Como cada encuentro que tenía con el pelinegro, su visita le dejaba un profundo sabor agridulce en el interior de su alma.
JiMin sabía que TaeHyung continuaba teniendo sentimientos por él, y en una época habría dado todo por poder corresponder de la misma manera, sin embargo el universo no había querido que ellos fueran juntos.
"Existen amores en tu vida, que no siempre pueden ser para tu vida".
Park tranquilamente podría tatuarse aquello en la frente y llevarlo como su bandera personal.
En su momento había amado al Kim, pero lo que sintió el pasado, no se comparaba en nada con los sentimientos que brotaban de su ser ante esa persona, quién con su sola presencia hacía hervir su piel con cada toque.
Acomodó nuevamente el cuello de su saco, mientras caminaba hacía su automóvil.
El frío del invierno no se comparaba en nada con las bajas temperaturas que habitaban en su alma.
El despojo y la desolación formaban parte de su menú diario en donde solo sentía renacer entre los brazos de su salvador.
Quién habría dicho que realmente a partir de lo que en un principio había creído que sería la mayor caída de su existencia, podría encontrar la luz a partir de la oscuridad.
JiMin había aprendido que entre las sombras, todo resplandecía al borde de encandilar sus ojos.
Aun recordaba la primera vez que sus ojos cafés habían hecho contacto con los oscuros del contrario.
Su nívea piel hizo contraste con la blanquecina del pelinegro y por primera vez, sintió un subidón de adrenalina recorrer su cuerpo.Aquello que sentía cuando estaba debajo de sus duros músculos, todo lo que se arremolinaba en su ser cuando el mayor se hundía con ferocidad en su interior, no se comparaba con nada que hubiera probado antes.
No había romance, no había amor de una manera romántica ni nada a lo que se había imaginado con TaeHyung, y era por eso que era exquisitamente perfecto de una manera en la que rozaba la locura.
El sádico brillo de la mirada de su mayor verdugo eran un cálido ungüento para las heridas de su alma.
Park jamás había creído que encontraría la sanación entre medio de la violencia de su toque, ante la voracidad de sus embestidas, ante el ataque a sus músculos y la delicia de dejarse encarnar todas y cada una de las sucias fantasías de su compañero de expiación de culpas y pecados.
Y es que, la ironía del cruel destino era que había encontrado todo lo que jamás había buscando en quién menos lo habría imaginado.
Había encontrado la mayor de todas las bondades en una persona con las manos manchadas de sangre.
Había descubierto la mayor de todas las libertades del universo en yacer encerrado en los brazos del mayor.
Park JiMin una vez había llegado obligado y de rodillas ante Min YoonGi, ahora era él quien se postraba de buena gana ante sus pies.
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Closer | YM
Fiksi Penggemar- Follame, Min. -Me das asco, Park.- respondió. El castaño asintió - Lo sé, yo también siento lo mismo. - el sudor recorría su frente - De todas maneras, ¿Vas a hacerlo? Una oscura risa se escuchó retumbar en la habitación. - ¡Con un demonio que sí...