CAPÍTULO I

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Adrien

Estaba acostado en mi cama, contemplando la hermosa luz de la luna que iluminaba todo mi cuarto, dejando ver una inmensa cantidad de libros, que por supuesto ya he leído. Mi vista estaba dirigida hacía el gran ventanal, pero mi mente estaba perdida en los infinitos pensamientos que sobrepasan la realidad.

––¡Adrien despierta!––escuché decir a Nathalie detrás de la puerta.

––Ya estoy despierto..... gracias––dije a los segundos de sentarme en la cama. Me había quedado dormido ayer por la noche pensando en cómo sería caminar por el bosque cerca del castillo.

Un pequeño ruido hizo que volviera a la realidad, alguien tocaba a mí puerta.

––¡Adrien!–– se abrió la puerta dejando ver a mi padre, el rey del sur, quien se acercó lentamente hasta quedar a un lado de mi cama, tenía unos papeles apoyados en su brazo izquierdo, adivinare nuevas actividades por realizar, desde que tengo memoria, mi padre ha controlado toda mi vida, no he podido salir de este enorme y solitario castillo, según mi padre es por mi bienestar, según el hay muchas personas que quieren mi poder, el poder del "gato negro".

Y si, como lo dije antes, mi padre cargaba con documentos de actividades nuevas por realizar, justo ahora estoy terminando una de ellas, español, tengo que redactar un contrato como actividad, claro que el contrato no tendrá ningún valor, solo es para cuando me convierta en rey y pueda realizar contratos por el bienestar del reino.

Había terminado con todas las actividades que mi padre me había encomendado, la actividad más difícil que hice fue la de biología, por qué matar a un animal indefenso como un pollo, solo para sacarle sus órganos y estudiarlos, fue lo más triste que pude ver, lo mataron frente a mis ojos y lo único que pude hacer fue quedarme quieto sin formular ninguna palabra. No quería pensar más en eso y decidí salir al jardín del castillo. Una vez estando ahí, me senté en el pasto verde, no me importo que mi padre me lo impidiera, el no se encontraba en el castillo, haci que no se iba a enterar.

Mi mirada estaba puesta en los enormes árboles detrás de los grandes muros de concreto que impedían mi salida, y de nuevo llegó a mi ese pensamiento de hace unas semanas, ¿por qué no escaparme?, solo sería por unos momentos, nadie se daría cuenta, mi padre no estaba y volvería hasta el otro día en la noche. Sin más, me levanté del suelo y fui corriendo a mi habitación, le puse seguro a la puerta y sin pensarlo dos veces, me transforme en el poderoso e inigualable "gato negro" había olvidado que se sentía el transformarse, mi cuerpo se sentía libre.

Salte hacía la ventana y con ayuda de mi bastón pude saltar más alto pudiendo esquivar el gran muro y caer en el bosque, no lo podía creer, por primera vez a mis dieciséis años pude escapar del gran castillo y ser libre. Camine más profundo en el bosque, me gustaba el olor que desprendían los árboles, me gustaba el olor a madre selva, me recuerda los tiempos que disfrutaba junto a mi madre; cuando salíamos a caminar por el bosque después de una buena comida, mi padre solía acompañarnos, pero poco tiempo después de que mi madre falleciera, mi padre jamás volvió a tratarme como antes, sabía y entendía que le había dolido mucho perder al amor de su vida; pero yo también había perdido a mi madre.

Unos ruidos me hicieron salir de mis pensamientos, me escondí entre los arbustos al percibir el aroma a madre selva y no necesariamente eran de los árboles, cada vez que el ruido se escuchaba más cerca el olor se hacía más fuerte y embriagador. Los pasos se detuvieron justo a lado de donde yo estaba escondido, tenía miedo, podía sentir el aura amenazadora del sujeto a mi lado, quería que se fuera, que no se diera cuenta del olor a café con leche que desprendía mi cuerpo, estaba a punto de escapar de ese lugar ocupando mi poder, pero fue en vano, cuando el sujeto se paró justo en frente del arbusto, había bloqueado mi salida, ya no podía escapar; lo único que podía hacer era enfrentar al sujeto con esa aura intimidante.

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