—YoonGi... — el aludido levantó su cabeza hacia el mayor—¿Sabes que sí miras hacia el abismo...? —le dio una calada a su cigarrillo —¿Éste también mira hacia ti? — exhaló gran parte del humo que no había ingresado en sus pulmones—Da igual...—se acercó a revolver sus negros cabellos —Sólo ten cuidado de a quién eliges para destruirte...
Esas habían sido las últimas palabras que había escuchado de su tío JoonSeok antes de que le empujara contra un callejón y se lanzara a la batalla, la cual terminó con el cuerpo del Min mayor en el fuego cruzado, falleciendo gracias a una pelea callejera.
Al principio aquella frase había sido imposible de comprender para el pequeño Min.
¿A qué se refería exactamente con abismo? ¿Se trataba simplemente de un pozo negro sin fin?
¿Y qué tenía que ver eso con dejarse destruir?
A su corta edad había aprendido que sí no eras de los que pegaban primero, te invitaban a cenar y tu formabas parte del plato principal.
Durante toda su existencia había tenido que luchar desde el momento en el que abría los ojos, inclusive si no estaba despierto, el mundo no era un lugar bondadoso que abriera sus puertas para todos por igual.
YoonGi no había sido acobijado bajo los brazos de un hogar tradicional.
No tenía recuerdos de una madre ni mucho menos de un padre.
Los mayores aprendizajes de su vida habían sido producto de las enseñanzas que se habían grabado en su cuerpo.
Min había comprendido que la vida podía ser una absoluta perra, pero el también se había forjado a fuego lento para soportar toda la mierda que le tocara tragar, no sin antes poner de su parte para acabar lo menos dañado posible o tener la mejor recompensa.
El pelinegro había luchado durante toda su existencia para hacerse un lugar sobre la hambrienta sociedad que pujaba por devorarle a él y a los suyos.
Aprendió que no sólo necesitaba fuerza bruta para alcanzar sus metas, sino que con su cerebro y astucia podía conseguir a las personas necesarias para que pelearan sus batallas.
Claro que no por eso se había dejado estar, su arduo entrenamiento había sido parte de la disciplina que enmarcaba su vida.
A sus trece años, YoonGi no había terminado de comprender a que se refería su tío exactamente minutos antes de fallecer.
El niño que había sido no lo entendió y creyó inocentemente que siendo un adulto lo comprendería.
Cuan equivocado había estado, ¡No era su edad la que le daría sabiduría, sino el destino y la providencia divina!Min sólo lo vislumbró el día en que su destino se había enlazado con el de un castaño con la mirada más vacía que había conocido en todo el universo.
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Closer | YM
Fanfiction- Follame, Min. -Me das asco, Park.- respondió. El castaño asintió - Lo sé, yo también siento lo mismo. - el sudor recorría su frente - De todas maneras, ¿Vas a hacerlo? Una oscura risa se escuchó retumbar en la habitación. - ¡Con un demonio que sí...