Capítulo 50

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Ónix

—¡ Feliz cumpleaños ! —gritan todos mis amigos al mismo tiempo.

Sabía que planeaban sorprenderme, pues Ariadna es terrible para actuar con naturalidad cuando de secretos de este tipo se trata; suele sonreír mientras te mira fijamente y después aparta la mirada, haciendo ese mismo proceso como quinientas veces al día.

Después de que me descubrieron los ojos ahora si que estoy sorprendida, pues nunca me imaginé ver algo tan hermoso como lo que tengo justo frente a mi.

Una gran tela extendida en el suelo, con una mesa baja de madera repleta de fruta y bocadillos, en las esquinas de la tela de color amarillo pálido están dispuestos varios cogines de diferentes tamaños y no muy alejado del cómodo lugar hay otras mesas bajas y redondas con pastelillos y diferentes postres; todo esto protegido con unas largas telas vaporosas que cubren el lugar el sol que traspasa las hojas de los altos árboles y al mismo tiempo proporcionan una preciosa luz de exquisitos colores.

Estoy tan sorprendida que lo único que puedo hacer es mirar cada detalle como si de lo más precioso que he visto en mi vida se tratase.

Cuando logro salir de mi estupor dirijo mi mirada a todos los presentes, mis amigas tienen las manos entrelazadas en espera de una reacción positiva y al parecer han adivinado por mi expresión que me ha encantado porque sonríen y se dan miraditas de triunfo entre ellas. Luego me encuentro con Bjorn, Logan y Maxím que me miran sonrientes y por supuesto al final me encuentro con la oscura mirada del color del carbón.

Ojos sonrientes y tan brillantes como estrellas, los labios estirados en una sonrisa sincera y el rostro ligeramente sonrojado cuando nuestras miradas se juntan un poco más de tiempo.

—Wow —es lo único que consigo decir—. Esto es... Muchas gracias. No sé ni que decir, es precioso.

Sin agregar nada más, Diamond camina hacia mí y me estrecha entre sus brazos, puedo ver la expresión de emoción reprimida en los rostros de los otros (sigue siendo algo muy nuevo lo nuestro). Con un suave movimiento alza mi barbilla y me da un beso tan suave y dulce que siento mi corazón revolotear.

—Si, bueno, bueno —interrumpe Maxím carraspeando incómodo—. No se aceptan las muestras de afecto en este colegio.

—Ash, no sea aburrido, profe —reclama Ari en un tono que jamás imaginé que usaría en su contra.

Con una sonrisa Mond toma mi mano, me dirige hacia el confortable espacio entre almohadones y telas y me muestra un lugar justo al centro, sobre un largo cojín que me mantiene un poco elevada. Él se sienta a mi lado, sobre la tela, al igual que todos los demás, recostandose cómodamente.

—Esto es hermoso —digo emocionada mientras miro a mi alrededor y tomo la mano del chico de Diamond—. No logro entender como lo hicieron, gracias.

—No tienes nada que agradecer —dice Logan con tranquilidad.

—Así es —combina Helena—. Hoy eres nuestra reina y todo se hará según tus deseos.

—Sultana —corrige Maxím con su tono de profesor.

—Si, si, como sea —Diamond rueda los ojos y besa mi mano con una sonrisa de complicidad y se la devuelvo divertida.

—¿ Quién tiene hambre ? —pregunta Lucero.

—¡ Yo ! —respondemos todos al mismo tiempo.

Todo está delicioso, desde las fresas hasta las brochetas de deliciosa carne jugosa. Conversamos plácidamente sobre cualquier tema divertido o interesante mientras nos recostamos como si estuviéramos entre los jardines de algún palacio islámico.

El Mar Entre NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora