Capítulo Uno: El hijo del mal

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Hace un largo tiempo, lejos de aquí
Existía un reino inhumano, vano, y vil.”

Sus ojos miran constantemente la escena que se lleva acabo frente a sus ojos

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Sus ojos miran constantemente la escena que se lleva acabo frente a sus ojos. Solo es cuestión de tiempo para que suelte una pequeña pero encantadora risa, la cual hace que todos se giren para verlo.
Sus ojos se forman en media luna y su mano izquierda descansa sobre su muslo, con una pose despreocupada.

Finalmente suelta, su voz es varonil y encantadora, suave y relajante. —Solo se te ha pedido una cosa.

—¡Lo que Su Alteza pide no lo puedo cumplir!.

—¿Es realmente tan difícil?. ¡¿Es difícil Wei WuXian?!.

Sin inmutarse, el azabache niega y de manera calmada responde. —Lo que Su Alteza pide no es difícil.

Aunque ciertamente, en apariencia todos podrían decir que Wei WuXian era tan idéntico a Jiang Cheng, casi como dos gotas de agua. Solo los podía diferenciar un par de cosas, la forma en la sonreían y claramente su actitud.

—¡Su Alteza solo eleva los impuestos y ahora pide esto! Alteza perdone que diga esto, pero lo que pide no es algo que podamos cumplir, es decir, pide demasiado y estoy seguro que no sabe absolutamente nada del tema.

—¿Que te hace creer que no lo sé?.

—Todo, cada parte, lo que dice es muy incoherente. Quiero decirle algo y es que cada día se parece más a la Reina Yu, ella era realmente aterradora y nada justa. No sea tan despreciable como su madre.

Finalmente, la sonrisa que mostraba Jiang Cheng cayó, mostrando así una mueca de disgusto.

—Parece que crees que puedes hablar de esa manera de la Reina, te crees tanto para ser tan poco. Arrodillate ante mí.

Que, aunque ciertamente el hombre no quería, fue arrodillado frente Su Alteza, quien disfrutaba del espectáculo de ver como el hombre se negaba a hacer lo que los guardias le decían. Después de algunos minutos de estar en constante tira y afloja, con un aburrimiento fingido dio una nueva orden.

—A la guillotina.

—¡Piedad! ¡Piedad! ¡Su Alteza tenga piedad de este hombre!.

Al ver que el joven Alteza no parecía querer cambiar de opinión, con enojo soltó.

—¡Solo decía la verdad! Aún cuando estábamos en tiempo de escasez usted se negó a bajar los impuestos, ha mandado a tantas personas a la guillotina. ¡Lo maldigo!.

Sin prestarle atención, nuevamente hablo a otro sirviente. —Que alguien más haga su trabajo.

—Entendido Su Alteza.

Soltó un suspiro cuando la habitación quedó completamente sola, casi sola. Su Alteza se levantó del cómodo asiento y camino en dirección a él balcón, donde podía ver la mayor parte de su reino.

—Es realmente despreciable, este tipo de personas me dan asco.

—Es así. — Responde con calma XuanYu. Quien le hace compañía en silencio. —Las personas comienzan a hablar de Su Alteza, debería ser más cuidadoso con sus desiciónes.

—No deberías decirme que hacer, se lo que hago.

El mayor asiente. —Lo sé, no soy nadie para cuestionar sus acciones.

Jiang Cheng saca una botella de licor de un pequeño cajón, es una frasco de sonrisa del emperador. Con una sonrisa, Jiang Cheng lo invita a beber y XuanYu acepta.

Después de algunas rondas, Cheng termina por retirarse.

—Mi fin, puedes continuar si quieres, es un agradecimiento, sir XuanYu.

XuanYu significaba una gran amenaza para Jiang Cheng, quien cada día se sentía más exhausto de sus comentarios, los cuales claramente lo hacían enojar, pero no podía mandar a matar a uno de sus más fieles ministros, después de todo cada uno de sus planes fallaban por una causa u otra.

Esa misma noche se acercó a Madame Luo, quien para su sorpresa no estaba, en su lugar su hija mas joven, MianMian, quien miró a Su Alteza un tanto extrañada.  Se inclino frente a él y después de saludar regresó a su posición original.

—¿Dónde está Madame Luo?.

—Quizás no le dieron aviso a Su Alteza, pero mi madre ha salido, lleva una semana fuera y no regresara pronto. ¿Su Alteza necesita algo?.

El asiente en respuesta después de meditar sus palabras, suelta. —Esta mañana escuché que alguien ha estado sacando comida de la cocina del palacio, ¿Que tan real es eso?.

MianMian parece pensarlo. —Nadie se atrevería a hacer algo así, Alteza.

Jiang Cheng pudo ver la duda en sus ojos, así que no desaprovechó esa oportunidad e intentó sacar todo lo que sabía de ella.

—¿Esta segura? No lo parece. Señorita MianMian si no quiere ir a la guillotina debería decirme lo que sabe.

Tan solo unos segundos después ella respondió. —Fue el general XuanYu.

Con una mueca de disgusto se retiro del lugar sin decir más. Un poco antes de entrar a su habitación logró escuchar una conversación que llamó su atención. Se escondió tras la pared y siguió escuchando.

—El joven Mo es muy mandon. —Se queja alguien. —Es insoportable, pide tantas cosas como si fuera el amo de la casa.

Una risa se escucha en respuesta. —Todo lo hace para mostrar que es mejor que el general XuanYu, aunque todos sabemos que XuanYu es mil veces mejor.

Jiang Cheng rueda los ojos en forma de disgusto.

—Aunque se ha dicho que el joven Mo ha estado difamando la imagen de XuanYu para obtener méritos.

—De ser así, no me sorprendenderia el saber que el inicio los rumores contra el general.

Sin tener que escuchar más regresó a su habitación, donde la merienda lo esperaba. Se sentó en una de las silla y miró un poco el flan.

—¿Sucede algo Alteza?.

Jiang Cheng no respondió, en cambio se sumergió en sus pensamientos. Creía que con esos rumores sobre XuanYu robando podría deshacerse de él, pero con la llegada del nuevo rumor de parte de él joven Mo, todo se derrumbaba. Mordió su labio inferior y apartó la taza de café de un golpe.

Se levantó de su asiento y se dirigió a un pequeño cajón, donde sacó una botella y un papel, el cual fue entregado a WuXian, quien miraba la botellita con extrañes.

—¿Esto es...?

—Ábrelo.

Los ojos de WuXian mostraban asombro, quería negarse, pero era imposible. Con una rodilla en el suelo, juro lealtad al próximo Rey.

Esa misma noche, WuXian regresó y notifico que su misión estaba cumplida.

El Hijo Del MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora