Maito Coresawa 💙

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—¡Ma-i-to!— dije con alegría saltando de su cama hasta él, quien no dudó en atraparme entre sus brazos con una sonrisa.

—¿Cómo estás?— preguntó mientras me apretujaba con fuerza y besaba mi mejilla. Finalmente me soltó y me sentó de nuevo en la cama mientras iba a dejar su mochila y comenzaba a cambiarse el uniforme.

—Bien, pero... ¿no deberías pedirme que me salga?— pregunté cuando ya no traía camisa. Él rió.

—¿Qué más da? Eres mi novia después de todo, y seguramente algún día nos vamos a casar.— sonrió colocándose un playera casual y aquella típica sudadera suya —Entonces, ¿me decías?— retomó mientras quitaba su pantalón.

—Estoy muy bien. Ya me hacía falta verte. Haz estado muy ocupado con el trabajo y el club, y por los horarios ni siquiera he podido ir a tus presentaciones.— suspiré —Me siento mal por eso...— él se acercó y dejó su rostro cerca del mío, manteniendo una sonrisa.

—Siempre puedo cantar en privado para ti. Nureta kuchibiru ni sotto I just wanna kiss you~...— dijo antes de besarme. No pude evitar sonreír y tomar su rostro.

—¿Qué tal te fue hoy en el trabajo?

—¡De maravilla!— se levantó caminando de regreso a su mochila, buscando algo —Hoy, un grupo de señoras fueron. Una me dijo que le recordaba a su nieto y comenzaron a hacerme platica.— sacó un sobre amarillo y abrió la pequeña puerta de su buró —Cuando les dije que estaba trabajando ahí de medio tiempo, me dijeron que siguiera esforzándome, y al final, cada una me dejó mil yenes como propina. ¡seis mil yenes para Pancho!— dijo sacando su gran alcancía de ballena. Él era pancho. Sacó él dinero y lo introdujo en el orificio.

—¡Eso es genial Maito!— lo abracé una vez que el dinero estaba dentro —¿Cuánto te falta ahora?— su expresión  decayó un poco.

—Aún me falta más de la mitad...— dijo desanimado, pero al instante volvió a sonreír —Pero eso es solo un aproximado. Me pagan pasado mañana y romperemos a Panchito para saber con exactitud cuanto nos falta.

Asentí con una sonrisa y él guardo de nuevo la alcancía. Sacó sus cosas para que lo ayudara con su tarea mientras yo provechaba a hacer la mía. Quizá no iríamos en la misma preparatoria, pero por lo menos de vez en cuando, podíamos vernos en su casa.

        

(...)

      

Al día siguiente, luego de su práctica del club, llegó entusiasmado con el dinero de su pago. Besó la joroba de pancho y la dejo caer. Yo lo ayude a contar monedas y billetes, parecíamos ir por buen camino.

—Noventa y tres mil yenes...— dijo finalmente.

—Vaya pancho, esa joroba si que era millonaria— dije con una sonrisa, aunque en Maito no se veía la misma. —¿Cuánto cuesta la que te gusta?— él, desanimado, buscó un tomo de su revista y me mostró la moto.

Trescientos mil yenes.

—Oh... bueno, ya casi...

—Ni siquiera es la mitad— dijo con frustración, levantando un poco la voz —Con suerte, para cuando tenga 22 ya tendré lo suficiente...— suspiró.

—Hey— me acerqué y tomé su rostro para que me mirara. —¿Olvidas que tienes una novia asombrosa?— él levantó una ceja —Te voy a ayudar a conseguir esos doscientos siete mil yenes— bese su mejilla.

—______, no tienes por que-...

—Si tengo porqué— interrumpi —¿Qué a caso no quieres llevarme a pasear en esa moto?

Aoppella!? •One Shots•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora