Ni idea. Eso de que viene Sebas no lo he entendido.

El sonido del claxon llamó la atención de las chicas, había un 4x4 negro parado frente a las instalaciones. Sebas salió del coche con una sonrisa encantadora.
— Pero qué guapas. — Exclamó saludándolas.
— Tú también estás muy arreglado — habló Sylver acercándose a él.
— Gracias Caramelito. Subid.
— ¿A dónde vamos?
— Ya lo veréis, vosotras subid.
Por el camino escuchaban música mientras Sebas esquivaba las preguntas «¿A dónde vamos?» «¿Dónde has estado?» «¿Dónde está todo el mundo?» que las chicas repetían durante todo el trayecto.

Sebas aparcó en medio de la calle. Y andando llegaron a una especie de local con las ventas cerradas por lo que no se veía el interior.
— «Sebas, aún no pueden entrar. No han terminado.» — Escuchó el hombre en su cabeza la voz de Pandora.
— «No te preocupes Momito, las distraigo, pero que no tarde mucho y no hagan ruido.»
— «Vale.»

Sebas se puso en medio interponiendo su cuerpo entre ellas y la puerta.
— No podéis pasar.
— ¿Cómo?
— Comiendo.
— ¿Qué?
— Nada nada.
— Contadme algo, venga. ¿Qué habéis hecho con Mita?
— ¿Por qué no podemos pasar?
— Porque están prep… porque no. ¿Qué habéis hecho hoy? Venga. «Momito daos prisa.»
— Hemos visto una película.
— ¿Cuál?
— Pesadilla antes de navidad.
— Anda.
— ¿Qué?
— Nada nada. ¿Solo eso? Que aburrimiento.
— Hemos comido pizza y hemos estado en el onsen.
— ¿Y no me habéis invitado? Que feo Caramelito, pensaba que me querías.
— ¡Te he llamado! Pero no cogías el teléfono.
— Eso no me suena. No.
— Sebas te he llamado como unas cuarenta veces, no me cuentes royos.
— Que va, ¿me has llamado? No sé. No.
— «Ya está, ya hemos terminado.» — Escuchó está vez la voz de Zac.

Sebas sonrió y abrió la puerta dejando ver a las chicas el interior del local.
— ¡FELIZ NAVIDAD! — gritaron todos cuando las chicas entraron.

Todos con los brazos extendidos las saludaron con emoción.
— ¿Qué es todo esto?
— Queríamos que pasarais una Navidad inolvidable, rodeadas de las personas a las que más queréis, y nos hemos reunido todos para celebrar este día. — Habló Simone por encima de los demás, con una sonrisa radiante y su voz calmada.
— Muchas gracias.
— Bueno, vasta de charla. Una fotito grupal y a comer, que tengo hambre. — Se escuchó la voz de Einar al final de la sala. La risa llenó el lugar.

Todos empezaron a posar frente a la cámara y después de varias fotos empezó la fiesta.

Amor de Otro Mundo ~One Shots~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora